Por Jorge Olivera Castillo *
Sindical Press
Payo Libre
Distribuye:
Angélica Mora
Analista
Nueva York
E.U.
La Nueva Cuba
Noviembre 22, 2009
– Ya se agotaron las maniobras para continuar retrasando el reloj de la historia. La reforma en Cuba, es un mandato irrevocable. Eso lo saben quiénes comandan la desguazada nave socialista. Son demasiadas las excoriaciones y las abolladuras durante una travesía tan larga y sin apenas escalas en los puertos de la cordura.
Un leve retraso en las decisiones o una táctica mal aplicada puede completar el escenario para la catástrofe en sus versiones más calamitosas.
Aunque tras los muros del inmovilismo se escuchan algunos pasos hacia la apertura, todavía es prematuro definir la dirección exacta de esos movimientos. Lo que se puede subrayar, sin temor a equivocaciones, es la lentitud entre paso a paso y que ocurren a hurtadillas como los de un ladrón en plena actividad delictiva.
Es posible que el 2010 sea un año decisivo en la historia de Cuba. El índice de datos negativos estará más abultado dentro de unos meses. Desactivar la bomba en tiempo y forma o dejar que el estallido haga trizas la nación, es responsabilidad de una élite de poder que ha gobernado a sus antojos, con resultados que bien podrán equipararse al desastre dejado por una manada de elefantes en los interiores de una cristalería.
Datos aportados por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), reflejan que la situación en la Isla será muy difícil en los próximos años. El crecimiento económico al cierre del 2009, según la entidad regional, no sobrepasará el 1%. Las previsiones de especialistas internos elevan los pronósticos hasta el 1,7%, pero no se puede perder de vista que estos cálculos podrían no ser del todo confiables. Las operaciones aritméticas oficiales, por costumbre, suelen terminar con cifras alentadoras. Es una práctica común, rutinaria. ¿Quién ha visto imperfecciones en el paraíso?
Para el 2010, la CEPAL eleva los vaticinios hasta el 3% y las autoridades de la Isla lo sitúan en el orden del 5%. Detrás de estas frías cuantificaciones numéricas, se esconde una cadena de adversidades que afectan a millones de cubanos.
De hecho, ya son tangibles lo que quizás sean las primeras volteretas de un descenso más crítico del nivel de vida. El cierre de cientos de comedores obreros, la reducción de las asignaciones por la cartilla de racionamiento, el desabastecimiento en los centros comerciales que operan en divisas, el retorno de los apagones por la carencia de combustible, el decrecimiento de las ganancias en la rama del turismo, los fallidos planes para la elevación de las producciones agrícolas, el cierre de numerosas fábricas a causa de los bajísimos niveles de eficiencia y productividad.
Otro detalle que revela la gravedad de la situación, radica en la abismal diferencia entre importaciones y exportaciones. En el 2008 las primeras aumentaron 41% (14.200 millones de dólares), las exportaciones disminuyeron a 3.700 millones de dólares para un déficit comercial ascendente a 65%.
Para colmo de males la importación de alimentos aumentó a 1.500 millones en el 2007. El año siguiente creció a 2.200 millones. Cuba actualmente compra en el mercado internacional más del 80% de las necesidades alimentarias anuales.
Se espera que en el 2010 haya otros ajustes que, sin dudas, profundizarán el descontento popular. La extrema pobreza podría incluir a decenas de miles de personas, lo que supondría un aumento de la tensión social con sus respectivas secuelas como el acrecentamiento de hechos vandálicos, los niveles de alcoholismo, el tráfico de drogas, la corrupción, el mercado negro, entre otros problemas inherentes a un país que ya bordea los límites del colapso.
Abocado a emprender el camino de las reformas, con decenas de problemas estructurales agravados por años de indiferencia junto a una tensa realidad financiera, esto pone al gobierno entre la espada y la pared.
El alto nivel de endeudamiento con prestamistas internacionales cierra las posibilidades de la llegada de créditos frescos. La crónica tendencia a la morosidad se tradujo en una caída de alrededor de 1.000 millones de dólares en los empréstitos, el año pasado. Es muy probable que en el 2010 continúen vigentes las dificultades en este rubro al constatar la tibieza en la ejecución de un programa reformista que acabe con la centralización a ultranza y el burocratismo con sus nefastas ramificaciones.
Raúl Castro ha dicho que no será el abanderado de la instauración del capitalismo en la Isla. Tal premisa contradice los términos de una evolución que tiene y tendrá como regla la economía de mercado.
No hay alternativas para sacar a Cuba del empantanamiento. Ralentizar el proceso por motivaciones ideológicas o de otras causa ajenas a los verdaderos intereses nacionales, multiplicaría los peligros de mayor desarticulación social.
La gradualidad es algo a tener presente a la hora de elaborar los planes de apertura. Precipitar los cambios, sin un diseño integral y objetivo, podría ser una aproximación al caos.
Los avisos en la prensa oficial auguran tiempos delicados. Un repunte en los despidos laborales, el incremento de la inflación, nuevas reducciones del consumo y obviamente el mayor uso de la fuerza para controlar un escenario socio-económico en el punto máximo de ebullición, son adelantos de lo que pudiera suceder a partir del primer semestre del décimo año del siglo XXI.
Si de algo no debe haber dudas, es que la revolución cubana se acerca a su fin. El saldo de su gestión, en términos generales, es desfavorable.
Cuando los historiadores hagan el inventario, sin artimañas u otras condicionantes, los que creyeron de buena fe en este proceso que agoniza, tragarán en seco; y no descarto que muchos de los partidarios incondicionales, traten de encontrar coartadas para salir airosos de sus patéticas apologías.
La nomenclatura quiso edificar una nación modelo. Tras más de 50 años de labor, lo que sobresale es el arte de hacer ruinas. Un amigo me insiste que por el magistral empeño en destruir, malgastar, desaprovechar, desordenar, es un barbarismo continuar diciendo a estas alturas Revolución cubana. “Oye, que revolución, ni revolución. Esto ha sido, una demolición cubana”. Lo dice en bromas, pero no deja de tener razón.
Sobran los escombros, reales e imaginarios. Todos los días caen, en las calles y sobre la conciencia de millones de personas.
Ojalá que con los martillazos de la insensatez, los exterminadores, no terminen enterrando lo queda de la esperanza y obstaculizando los accesos a un futuro mejor.
Jorge Olivera Castillo, periodista cubano, La Habana (1961). Laboró en el Instituto Cubano de Radio y Televisión de donde fue purgado en 1993, por expresar opiniones contrarias al régimen. Arrestado junto a otros 75 periodistas independientes y activistas de derechos humanos durante la Primavera Negra (2003) fue condenado a 18 años de privación de libertad. Al presente se encuentra en libertad condicional por motivos de salud, a riesgo siempre de ser encarcelado para cumplir el resto de su condena.
Buscar este blog
domingo, 22 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Entrada destacada
EL MUSEO DEL HORROR EN LA HABANA
POR LA REVOLUCION DEMOCRATICA EN CUBA EL MUSEO DEL HORROR EN LA HABANA Empotradas sus cenizas dentro de una gris piedra con forma de boni...
-
.................................................................................... sábado 2 de enero, 12:48 PM LA HABANA (Reuters) - Un g...
-
COMENTARIO DE UN GILIPOLLAS PENINSULAR. Candidato comunista: 'Los presos políticos cubanos son un montaje' 'No se puede asediar ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario