Autor: Luis Felipe Rojas
San Germán, Holguín, 1971. Escritor, periodista y poeta libre e independiente. Experimentador audiovisual.
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A inventos tan sonados por el cubano raso como los bici-taxis con música aleatoria, el del tipo que hizo él mismo una bicicleta, los almendrones (automóviles que parece caminan con kerosén) o las cocinas criollas, ahora tengo que agregarles los pañales desechables inventados por mi suegra.
Resulta que los pampers infantiles son tan incosteables como la tonelada de jabón y detergente que vamos a consumir en lavarle los pañales a mi hija Brenda antes de que cumpla un año de nacida.
Para no entrar en el pánico total o seguir viéndole la cara de obstinación a mi esposa todos los días, mi suegra desmontó (en la mejor acepción del concepto) un paño desechable, tomó lápiz y tijera, sacó la muestra en papel periódico y cortó varias piezas extendiendo jabitas de nylon de las que venden en los portales de las tiendas área dólar cubanas y te niegan adentro donde supuestamente debían dártelas para que guardes las compras.
Con el pañal de nylon ya cosido lo rellenó de paño de tela antiséptica que nos dura casi las tres horas que uno desechable.
Muerto el perro se acabó la rabia, dice el refrán.
Pero no podemos pedir más. Hemos avanzado como un siglo con el inventito de mi suegra. También vamos subiendo en calidad. Hace poco nos regalaron un material que no es nylon solamente, tiene la superficie casi afelpada pero con la misma impermeabilidad. Y aunque si bien tiene la ventaja de la durabilidad a la niñita ahora se le ven unos trozos de letreros en las nalguitas que dicen Phillips, Samsung, Daewoo...
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