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lunes, 2 de abril de 2012
CARLOS SALADRIGAS ¿CUANTAS TONELADAS DE CEMENTO SE NECESITAN PARA CUBRIR NUESTROS MUERTOS EN 53 AÑOS DE TIRANIA??????
CARLOS SALADRIGAS "EL NUEVO MESIAS" SALVADOR DE LA TIRANIA Y PACIFICADOR DEL EXILIO.
Texto de la conferencia dictada por Carlos Saladrigas, presidente del Cuba Study Group, auspiciada por la revista católica Espacio Laical en el Seminario San Carlos de La Habana, el 30 de marzo del 2012.
http://cafefuerte.com/miami/noticias-de-miami/politica/1733-carlos-saladrigas-no-puede-confundise-el-exilio-historico-con-el-exilio-histerico
UNA RESPUESTA MAS ELOCUENTE QUE MIL PALABRAS MIAS LE DA LA SEÑORA DE LAS LETRAS CUBANAS Y MIEMBRO DE ESTE EXILIO "HISTERICO" COMO YO (A MUCHA HONRA)ZOÉ VALDÉS
El exilio sincero y humano por la verdadera libertad de Cuba.
ABRIL 2, 2012
Zoé Valdés
¿Le habrá escrito el discurso a Carlos Saladrigas Bruno Rodríguez o alguien de la DSE? Es lo que parece. Su retórica pulsa en el mismo estilo que las reflexiones de Castro I.
La conferencia se desarrolló en el Seminario San Carlos y San Ambrosio, quiero que sepan, muchos de ustedes lo sabrán, que ese recinto, situado detrás de la Catedral de La Habana, que tiene entrada por la calle San Ignacio, a un costado, es bastante desconocido para la mayoría de -no digamos ya los cubanos, de los mismos habaneros-, porque no es un lugar abierto al público, rara vez lo han hecho (lo sé porque viví en Empedrado 505 entre Villegas y Monserrate, y luego en Mercaderes 2, durante varios años, los mi adolescencia y juventud). Entré en distintas ocasiones durante los años ochenta cuando se abrió al público extranjero: particularmente al actor español Imanol Arias y la que era su mujer en la época que se filmaba la película Cecilia de Humberto Solás, Socorro, así como a otros invitados en otras circunstancias. Así que desde luego, para entrar en ese lugar hay que estar muy autorizado por el régimen primero y por la iglesia después .
Los que allí estuvieron, en esa conferencia de Saladrigas, recibieron esas autorizaciones sin duda alguna, si no directamente, ellos saben que fueron autorizados por la iglesia, y porque el régimen autorizó a la iglesia a que los recibiera. ¿Por qué? Ellos solamente lo sabrán. Exceptuando desde luego a los periodistas independientes de verdad que fueron invitados para añadir un halo de libertad de expresión que no existe en la isla. Esos periodistas hicieron bien en ir, y los que no fueron están en su derecho de no asistencia.
La entrada, supongo que no fue abierta a todos los cubanos, porque de enterarse esa mayoría de cubanos que un señor que se vende como el “salvador” de Cuba y de su economía, que ha prometido microcréditos y demás farandoles para el éxito de la economía cubana, pero sobre todo para eliminar el hambre y la necesidad, me imagino que se hubieran volcado masivamente a oírlo, y el recinto no habría podido albergar a tantos miles de personas que se habrían reunido allí. Lo que no entiendo es por qué al “salvador” de la economía castrista no le entregaron la Plaza de la Revolución para que emitiera su discurso y lo fueron a esconder, quasi clandestinamente, en la guarida de los curas, y qué guarida; un día, supongo, el día que la dictadura quiera volver a chantajearlos hacia el exterior (porque en el interior ya lo hace), nos enteraremos de los guateques clericales en la guarida de los seminaristas.
En este discurso, este señor, que ansía desesperadamente pasar por moderno, o por un economista moderno -cosa que ya hizo el padre de los microcréditos: Mohamed Yunus, califica al exilio intrasingente de “histérico”, o sea, lo que, si vamos a ver las cosas como son, se califica a sí mismo en su propio pasado de “histérico·, simplemente porque eso fue él mismo hace solamente unos años, y también lo fueron sus padres, cuando lo enviaron como Peter Pan a Estados Unidos. Es una verdadera vergüenza, es como si a los miles de niños judíos y a sus familiares que los enviaron lejos para salvarlos, uno de ellos los llamara hoy “histéricos”.
