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Por Jorge Olivera Castillo
La batalla, parafraseando un refrán, es de león contra un mono y este último amarrado. No hay espacio para esas victorias que envuelven en papel celofán, le untan agua de colonia y le ponen, a relieve, el membrete de la garantía.
En cualquier parte de la geografía cubana están las pruebas que confirman la derrota. El tiempo, la desidia y el descontrol poseen un arsenal de cuidado. En sus ataques han dejado las redes hidráulicas del país en estado crítico.
Por centenares de miles de tuberías se escapa diariamente el 50% del agua que se envía desde los acueductos. Basta saber que el Grupo Empresarial de Acueducto y Alcantarillado (GEAAL), perteneciente al Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), suprimió hasta octubre del pasado año 188 015 salideros en todo el país; para un promedio de 18 000 mensuales. Como coletilla, para que se dejen de boberías quienes todavía andan pregonando por los cuatro puntos cardinales la viabilidad del sistema que rige en Cuba, les puedo decir que quedan pendientes para sellar una media de 5000 agujeros cada mes. ¿Puede el socialismo afrontar tales desafíos con éxito?
Las posibilidades de una total restauración, hay que verlas a través de los cristales del pesimismo. Con un poco de esfuerzo se ven, pero deformes y neblinosas. A una distancia de 15 o 20 años no valen los esfuerzos para mejorar la visibilidad. Dicen los entendidos en la materia que las expectativas reales para llegar a hacer funcional el sistema hidráulico, no se apartan de esa larga espera.
El periódico Granma ha abordado el tema recientemente, con cierto margen de objetividad, al aportar cifras concretas y detalles que, al margen de las posibles manipulaciones con el fin de atenuar la gravedad del problema, dibujan un panorama desolador.
Lo que no hace, ni puede hacer el órgano oficial del partido comunista de Cuba, es aceptar que su mismo patrocinador debería cargar con la responsabilidad de un desastre de tal magnitud. ¿No es ese partido el dueño absoluto de la nación?, ¿Dónde buscar los culpables si no es dentro esa burocracia corrupta y parasitaria, que ha utilizado y utiliza la ideología inspirada por el poder, para saciar sus apetitos hedonistas a costa del tesoro público.
En declaraciones al diario oficialista, el ingeniero Javier Toledo, director adjunto del GEAAL, pone en perspectiva lo complicado que resulta avanzar en los planes previstos con el objetivo de subsanar las anomalías.
“Durante muchos años, el Grupo ha tratado de eliminar las fugas de manera puntual, lo cual no resulta una solución sostenible. Al tratar un salidero en una línea de tubería el problema simplemente se desplaza. Reparada la primera fuga, el nivel de deterioro conllevará a que, en cualquier tramo a continuación, surja una nueva, pues la presión de agua aumenta en el sitio reparado”. Con las palabras del funcionario, se evidencia que el desastre va para rato.
No se necesitan muchos esfuerzos para comprender cuál es la guerra real que se libra en Cuba. Lo de la invasión norteamericana y todas esas misceláneas folklóricas que se reciclan periódicamente, son vías creadas con el propósito de canalizar las deficiencias en los suministros de agua, los altos precios de los productos de primera necesidad, el deprimente índice salarial y toda una seria de carencias que el sistema lejos de absorber, reproduce.
El agua va a ser una de las tantas cosas que seguirán faltando, incluso después de este socialismo que nos vendieron como lo mejor del universo.
La estela de racionamientos y privaciones perdurará en el tiempo. Serán los fantasmas de una guerra que se ya se perdió, aunque sigan proliferando las ovaciones y el coro afinado que grita: Estamos en Victoria. Si el ridículo pudiera convertirse oro, otra sería la historia.
oliverajorge75@yahoo.com
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