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lunes, 5 de abril de 2010

De la amenaza y el fanatismo.





por Zoé Valdés
.DE LA AMENAZA Y EL FANATISMO.

Ya lo adelantaba Charlie Bravo en su post anterior, somos un país de fanáticos, y con los fanáticos no se consigue dialogar. Entre hundimientos en el mar, invasiones anunciadas, pronosticados en la Era Fidel Castro, hemos descendido a un nivel inferior: el de los suicidios y la desaparición, por bomba atómica, supongo yo, en la Era Raulista. Así lo ha magnificado Castro II, en su discurso en el Congreso de la UJC. Para aquellos que predestinaron cambios, ahí los tienen, cambios, sí, leves, aunque certeros, y exclusivamente variados en el modus operandi, por lo demás, “sin novedad en el frente”.

El cuartico está igualito, como cantaba Panchito Riset. O casi.

Ahora, tienen que enfrentarse con un problema con el que no contaban, el coraje de una mujer, a la que le han asesinado al hijo, y la que ha adelantado, que tendrán que asesinarla a ella también. Lo que resulta más veraz que cualquier otro gesto que se haga en ese país, tan sobrado de gestos inocuos y de fuegos fatuos.

Mucho antes, lo había previsto Guillermo Cabrera Infante, quien siempre creyó en que de este modo terminaría Cuba, explosionada por los Castro, o estallada, como le gustaría decir a un personaje de Cuerpos divinos. Es muy probable que suceda, cualquier cosa podría acontecer en un país de fanáticos. Un país que hace de todo una religión, incluso del marxismo leninismo. Un país más sentimental que racional. Un país que ya no baila, ni canta, ni tiempla por placer, sino por comer. Un país hundido en el horror vacui, porque siendo una isla, jamás se acomodó a los espacios limitados por las orillas y el agua, un país que se desborda inconsistente, que se derrama y desparrama por los bordes, espeso, lerdo, tibio, incómodo. Un país ignorante que peca de sabio. Todo lo saben, de todo hay que opinar, todo lo solucionan con el dramatismo a ultranza; si en tiempos de Shakespeare hubieran existido los blogs y si éste hubiera sido cubano, se le habría caído la mano de tanto escribir, entonces le hubieran colgado el apodo de El baldado del Espanto, porque para el Manco de Lepanto, para Cervantes aquello hubiera sido demasiado, la Isla de Barataria se le quedó corta al lado de la nuestra.

Un país de piratas que tiraron la brújula por la escotilla.

Y en medio de todo aquel relajo, de súbito, ocurre el milagro, siempre de la mano del sacrificio. El milagro de la virgen, que es maternal y mortal. José Lezama Lima supo verlo, está en toda su obra. Pero nadie le hizo caso, porque eso es otra cosa, en un país de escritores, hemos puesto el destino en las manos de los beisboleros. Surgió, decía, el milagro, como paravent frente a la amenaza y el fanatismo, y el milagro lleva un nombre: Reina Luisa Tamayo Danger. Ella es la única que, tal vez, sin saberlo, ha comprendido, a través del dolor profundo de perder a un hijo, que la vida hay que defenderla, y que la libertad se conquista, con el ardor de la denuncia, del enfrentamiento pacífico, pero también con el calor de la sangre si es necesario.

¿Cuántas madres no se han callado durante todos estos años, tras asesinarle a sus hijos? No es el caso de Reina Luisa Tamayo Danger, aferrada al leitmotiv (ya que se trata más de una frase literaria en letanía) de “¡Zapata vive!”, Reina Luisa, sin ningún tipo de formulación y mucho menos de manipulación, se aferra a lo único que ella sabe podría ser el camino de la salvación: la resurrección a la vida, a otra vida, a otra existencia, a un mundo diferente, a la luz.

Reina Luisa Tamayo Danger intuye que lucha por una paz futura, pero por una paz que sólo debe nacer de la libertad y de la vida. Es la razón por la que insisto de que sus reclamos al mundo deben ser escuchados en todos los foros donde aún las personas amen la libertad, la democracia, y la paz.

Si alguien merece el Premio Nobel de la Paz es esta mujer, así como sus compañeras, Las Damas de Blanco. Aunque ellas no haga nada con la intención de ganar premio alguno, porque desde hace siete años lo que hacen es por conseguir que sus familiares sean liberados, es su único móvil. Y me parece más auténtico y valioso pedir esto, como primera demanda necesaria, verdaderamente necesaria, que cualquier otra exigencia. Lo demás es puro marketing, porque nadie ignorará a estas alturas, que el horror es la materia esencial para el marketing; era la tesis de mi libro La Ficción Fidel: la revolución fidelista fracasó rotundamente, el producto de markenting castrista triunfó en el mundo entero, sobre todo en América Latina. Claro, lo que no previeron fue la fecha de vencimiento.

Zoé Valdés.

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