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martes, 24 de noviembre de 2009
¿Actos de repudio o de envidia?
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¿Actos de repudio o de envidia?
Por. Ing. Dionisio de la Torre, Jr.
Miami, Noviembre 24, 2009
Todavía se escucha el eco de las voces que por toda Cuba gritaban Paredón al triunfo de la Revolución robada, voces que enardecidas por el líder único desde la tribuna del poder condenaba a un pueblo a ser parte de actos condenados por la historia, hechos tan recientes como la noche de los cuchillos largos en la Alemania Nazi, los cabeza rapadas y las camisas marrones y tantas acciones contra los derechos de otros ciudadanos, que sencillamente no quieren o no son parte de algo. Desde el mismo principio de este largo mal, la movilización de las masas ha sido uno de los grandes logros revolucionarios para atemorizar a esas mismas masas y a los que con un poco mas de dignidad y valor se oponen. Al comienzo de la desintegración de la nación cubana, quizás si existiera repudio por las acciones a que fueron obligados a hacer muchos cubanos al no tener una forma civilizada de expresión, pero también la envidia fue un factor fundamental, envidia al que tuvo algo, mucho o poco no importaba, ahora no tiene nada igual que yo y ya somos iguales aunque yo siga igual o peor, pues también ayudaba a perder su propia libertad. Al pasar el tiempo esos que envidiaron y repudiaron se sumaron a los sobrevivientes de aquellos primeros actos de repudio en este siempre renovado y creciente exilio.
Por un tiempo las masas solo se movían para engrandecer el ego insaciable del líder único, los trabajadores y estudiantes suspendían sus actividades para servir al Señor que con discursos interminables y buscados aplausos, prometía sueños y cumplía castigos, pero pese a eso las masas palmoteaban como pingüinos sin ver que el circulo también los encerraba a ellos también y lo que se daban cuenta tragaban en seco y buscaban escapar. Los actos de repudio pasaron a los centros de trabajos y las aulas, donde los trabajadores y estudiantes eran reprimidos públicamente por debilidades ideológicas o sociales, donde eran acusados de pequeños burgueses, gusanos y cuanta palabra calificara que esa persona no quería saber nada de Castro y su comunismo. Muchos fueron los inquisidores y distribuidores de castigos que durante esos años de silencio en las calles abusaron y denunciaron a sus conciudadanos y fueron la cara del repudio hasta que un día también marcharon al exilio, en muchos casos desertando de simples delegaciones deportivas y culturales hasta de alto rango gubernamental para al final incrementar este exilio que tienen que compartir con los que ellos repudiaron ayer.
Durante los años 80 llevaron estos actos al máximo de expresión, la embajada del Perú y el Mariel fueron la tesis en el doctorado en represión popular más grande de la historia, el país se detuvo y toda la fuerza productiva se dirigía a montarle un acto de repudio a cada familia o ciudadano que pensara que lo iban a buscar o que podía salir del país, las masas fueron movilizadas con la idea de imponer el miedo, pero lo curioso es que muchos de los que marchaban por calles y plazas tenían la misma esperanza que los repudiados o envidiados que tenían un bote en el Mariel y cuantos después de un largo día de gritos, ofensas y agresiones físicas al llegar a su casa se topaban con la grata sorpresa que el odiado tío que vivía en Miami lo había ido a buscar para que se sumara al aborrecido exilio para que viviera con los mismo que el acababa de repudiar.
Estos actos no son nuevos y hoy menos que nunca desaparecerán de Cuba mientras exista el Castrismo, la diferencia es que hoy son cuidadosamente organizados, los coreógrafos que dirigen estos actos seleccionan y entrenan a los repudiadores, los que son llevados como ganado al matadero, que sin saber nada los ponen a gritar y empujar, pero les pagan el día de trabajo o no tienen clases también son parte y victimas del gran castigador, lo triste es que esos que gritan tienen parientes o amigos por acá o por allá, son los que reciben los regalitos de los de acá, pero no importa, esos también envidian, pues muchos de ellos quisieran tener el valor de los que toman la calle y también envidian que ese opositor de hoy, puede conseguir una visa mañana y ser libre mientras que el gritando solo le queda el camino de la balsa o jinetear para al final llegar al mismo exilio que ha crecido por 50 años no solo gracias a la natalidad sino al constante arribo de repudiadores y envidiosos ente otros.
Ahora que la oposición es pacifica y no violenta el miedo del régimen es mayor, pues hombres y mujeres están exigiendo sus derechos civiles públicamente, con temor, pero con dignidad, ahora que la Internet se desborda por el mundo y los que mandan sus mensajes de cambio al universo han entendido al igual que otros opositores que si no toman la calle el mundo seguirá siendo cómplice del victimario y que solo llevando a la calle sus denuncias y demandas, los envidiosos dejaran de serlo y los que repudian no tendrán que partir al exilio un día no lejano, porque todos seremos libres.
Nota: Los que gritan que la calle es de Fidel, deberían pedirle que la arregle o al menos que la limpie, pero no creo que lo hagan, los actos de repudio están a una guagua de distancia.
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2 comentarios:
Los actos de repudio son toda una mezcla de miseria humanas. Es un acto sencillamente asqueante, digna obra del Tirano.
Mas asqueante son los que se prestan para eso.La turba cobarde que solo tiene valor dentro del grupo.
Jorge Luis
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