Por Miguel Iturria Savón
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org
Draifer Herrera Dalmau, residente en el Cotorro, al sudeste de La Habana, retorna a las rejas por un atraco sui géneris. Inicialmente enfrentó un proceso judicial por lesiones. Le pedían tres años de privación de libertad, pero en el juicio resultó absuelto por la eximente de legítima defensa.
Al recibir el veredicto, el abogado que lo representó le comunicó la buena noticia por teléfono y lo citó para una semana después, a fin de entregarle el documento judicial. A los siete días acudió al bufete un familiar del cliente y le expresó al letrado la gratitud por la absolución y el carácter secundario de la noticia en la circunstancia actual, pues Draifer se había metido en un nuevo problema y estaba preso por un delito de mayor magnitud.
Resulta que Draifer y dos amigotes asaltaron con máscaras, un machete, un bate y una pistola de calamina a un adinerado con ciudadanía cubano mexicana, al cual sorprendieron en su casa de descanso en Guanabo, al este de la capital, donde estaba con su novia y un menor de edad.
Como la víctima solo tenía 300 dólares, le suplicó a los enmascarados que dejaran libre a la mujer con el niño y él, en cambio, los conduciría en su Audi hasta la casa del Cotorro a fin de entregarles mayores sumas de dinero. Draifer y sus cómplices aceptaron sin pensar en posibles sorpresas.
Antes de llegar a la otra residencia los dos secuaces de Draifer le dijeron a este que no seguían y se bajaron del automóvil. Draifer siguió armado y con máscara sin prever que los esperaba la policía. Al ver a los uniformados se lanzó a correr seguido por estos. Hubo forcejeos antes de ser atrapado. En la Unidad de Instrucción de 100 y Aldabó confesó como una cotorra y denunció a sus cómplices.
Pero en la cárcel Combinado del Este el atracador se proclamó inocente y se auto tituló defensor de los derechos humanos. Para probar su supuesta filiación comenzó una huelga de hambre, táctica empleada por los luchadores pacíficos por la democracia en Cuba. Entonces su mujer comenzó a moverse en una especie de ajiaco político para santificar al nuevo “luchador encarcelado”. Acudió por igual a representantes de la oposición y a la madre de uno de los prisioneros del gobierno de Cuba en los Estados Unidos.
Debido a la huelga de hambre, Draifer fue trasladado a Villa Marista, cuartel general de la policía política. El día del juicio le echó mano a otra historia increíble: era inocente pues al cometer el atraco armado él actuaba como agente encubierto para proteger a la víctima, y no recibió la protección policial. Como el tribunal no cree en cuentos ni mutaciones lo sancionó a 12 años de privación de libertad.
El caso de Draifer Herrera Dalmau llama la atención de algunos opositores pacíficos, alarmados ante el cinismo de delincuentes que intentan enmascarar sus delitos con valores que no comparten, lo cual puede desacreditar las luchas pacíficas por los derechos humanos en la isla.
CUBANET
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