FU MANCHU EN CHINATOWN

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Paulino Alfonso
Periodista independiente. palest44@yahoo.com

FU MANCHU EN CHINATOWN





En Cuba existe la noble costumbre de no hablar mal de los muertos; se dice “in memoriam” aunque en vida fueran unos tremendos hijos de pura madre. Será por eso que el hoy empresario Silvio Rodríguez, cuando era un cantante resentido y prohibido, dijo refiriéndose a la muerte de Guevara y sus condotieros en Bolivia “las palabras que se dirán in memoriam serán”.

Para no ser menos que el Sr. Rodríguez voy a hablar de algo “in memoriam”. También voy a poner “in memoriam” los nombres de los que abrieron por un ratito una chispa de libertad en el asfixiante castrismo. Algunos todavía tienen la doble cara, pero como conozco la real, no voy a ayudar a los muchachos del General Becerra en su trabajo.

Todo comenzó en el ”in memoriam” Barrio Chino de La Habana o lo que fue una próspera comunidad asiática. Para, eso un poco de historia. Cualquier extranjero que vea hoy los anuncios que hace el ilustre negociante, diputado y perínclito Historiador, Caballero de la Legión de Honor, etc, etc., Licenciado Eusebio Leal Spengler, (un vaso de agua, por favor), imaginarán un Chinatown tipo Roman Polanski, con unos Jack Nicholson o Faye Dunaway tropicales incluidos. Lo compadezco.

En 1997, la Habana era un hervidero de firmas extranjeras. Nadie hablaba de mártires. Eran otros los nombres: Camacho, Juanita Mateo, Jaime, Samara, Cañedo, Lever, etc.

Una cubana hija de chinos, Irmina Eng, junto con unos pocos descendientes, tuvieron una brillante idea: restaurar el otrora bullicioso y cosmopolita bario chino de La Habana para crear y cito “una fuente de financiamiento en divisas para la capital” en momentos en que estaba tan Money strapped (arrancada) como el resto de la República.

Para eso hicieron contacto con el Presidente de la Asamblea Provincial del Poder Popular en la Ciudad de la Habana, en español, el Alcalde, (tocante a títulos los castristas debieron trabajar con Felipe II) y con el cauto apoyo de la Embajada China en Cuba, la deteriorada y casi inexistente asociación Chung Wua y los retirados Grales. Sio Wong y Chuy Cabrera, lograron el “permiso” del anodino funcionario.


Se comenzó la restauración del Cuchillo de Zanja, tarea que se les dio a los hijos del Celeste Imperio. Eran unos 80 metros de calle estrecha y de locales verdaderamente chinos por el tamaño y en condiciones que asustaban a una rata de alcantarilla. Pero con la misma diligencia que construyeron la Muralla, repararon 38 años de abandono, mugre y desidia y al cabo de 3 años, se vieron los resultados y lo más importante para el Anciano: “los tan amados verdes”.

¿Como se hizo el milagro? Muy fácil, dejaron que los chinos administraran sus negocios, habilitaran y emplearan a quien servía y sabía, los abastecieran de todo lo necesario, sin plantar un organopónico ni un plan especial y lo más importante, sin pedir nada al Gobierno ni a sus corruptos administradores. Pero dándole bastante a cambio.

Incluso se hizo lo que el hoy Segundo Secretario desea en lo profundo de su corazoncito hacer en toda la finca, pero no puede por razones de fuerza mayor (y bien mayor). ¡Oh sabio Confucio! Se permitió que un cubano enviara dinero desde los EE.UU a su hijo y este construyera en 40 metros cuadrados el más rentable y eficiente restaurante de toda la Habana.

Para tener una idea, baste decir que el Barrio Chino de la Habana tuvo en el año 2000 mejor desempeño que toda la Gastronomía Popular y en Divisa de la Ciudad, es decir Cuba, porque lo demás (excepto Varadero) es paisaje. Su costo era mejor que el del turismo y lo único que hacía el Gobierno era abrir bien ancho el pico para llenar su siempre insatisfecho buche, y aún así quedaba para todos y todo.

Quizás el lector que vive en libertad se preguntará, ¿entonces por qué no aplicaron esa formula a toda la gastronomía y el turismo castrista? Eso lo dejo para la próxima.
palest44@yahoo.com.