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domingo, 15 de noviembre de 2009

COMO CANTA FRANK DELGADO

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Guillermo Fariñas

Periodista independiente. cocofari62@yahoo.es


La Chirusa, Santa Clara, noviembre 12 del 2009 (PD) Dicen que la sociedad cubana es una represa a punto de desbordarse. Es toda una metáfora de ingenieros hidráulicos para describir la situación pre-catastrófica en que está sumida Cuba como nación.

Hasta los ajenos a las ciencias sociales se percatan de que el estado de cosas en esta isla-prisión va de mal en peor.

El agua acumulada en las presas para fines agrícolas o consumo de los seres humanos, debe estar en un accidente geográfico que conforme una depresión y siempre cuenta con una cortina de concreto para que no se rebose. Figurativamente, en Cuba la pared de hormigón armado son las leyes del Estado socialista y todos sus representantes o defensores armados; las aguas serían las ansias de libertad de la mayoría del pueblo oprimido.

Dice el sociólogo y líder liberal Héctor Palacios Ruiz, prisionero político en status de licencia extra-penal: “Con la salida pública de Fidel del poder, los cubanos dejaron de tener terror, porque a Fidel se le tiene un terror paralizante, mientras que a su hermano Raúl solo se le profesa temor y por eso las cosas lentamente están cambiando”.

Es cierto que la figura inhibidora de las protestas con que ha contado históricamente la todavía llamada Revolución Cubana se encuentra demasiado enferma desde hace varios años. El rol tradicional del doctor Fidel Castro no lo puede suplantar nadie y esto todos lo tienen bien claro.

Los cubanos conocen perfectamente que Raúl Castro no posee las dotes de su hermano, pero nunca le ha pesado mucho mancharse sus manos de sangre. La diferencia es que Fidel es considerado una especie de semidios y su hermano solo una persona de carne y hueso.

Casi nadie se atreve a lanzarse a las calles a manifestar su inconformidad con el sistema totalitario castrista. Unos pocos valientes opositores pacíficos son los temerarios que realizan esto. Ellos pretenden crear una actitud colectiva de solidaridad con su lucha prodemocrática entre los aterrorizados cubanos de pie.

Al interior de Cuba, la mayor parte de la población, incluidos los disidentes no violentos, están a la espera de lo que ocurrirá. Son demasiado pocos los que desean adelantarse y provocar que las cosas pasen. Este es el segmento de la oposición cubana que es teorizado por algunos exiliados como el de “crecer y luchar”.

Existe un gran parte de la oposición que permanece a la espera de lo que sucederá, pues entienden que en este momento no hay una certidumbre real sobre quien es el verdadero poder en el castrismo. A este grupo, por ahora mayoritario, se le identifica en la diáspora como el de “resistir y vencer”.

Aquellos que intentan tomar las calles, son sometidos a golpizas desproporcionadas por parte de los agentes represivos, lo que da una medida del miedo que sienten los que se encargan mantener el orden ciudadano. Por supuesto, todo esto les trae un mayor desgaste físico-psíquico como seres humanos.

Mientras, los que optan por soportar a pie firme la avalancha de penurias que trae la desilusión de un castrismo en fase terminal, argumentan la necesidad de mantenerse vivos hasta que la generación que hizo la revolución deje de mandar. Para ellos, ese es el momento ideal para exigir a los futuros gobernantes los cambios democráticos.

Una popular canción titulada “La Isla Puta”, tiene un estribillo que dice: “Yo vivo en una isla dique, que no me puede contener, el que abre las compuertas, ni come…. ni deja comer”. La solución a este aparente dilema será cuando todos los oponentes a los Castro entiendan que es hora de exigir y tomar las calles… como canta Frank Delgado.
cocofari62@gmail.com

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