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domingo, 6 de marzo de 2011
UNA PRENSA SILENTE ANTE NOBEL DE LA PAZ PARA EL DR. OSCAR ELIAS BISCET PRESO POLITICO DE CASTRO
UNA PRENSA SILENTE ANTE NOBEL DE LA PAZ PARA PRESO POLITICO DE CASTRO
(Castro Political Prisoner Nominated for Nobel Peace Prize, but Mainstream Media Is Mum)
Por Humberto Fontova.
Traducido por Alfredo M. Cepero
Cuando un eufórico Jesse Jackson gritó ¡Viva El Che!—¡Viva Fidel! junto al dictador en la Universidad de La Habana en 1984 con Jeremiah Wright (parte del séquito de Jackson) aplaudiendo delirantemente en el grupo, el prisionero político negro de mas larga condena en el mundo languidecía en una cámara de torturas a solo unos pasos de distancia de los festejos.
Sus carceleros castristas lo provocaban llamándole negro inmundo. “Te bajamos de los árboles y te cortamos la cola”. Poco tiempo antes de su muerte, este prisionero, el heroico Eusebio Peñalver, me concedió una entrevista. “Durante meses me mantuvieron desnudo en una celda de 6 por 4”, recordaba Eusebio. “Estos eran cuatro pies de altura que no me permitían ponerme de pie. Pero yo me sentía totalmente libre por dentro. Me negué a cometer suicidio espiritual”. Eusebio Peñalver sufrió durante más tiempo en las prisiones de Castro que Nelson Mandela en la racista Sudáfrica.
Poco tiempo después unos eufóricos miembros del Concilio Negro visitaron a Raúl Castro en diciembre del 2009 y regresaron a Estados Unidos diciendo que “¡era uno de los más extraordinarios seres humanos que habían conocido! Castro es uno de los hombres mas simpáticos y amables que he conocido, alguien que me gustaría tener como vecino”.
Por esos mismos días, el activista negro de derechos humanos Orlando Zapata Tamayo fue golpeado brutalmente por sus carceleros castristas hasta el punto de fracturarle el cráneo y dejarlo en estado de coma. Un año más tarde, Zapata Tamayo murió a consecuencia de una prolongada huelga de hambre. Informes sacados de Cuba en forma clandestina dieron cuenta de testimonios de testigos oculares que escucharon a los carceleros que lo golpeaban decirle “negro miserable, guajiro (campesino) miserable”.
Poco tiempo antes de que un eufórico Charlie Rangel abrazara efusivamente a Fidel Castro en la Iglesia Bautista Abisinia de Harlem mientras el eufórico auditorio hacía vibrar las paredes con aclamaciones de ¡Viva Fidel!—¡Viva Fidel! el activista negro de derechos humanos, Dr. Oscar Elías Biscet, fue apresado por la policía política de Castro, tirado en una mazmorra, pateado, escupido y quemado con cigarrillos.
En el momento en que escribo, el médico cubano Oscar Elías Biscet extingue una sentencia de 25 años en las cámaras de torturas de Castro. Su crimen no es otro que recitar en una plaza pública los textos de Martin Luther King y la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Este crimen fue aumentado por la denuncia que hiciera el Dr. Biscet de los abortos al por mayor implementados a la fuerza por la dictadura de Castro.
“Dentro de esta caja negra donde me obligan a vivir resistiré hasta que mi pueblo sea libre”, declaró en una ocasión el Dr. Biscet con la vana esperanza de que las agencias de noticias, eufemísticamente llamadas “burós de prensa” por sus torturadores, se dignaran informar sobre la pesadilla de los presos políticos cubanos. “Mi padre me dijo que está en prisión por defender la causa de los derechos humanos para los cubanos. También por defender el derecho de ese niño aún no nacido”, declaró Winnie, la hija del Dr. Biscet.
Este último crimen explica a cabalidad la razón por la cual muchos de ustedes nunca han sido informados por la prensa de izquierda sobre quién es el Dr. Biscet. Sin embargo, en noviembre del 2007 el Presidente George W. Bush lo condecoró con la Medalla Presidencia de la Libertad. La medalla fue entregada a los hijos del Dr. Biscet quienes viven en libertad en los Estados Unidos. La ceremonia fue virtualmente ignorada por la prensa de izquierda. “Quiero agradecer al Presidente Bush su gran generosidad al otorgar esta medalla así como su labor para destacar el sufrimiento de mi esposo y de los demás presos políticos cubanos al igual que las gestiones para liberarlos”, declaró la esposa del Dr. Biscet, Elsa Morejon en el curso de la ceremonia de entrega.
En marcado contraste con la gratitud expresada por los familiares del Dr. Biscet, Nelson Mandela reaccionó de manera muy diferente. Dos meses después de que el Presidente Bush le otorgara su Medalla Presidencial de la Libertad, Mandela declaró: “¡Si hay un país que ha cometido atrocidades inenarrables en el mundo esos son los Estados Unidos de América! ¡Ellos no tienen la menor compasión por los seres humanos! ¡Lo que estoy condenando es que una potencia, con un presidente que no tiene visión y que no es capaz de pensar con propiedad, esta empeñada en sumir al mundo en un holocausto!”
Mandela fue condenado por un poder judicial independiente en un juicio abierto a la prensa internacional y a numerosas organizaciones defensoras de los derechos humanos. Según su propio biógrafo, Anthony Sampson, el juicio fue conducido en forma escrupulosa y apropiada por el Juez Quartus deWet. Mandela cumplió su sentencia a 8,000 millas de distancia de las costas norteamericanas.
Peñalver, Zapata, Biscet y millares de otros cubanos fueron condenados en secreto por jueces de un régimen cuyo sistema judicial fue copiado de Stalin. Cumplieron sus sentencias a 90 millas de las costas norteamericanas con burós de prensa de CNN, ABC, CBS, NBC y AP a solo unos pasos o, cuando mas, un breve recorrido en taxis de sus celdas. Y, como he dicho, el Dr. Biscet sigue confinado a la misma mazmorra.
Pero me voy a aventurar hacer un atrevido vaticinio: ustedes está al tanto de las injusticias cometidas contra Nelson Mandela pero probablemente nunca han escuchado los nombres de los presos políticos cubanos y tampoco detalles de su sufrimiento.¿Estoy o no en lo cierto? El Primer Ministro de Hungría, Viktor Orbán, un hombre que sufrió en carne propia las torturas del Stalinismo, nominó recientemente al Dr. Biscet al Premio Nobel de la Paz. “El Dr. Biscet es un hombre de coraje y dignidad”, escribió el Primer Ministro, “que está llevando a cabo una lucha sacrificada e incansable en aras de los derechos y la libertad del hombre”.
(Baracutey Cubano)
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