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miércoles, 16 de marzo de 2011
Síndrome de Indefensión Aprendida. Pandemia Cubana .por Carlos Carralero
El síndrome de indefensión aprendida se produce, no sólo en individuos aislados, también en grupos sometidos a situaciones adversivas (sumamente adversas) de las que por circunstancias especiales no se logra escapar; algunos, de manera definitiva rompen con esa insufrible circunstancia a través de la más violenta de las auto agresiones. La víctima vive la percepción - equivocada- del total desamparo, de no poder, del anquilosamiento, jamás salir. De ahí en adelante nada hará por vencer su estado de paralización psicológica.
Una persona que por un tiempo determinado ha vivido una situación sumamente traumática, debido al abuso o la violencia, y que a pesar de intentarlo denodadamente, no avanza ni un milímetro en su proyecto de escapar del infierno en que vive, va perdiendo toda emoción de alcanzar la meta fijada, hasta convencerse que su vida es un fracaso. La violencia de que han sido objeto les ha arrebatado los mecanismos de defensa y para justificar el propio estado de inercia, se autoinculpan, dando a quien le sojuzga la posibilidad de seguir sometiéndolo.
El síndrome de indefensión empieza a configurase en el carácter del individuo a edad temprana, por ejemplo, en niños que crecen en un disfuncional entorno familiar. Tal circunstancia adversiva se convierte en una trampa, de la cual son incapaces de escapar, terminando en un estado de anulación de las capacidades de luchar para vencer esa aparentemente insuperable barrera, que se traduce en pérdida absoluta de las esperanzas. En las sociedades cerradas sobre todo las del Socialismo Real, el escrupuloso control del ciudadano, acompañado por un consabido bombardeo de mensaje subliminal a la psiquis (loas al régimen y dosis de amenazas al individuo) se convierten en práctica cotidiana. El resultado es una «masa» de individuos que poco se diferencian en actitudes: poco pierden los anticuerpos contra el vasallaje y el terror. Terminando en la paralización absoluta de los estímulos; en práctica, en la desesperanza. Vamos a Cuba.
Par explicar tal fenómeno en Cuba, un grupo de sacerdotes del oriente cubano, condujo un estudio a fin de demostrar la aplicación de las técnicas de psicología social por parte del castro-comunismo y sus consecuencias. Los que en Cuba hemos tratado de fracturar las barreras del terror, aprendimos el truco que condujo al resto, a la falsa percepción de que la realidad totalitaria, es inmobible. La situación artificial de parálisis psicológica en Cuba, la explican los aplicados sacerdotes a través de un ejemplo de psicología experimental, sustentados en la época de las pruebas del científico ruso Pablov, efectuadas con perros, pero aplicadas por el castro-comunismo con seres humanos, quiero decir, cubanos. A partir del concepto de «Indefensión aprendida» postulado por el psicólogo americano Martin Seligman quien para demostrarlo ha expuesto a dos grupos de perros encerrados en sendas jaulas, a descargas eléctricas. Uno de los cuales tenía la posibilidad de accionar una palanca con el hocico para detener la tortura, mientras el otro, no disponía de medios para hacerlo. El tiempo de la descarga era igual para ambos. La recibían en el mismo momento; cuando el primer grupo cortaba la electricidad, el otro que también dejaba de recibirla mostraba un psicológico en muy distinto a su similar; mientras el primero mostraba un comportamiento y un ánimo normal, el otro permanecía indefenso y asustado, con lo que la importancia de la sensación de control en el estado de ánimo parecía demostrada. Incluso cuando se le cambiaba la situación al segundo grupo, pudiendo controlar las descargas, este era incapaz de darse cuenta de la posibilidad de escape, y seguía recibiendo la tortura sin intentar nada para evitarlo: muestra de la indefensión.
En analogía con los seres humanos. Cuando una persona o grupo de ellas permanece por un período determinado en una situación, aparentemente sin salida, termina en la paralización psicológica. En los países del Socialismo Real, donde se implanta una dictadura científica, como es el caso cubano, estos complejos mecanismos de control psicológico funcionan con equipos de psicólogos y sociólogos altamente especializados. Allí el único «servicio» eficaz, es el complejo sistema de terror con desconcertante propaganda paralela. Varias prácticas y sus consecuencias en Cuba revelan lo que afirmamos. En cada barrio o edificio de apartamentos, incluso en las aldeas funciona el Comité de Defensa de la Revolución (su coordinador a escala nacional es miembro del Comité Central del PC) organización de vecinos, al que su sofisticado nombre no resta la índole de malvado centro de espionaje y delación donde todos tienen que vigilarse y todos, denunciarse recíprocamente: a veces hijos y padres caen en esa bajeza moral. La promoción social y escolar está condicionada por la integración política: un científico no puede promover si no está integrado políticamente (ser sumiso e incondicional a los dictámenes del régimen). Los niños en la escuela deben obedecer al adoctrinamiento, de lo contrario, toda la vida se verán perseguidos por una mancha sobre celulosa: un expediente personal que se conserva en el archivo nacional (archivos controlados por los servicios secretos). Ese estado de terror mutila las defensas contra el horror.
Al inicio del triunfo castrista a la mayor parte de los cubanos, a través del mensaje subliminal se les creó una percepción equivocada. Los iluminados que vieron la trampa reaccionaron, pagando con el paredón, la cárcel o el destierro. A la población se les dijo: ese es el castigo a quien traiciona la «Revolución« (término que con Castro asume dimensión antropológica: es él). Muchos, ingenuos, nos lo creímos y por varios años reinó la tranquilidad. Cuando algunos empezamos a decir que el mensaje era falso, nos mostraron de nuevo la violencia cruda. La mayoría empezó a creerse de verdad que aquello era monolítico ¿El efecto? Una triste realidad. Más de medio siglo de totalitarismo: uno de los pocos países que en América Latina había entrado en la etapa de despegue económico se encuentra en total miseria económica, y una crisis de valores sin precedentes en nuestra historia continental.
Concluyo con dos reflexiones
1) La Cuba castrista (antes de Castro se decía que Cuba era el país más alegre del mundo) ostenta el índice de suicidio más alto de toda América.
2) El cubano medio, en lugar de revelarse al infierno a que es sometido, y entregar la vida a una noble causa (en una plaza protestando) prefiere entregar la propia vida a los tiburones o al vacío. Escapando sobre una balsa o una tabla de Surf. O sobre el tren de aterrizaje de un avión. Mas de 79 000 personas han perdido la vida en el Estrecho de la Florida. Cerca de diez jóvenes han muerto abrazados (el último abrazo en libertad) al tren de aterrizajes de una aeronave, víctimas de las altas temperaturas o de la falta de oxígeno: un viaje hacia la libertad definitiva.
El antídoto: los que perdieron el miedo deben protestar todos los días. Cuando los demás vean que la posibilidad de transgredir la frontera del miedo es real se irán curándose del tratado síndrome. ¡Huelgan los comentarios porque nos huelga el castrismo!
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