PARA QUE NO SE FRUSTRE EL TRIUNFO

Por Aldo Rosado-Tuero



En nuestra patria no basta con derrocar a la actual y vetusta tiranía, sino que se impone el establecimiento de un orden que les propicie a los cubanos una forma de vida digna y la realidad de una nación en que la justicia social prime por encima de los intereses egoístas de los individuos, las clases y los partidos.

Para implantar todas estas cosas hay que vencer, desde luego, incontables resistencias. La torpedearán todos los egoismos. No se trata solamente de salvar lo material o de reclamar o no propiedades materiales. Lo importante es que la catástrofe de lo material que ha propiciado este gobierno omnímodo y personal instaurado por Fidel Castro, ha arruinado también los valores esenciales del espíritu. Y esto es lo que hay que salvar y reconstituir, cueste lo que cueste, aún a costa de muchas ventajas económicas.

No podemos aspirar al derrocamiento de la tiranía y al desmontaje de su armazón totalitaria, para—so pretexto de un estado de excepción—implantar otro totalitarismo de signo contrario o permitir, bajo la aparente promesa de “cambios paulatinos” que se implementarían por los mismos “herederos”, que se repartan a Cuba, mientras seguimos discutiendo si son galgos o son podencos.

El nuevo estado que ha de implantarse en Cuba, una vez desmontado totalmente el Estado totalitario implementado por el castrismo, tiene que comenzar reconociendo la propia existencia del hombre, reconociendo su libertad y su dignidad, porque "La libertad del hombre y la dignidad humana son valores eternos e intangibles.”

Al desastre traido por la izquierda no se pueden imponer los postulados de una derecha egoísta y ávida de hacer negocios a costa de un pueblo hambreado y desconocedor de sus derechos básicos. Es preciso que los que lidereen la corriente que logre el derrocamiento, hagan sacrificios y renunciamientos, que tengan como único y principal móvil el servicio a la Patria. Es hora de comenzar a educar a nuestro pueblo para que vuelva a sus raíces patrióticas.

No se puede permitir bajo ningún concepto, que una vez, derrumbada la armazón totalitaria por el esfuerzo de los integrantes de la resistencia interna, desde el exterior, caigan como aves de rapiña sobre nuestra patria, los buitres carroñeros que se han estado afilando sus tiñosas garras, mientras disfrutan de canonjías y opulentos fondos, para llevar una vida regalada en nombre de una causa por la que no sacrifican ni un ápice de su regalada existencia, viviendo en el dorado exilio, mejor que si fuesen ministros de un gobierno de una nación soberana; o los banqueros, “emprendedores hombre de negocios” y asesores, que ilusionan—sin sacrificar un minuto de sus vidas o unos miserables centavos de sus abultados bolsillos, para brindar una ayuda a los que allá, en las calles del Archipiélago esclavo, se juegan la libertad y arriesgan sus vidas por hacer despertar al pueblo—caer sobre Cuba como modernos “carpetbaggers”, para adquirir por una bagatela las industrias robadas o construidas por el castrismo.

Permitir que eso ocurriera sería como escupir o defecarse sobre las tumbas de tantos mártires cubanos que han abonado el suelo patrio en esta larga y cruenta lucha contra el totalitarismo castrista, en su afán de traer a Cuba, no solo la libertad sino la implantación de la justicia social, de la que los comunistas y sus aliados se mofan y usan en sus propaganda, pero que eliminan en cuanto se hacen con el poder, y que para los capitalistas salvajes, es una mala palabra.

Es hora de comenzar a poner los puntos sobre las íes, desde ya, para que los verdaderos opositores—no los aprovechados de allá, ¡que de todo hay en la Viña del Señor!, que bailan al son que le tocan desde aquí, por un miserable puñadito de fulas, provenientes de las ya mencionadas fuentes—se vayan poniendo las pilas para que no les arrebaten el triunfo conseguido a costa de su sacrificio.

¡Alertas hermanos, que ya en Cuba se vislumbra el amanecer!
(Nuevo Accion)