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domingo, 16 de octubre de 2011

MEJOR SOLOS QUE MAL ACOMPAÑADOS.Por Aldo Rosado Tuero




Por Aldo Rosado-Tuero

Algunos buenos y compasivos amigos, me aconsejan, con la mejor de las intenciones: “pitchea más flojo, o te vas a quedar sólo”. Les agradezco en todo lo que valen sus bien intencionados consejos, pero ocurre, que mis valores no son los mismos que los de ellos. Eso, claro está, no quiere decir que mis valores sean superiores a los de ellos, o viceversa. Pero el hecho es que así es y que por lo tanto tenemos diferentes concepciones de la vida.

En este largo y duro camino que escogí siendo casi un niño en la misma mañana del 10 de marzo de 1952, no es la primera vez, y presiento que no será la última, en que me quede sólo, o al menos muy poco acompañado. Y eso nunca me ha desalentado. Porque los poquísimos que han quedado a mi lado, son los imprescindibles, los que no dejan de luchar jamás, la “minoría inasequible al desaliento”, que lucha toda una vida. Y con un puñado de esos, se puede ir al fin del mundo.

Un hermano de los de verdad, recientemente fallecido: Roberto Cruzamora, me contaba que siendo Capitán de las tropas de Lara “El León del Llano”, cuando la guerra contra Batista, esa tropa la formaba un pequeño puñado de guerrilleros selectos, que actuaban, no al amparo de las serranías, sino en los llanos de Bayamo. Esa tropa era famosa y temida por el enemigo por su arrojo y audacia. Y también era muy admirada por los lugareños. Me decía Roberto, que de cuando en cuando se les aparecían grupos de personas que se querían alzar e integrarse a la tropa de Lara. Esto hacía que el grupo creciera en forma descomunal, lo que ponía en peligro la táctica concebida para esa guerrilla y me contaba la forma inteligente en que él y Lara se deshacían de los que no servían para aquel tipo de guerra.

Cuando el grupo crecía y muchos de los adherentes se convertían en una rémora, Lara y Roberto comenzaban a hacer que el grupo se fuese acercando a Bayamo y corrían la voz de que se proponían atacar el poderoso, bien artillado y apertrechado puesto de Mando del Ejército que estaba ubicado en la Ciudad Monumento. Como era de esperar, los nuevos reclutas comenzaban a inquietarse y muchos se acercaban a Roberto y a otros oficiales haciéndoles saber de su preocupación sobre la imposibilidad de salir con vida de tan alocado ataque. Roberto y los otros, aleccionados por Lara, les contestaban que Lara andaba “medio loco” y que si se proponía atacar el puesto de mando, seguro que lo iba a hacer.

La noche antes del “ataque” los guardias que custodiaban el campamento recibían la orden de hacerse los de la vista gorda.

Mi inolvidable amigo me contaba divertido, que al amanecer del día señalado, el campamento amanecía semi vacío y que casi siempre, con un par de honrosas excepciones, todos los arrimados por embullo habían desaparecido. La inmensa mayoría había huido en la oscuridad de la noche abandonando sus armas, dejándolas en el Campamento para no ser reos de traición. Roberto me aseguraba que nunca se había sentido tan bien acompañado y tan seguro de sus espaldas, como cuando lo abandonaban los timoratos, los advenedizos y los buscadores de gloria fácil y se quedaba con los “inasequibles al desaliento”, de los que estaba seguro que estarían a su lado, sin importar cuan dura fuese la situación.

Aunque sea una frase trillada, aquí cabe hoy, como ayer para la tropa de Lara, lo de “más vale solo que mal acompañado”. En Nuevo Acción, se juega al duro y sin careta. Si le gusta de la forma en que jugamos, pero no se quiere arriesgar, vea el juego desde la gradería y grite y aplauda, pero no se tire al terreno, para que no quede mal.

Si se decide a ingresar al equipo, tenga en cuenta, que aquí se juega al duro, y que muchas veces no tenemos ni guante, ni careta. Y los que crean que es imposible atacar “el puesto de mando”, lo mejor que hacen es dejarnos la pluma, y alejarse en silencio. No los vamos a denigrar, ni atacar por eso. Pero les agradecemos que sean sinceros, que nosotros no pertenecemos al conglomerado de los que “siempre han de pensar lo que dicen”, sino al de los que dicen lo que piensan.

Que sigan otros con sus pachangas. Nosotros, fuera, a la intemperie, en vigilancia tensa, fervorosa y firmes, pluma en ristre, y en lo alto las estrellas. Al lado de muchos otros como nosotros, que desde otras tiendas y otros campamentos, también presienten el amanecer desde la alegría de sus corazones y lo esperan en la bravura de sus entrañas. (Publicado en la edición del jueves 18 de octubre del 2007)

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