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domingo, 10 de enero de 2010

SE ESFUMAN LAS PERSPECTIVAS DE MEJORAS EN LAS RELACIONES ENTRE CUBA Y ESTADOS UNIDOS




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No ha habido ninguna iniciativa importante de parte de Cuba, ni incentivos estadounidenses para cambiar nada



JUAN O. TAMAYO Y WILFREDO CANCIO
jtamayo@ElNuevoHerald.com Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla
De hecho, tanto Barack Obama como Raúl Castro parecen mantener el tema de los vínculos bilaterales en segundo plano, enfrentados a una difícil situación económica en sus respectivos países y, según los analistas, evitando los riesgos que pudiera crear un acercamiento.

"No ha habido ninguna iniciativa importante de parte de Cuba, ni incentivos estadounidenses para cambiar nada'', dijo Mauricio Font, director del Centro Bildner para Estudios de las Américas de City University, Nueva York.

Obama tomó durante el año varias medidas para cambiar ocho años de agresiva política por parte de la administración de George W. Bush, sobre la base de "un nuevo comienzo con Cuba'' que prometió el pasado abril durante una cumbre de la Organización de Estados Americanos (OEA), en Trinidad y Tobago.

Washington levantó casi todas las restricciones a los viajes entre ambos países y a las remesas enviadas a la isla, y aumentó significativamente el número de visas que Estados Unidos concede a los visitantes cubanos. También se incrementaron los permisos para que los estadounidenses viajen a Cuba, desde clubes de ajedrez hasta equipos de softball.

A solicitud de Estados Unidos, las largamente estancadas conversaciones con Cuba sobre inmigración y el correo directo se reanudaron. A diferencia de Bush, Obama no amenazó con vetar intentos en el Congreso por moderar las tensiones. De hecho, el Congreso facilitó que La Habana pagara las importaciones agrícolas estadounidenses.

Obama también autorizó el envío de paquetes a Cuba con equipos como computadoras, impresoras, sistemas de televisión por satélite y teléfonos móviles celulares y satelitales, cámaras, programas informáticos y unidades portátiles de memoria.

El Departamento de Estado envió un alto funcionario a las conversaciones sobre correo directo, la subsecretaria de Estado Adjunta Bisa Williams. Asimismo, cerró una pantalla electrónica colocada en la fachada de la Sección de Intereses en La Habana que mostraba mensajes frecuentemente críticos contra el gobierno cubano.

En otro gesto, la misión diplomática invitó a artistas y otros intelectuales progubernamentales a un coctel en septiembre, dejando fuera a los disidentes. Los partidarios del gobierno generalmente no asisten a este tipo de actividades cuando saben que los disidentes también han sido invitados.

Pero Obama siguió respaldando a grupos opositores y de la sociedad civil en la isla, se ha opuesto a levantar el embargo hasta que La Habana mejore su historial de derechos humanos y mantuvo a Cuba en la lista de países que practican o patrocinan el terrorismo.

En naciones como Cuba y Nigeria "tenemos que presionar vigorosamente a los dirigentes para que pongan fin a la represión y respaldar a los que se esfuerzan por un cambio desde dentro'', afirmó la secretaria de Estado Hillary Clinton el 14 de diciembre.

Mientras tanto, un proyecto de ley que contempla eliminar todas las restricciones a los viajes turísticos a la isla sigue empantanado en el Congreso. El pasado abril, un veterano analista del Departamento de Estado, Walter Kendall Myers, y su esposa, fueron arrestados bajo cargos de espiar para Cuba. Se declararon culpables el 20 de noviembre.

Los liberales estadounidenses --que esperaban que la administración de Obama implementara cambios más sustanciales en la política hacia Cuba-- quedaron seriamente decepcionados y algunos incluso culpan de resistencia a funcionarios remanentes de la administración de Bush.

Pero la mayoría de los analistas concuerdan en que Obama mantuvo en lo fundamental sus promesas sobre Cuba antes de ser electo: un aumento deliberado pero medido de los contactos, visitas y comunicaciones familiares, así como conversaciones con La Habana sobre temas de interés.

"Vamos despacio. No estamos buscando ningún cambio súbito en este momentos'', indicó en diciembre Arturo Valenzuela, subsecretario de asuntos hemisféricos del Departamento de Estado.

"Obama ha hecho exactamente lo que prometió: enviar al pueblo cubano el mensaje de que está dispuesto a encontrar temas de común interés'', afirmó Mauricio Claver Carone, del Comité de Acción Política US-Cuba Democracy, que respalda las sanciones contra Cuba.

Los límites de la voluntad norteamericana para relajar más sanciones fueron subrayados cuando un periódico de Madrid reportó en octubre que Obama le había pedido mediación al gobierno español en los siguientes términos: "Díganle a Raúl [. . .] que estamos dando pasos, pero que si ellos no dan pasos también nos va a ser muy difícil seguir''.

Pero aunque Castro reconoció que estaba dispuesto a hablar con Washington sin condiciones, dejó claro que consideraba que los gestos de Obama eran demasiado tibios para merecer respuestas más significativas.

