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domingo, 25 de abril de 2010
Cuba vota entre la apatía y el fervor
Un hombre, leyendo ayer las biografías de unos candidatos locales en un cartel en La HabanaAutor de la imagen: | EFE
La isla elige hoy los cargos municipales, sin propaganda ni información sobre sus proyectos, pues lo único que se divulga son las biografías de los candidatos
Autor:
Natasha Vázquez | Corresponsal
Fecha de publicación:
25/4/2010
Cuba afronta hoy las que sus autoridades consideran el decimotercer proceso electoral desde 1976. En este caso se trata de elecciones parciales, para escoger a los delegados a las 169 Asambleas Municipales del Poder Popular. Un proceso que tiene lugar cada dos años y medio, mientras las generales - para elegir a los diputados nacionales y provinciales- son cada cinco.
En la prensa cubana solo se habla del tema. Los cinco canales de la televisión estatal, la radio, los periódicos, y demás medios, publican exhortaciones a votar, y explicaciones de cómo hacerlo. En varios lugares públicos cuelgan las biografías de los candidatos. No hay otro tipo de propaganda, ni campaña a favor de un nominado en específico.
En esta ocasión serán seleccionados 15.093 delegados (concejales) municipales, en elecciones en las que suele participar una media del 97% de los posibles electores. Aunque no es obligatorio el voto, estas altas cifras se explican porque el Registro Electoral es automático, universal, gratuito y público, sumado a una cierta presión social.
También es cierto que los candidatos surgen de asambleas de vecinos, que cualquiera los puede proponer, no son postulados por el partido, ni tienen que ser obligatoriamente militantes comunistas para salir electos, ni se tiene en cuenta su procedencia social. La Ley Electoral garantiza que al menos dos candidatos, y hasta ocho, aparezcan en las papeletas.
Los elegidos deben alcanzar más del 50% de los votos válidos emitidos. Una vez electos, los delegados no reciben ninguna remuneración económica por su función y dicha labor la realizan en sus ratos libres. Ellos rinden cuenta a sus electores y pueden ser revocados en cualquier momento de su mandato.
«No cambia nada»
Sin embargo, con todo esto, ¿cómo se explica cierta apatía de muchos cubanos a la hora de las elecciones? «Yo voto porque lo considero un derecho y un deber», comenta Julia Fernández, enfermera. «Pero sé que con esto no cambia nada. Es poco lo que mi delegado puede hacer».
«Con muchas dificultades, los delegados resuelven algunos problemas menores en los barrios, como el arreglo de alguna calle, un cambio de ruta de la guagua [autobús], un salidero de agua y cosas así, pero no tienen poder real de decisión en muchos aspectos», comenta José Ramón Martín, ingeniero agrónomo.
Otros, como el profesor universitario Jorge C. Oliva, tienen una percepción algo distinta. «Yo fui delegado entre 1989 y 1992 y durante ese mandato incluso destituimos al presidente de la Asamblea Municipal por corrupción, así que sí creo que podemos decidir, lo que pasa es que hay funcionarios estatales de los organismos centrales que no hacen todo el caso que debieran a los delegados y por eso se traban muchas cosas».
«El problema es que solo podemos incidir en asuntos de interés local, cuando intentamos hablar de otros de nivel nacional nos dicen que no nos competen», comenta otra ex delegada, que prefirió no facilitar su nombre. «A veces nos convertimos en delegados del Gobierno ante los electores y no de los electores ante el Gobierno», concluye la misma persona.
(La Voz de Galicia)
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