Los funcionarios cubanos dijeron que sus prioridades eran permitir el turismo desde Estados Unidos, la liberación de los cinco espías cubanos encarcelados, el fin de la llamada política de pies secos/pies mojados, la devolución de la Base Naval de Guantánamo y sacar a la isla de la lista de países vinculados al terrorismo. La misión diplomática cubana en Washington declinó comentar para este artículo.

La Habana también tomó algunas medidas tibias en el 2009.

Funcionarios del Departamento de Estado reportaron "una marcada mejoría'' en el trato del gobierno cubano hacia los diplomáticos estadounidenses en La Habana. Por primera vez en muchos años se permitió que funcionarios consulares cubanos visitaran a cubanoamericanos encarcelados allí.

Después de que la Oficina de Intereses en La Habana retiró la valla electrónica de mensajes, Cuba retiró varias vallas cercanas al edificio que criticaban a Washington.

Pero para finales de año parecía que el tono de las relaciones bilaterales empeoraba nuevamente.

En noviembre, las fuerzas armadas cubanas realizaron un gran ejercicio militar, Bastión 2009, alegando que "era una necesidad de primer orden en la actual situación político-militar que caracteriza la confrontación entre Cuba y el imperio [Estados Unidos]''.

A su vez, Washington hizo fuertes críticas cuando turbas progubernamentales acosaron marchas de las Damas de Blanco, un grupo de esposas, madre e hijas de prisioneros políticos; así como cuando presuntos agentes de la Seguridad del Estado golpearon a la popular bloguera Yoani Sánchez.

La segunda ronda de conversaciones migratorias, que se esperaban en diciembre, se pospuso para el 2010. Las autoridades cubanas rechazaron en diciembre visitas de al menos cinco grupos religiosos y humanitarios de Estados Unidos, aparentemente por no contar con una autorización oficial para desarrollar sus misiones.

El 4 de diciembre, Cuba arrestó a un subcontratista del gobierno estadounidenses que distribuía equipos de comunicaciones entre grupos de la sociedad civil, y después lo tildó de espía. Washington negó que el hombre, aún no identificado, sea un agente de inteligencia, pero permanece detenido.

El 20 de diciembre, Castro pronunció su primera crítica dura contra Obama y afirmó que el trabajo del contratista mostraba que Washington seguía comprometido con la ‘‘subversión'' y que "no dejaban de tratar de destruir la revolución cubana''. Ese mismo día, el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, calificó a Obama de ‘‘imperial, arrogante, que no escucha y que impone condiciones''.

Las declaraciones de Rodríguez llevaron al general retirado Barry McCaffrey, partidario de permitir viajes ilimitados a Cuba, a cancelar su visita a la isla este mes, diciendo que "este tipo de diplomacia publica estilo 1960, superficial y vitriólica, hace el liderazgo cubano lucir como [. . .] amateurs que no son serios''.

Más reciente, Cuba protestó enérgicamente por su inclusión en una lista de 14 países cuyos viajeros son sometidos a controles adicionales de seguridad en los aeropuertos, después de que un militante islamista intentara detonar explosivos a bordo de un vuelo de Northwest Airlines que se dirigía de Amsterdam a Detroit el día de Navidad.

"Ni Fidel ni Raúl Castro están interesados en hablar de derechos humanos y de democracia, ni en tener gestos hacia Estados Unidos'', aseguró James Cason, ex jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana. "La política estadounidense de agresiva amabilidad no va a ninguna parte''.

Ya se especula que no habrá ninguna medida significativa para mejorar las relaciones entre Cuba y Estados Unidos hasta después de las elecciones legislativas del 2010 y quizás hasta después del 2012, en caso de que Obama ganara un segundo período y decidiera invertir más capital político en el tema.

Mientras tanto, Obama enfrentará graves problemas, como la debilitada economía, el alto índice de desempleo, la situación en Afganistán e Irak, las reformas de inmigración y el Seguro Social, Corea del Norte e Irán.

Castro también tendrá que enfrentar su propia crisis económica, así como la interferencia de su hermano Fidel Castro, enfermo y oficialmente fuera del poder, pero todavía influyente y casi genéticamente hostil a cualquier mejora en las relaciones con Washington.

"Quizás, cuando Fidel esté completamente fuera del escenario Raúl pueda empezar a mirar hacia el norte'', indicó Andy Gómez, académico de Instituto de Estudios Cubanos y Cubanomericanos de la Universidad de Miami.

Carlos Saladrigas, presidente del Grupo de Estudios Cubanos, declaró que Obama cometería un error si decide posponer otros cambios en la política hacia Cuba hasta que Raúl o Fidel Castro hagan concesiones.

"Washington debe actuar con independencia de la conducta del régimen y pensar en cómo aumentar la capacidad del pueblo cubano para los cambios en el futuro'', aseguró Saladrigas en Miami.

Pero Dan Erickson, analista de asuntos cubanos en Diálogo Interamericano, con sede en Washington, y autor de The Cuba Wars: Fidel Castro, the United States, and the Next Revolution, no prevé que ninguna de las dos partes tomen medidas significativas para mejorar las relaciones.

"Las fuerzas de la continuidad son extremadamente fuertes'', señaló Erikson. "Tanto en Cuba como en Estados Unidos''.

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