Este señor, que no ha hecho absolutamente nada real y efectivo por la libertad de Cuba, pero al igual que los Castro, sí ha hecho mucho por repletarse sus bolsillos y sus arcas personales, cosa normal en el capitalismo, y que no ha dudado ni un minuto en explotar (en el sentido capitalista del término que no es ofensivo, al contrario) las fuerzas de sus mismos compatriotas en el exilio para hacerlo ahora aconseja a los cubanos que no hagan lo que él hizo, o lo que sus padres hicieron, que no se vayan, que se queden en Cuba a trabajar para él y para los Castro, arengando a hundirlos más en un capitalismo salvaje de cuyo atraso y apartheid será muy difícil salir. Todo esto, además, sin consultar de manera democrática a los cubanos, y como si los cubanos fueran a dejar que un “tronco e’trajín de pila bautismal” como él fue, vaya a obligarlos a doblar el lomo a cambio de promesas de microcréditos que todavía no sabemos bien de qué cantidad serán ni en qué forma serán entregados, seguramente a través del mismo régimen.
Allí estaba toda la disidencia autorizada por el raulismo light. Porque con toda evidencia sino lo estuvieran ya los habrían sacado de allí a patadas o a camillazos por el coco, los hubieran desaparecido vite fait, y les habrían quitado hasta a los hijos, como les han hecho a muchos en el pasado. Pero apoyar al raulismo light bajo las nuevas modalidades de microcréditos concede ciertas ventajas.
Este señor, Saladrigas, resulta curioso, siendo todavía hace unos años un anticastrista puro y duro consiguió un espacio en el diario El País, en las páginas privilegiadas, dedicadas a las mejores entrevistas, donde normalmente se entrevistan a políticos importantes y a gente de rango y alcurnia. Por su cara no habrá sido, ni por su inteligencia, sí por su astucia y habilidad (este discurso prueba que cuando le buscan las cosquillas no ríe, aúlla, delira, e insulta), mucho menos por su carisma, y lo único que ha hecho o sabe hacer, al parecer, son discursos de teólogo de mercachifle mediante, es dinero, y eso sí, armar mucha bambolla. Pero, no es desdeñable a estas alturas que nos enteremos que llevamos tiempo, largas décadas, en que en el asunto cubano, el dinero manda. Y sino, vean a los Castro. Por ellos pagan otros, claro, los soviéticos antes, la Unión Europea, Chávez después, y en cuanto se muera Chávez, Saladrigas no meterá su dinero en esa aventura, pónganlo por seguro, no, por el contrario aspira a que los comemierdas del exilio lo inviertan por él. Eso se llama no conocer a los Castro, que todo lo que tocan lo convierten en polvo oscuro, observen a Chávez, cada vez más desleído y prieto. No quiero ver lo que predijo Nostradamus sobre los Papas, ya sé, ya sé, busquean y vean, después que el penúltimo toque al mal, o apretó las manos del Mal… se desintegrará la iglesia, no habrá más Papas.
Pero a Saladrigas, que Nostradamus no pudo contemplar en sus profecías, ya que él sólo es un grano ínfimo en esa polvoreda que levantará el Maligno, Kniébolo, como llamaba Jünger a Hitler, se le quedará una cara de pajuato histórica. Y ni siquiera podrá virarse para los histéricos a implorar nuestro perdón. Qué pena, ni siquiera su amigo Max viendo cómo lo han tirado a él p’a la tonga ha podido aconsejarlo; sí, Max, el duende (pobre loca que quiere llamarse duende para parecerse a quién, ¿a Lorca?, pero qué clase de loca pretenciosa, paquetera y argollera).
Lo gracioso del tema es que mientras esto ocurre en terreno de seminaristas, como buenos racistas y clasistas que son les dan la espalda a los opositores negros que han sabido ponerse los pantalones ante el tirano, o sea a los opositores “histéricos”, ¿no? Oscar Elías Biscet, Antúnez, Ramón Alejandro Muñoz, Ángel Moya, Berta Soler, etc, que hay muchos, muchos no, muchísimos. Ellos no entran en el copito de la nueva clase del raulismo light. En esa nueva clase, casi todos son disidentes de diseño, marxistas o dícense social-demócratas sin haber militado jamás un partido como tal, han hecho su guanajita con la causa cubana, y no hay uno que no aspire a un Premio capitalista. Son católicos para colmo y claro, políticamente correctos, por supuesto aspiran, cómo que no, por ejemplo, al Premio Nobel de la Paz, sin embargo apoyan a un nuevo huelguista de hambre o a cuanto les diseñen en el Comité Central, que por suerte ha hecho poco ruido, porque ya la gente no se cree que un huelguista de hambre que lleve más de veintantos días sin comer pueda twittear su estado cada dos segundos.
Pero eso no es lo curioso, lo curioso es que una persona que aspire al Nobel de la Paz apoye una huelga de hambre bajo la Cuba de los Castro, sabiendo que hasta ahora, el destino de los que las han hecho de verdad bajo el castrismo ha sido la muerte. ¿Cómo se puede ser tan cínico e inhumano de retratarse posando al lado de una persona que sabemos de antemano que si no está pifiando morirá sin pena ni gloria -por el momento-, del mismo modo que han muerto los demás, Zapata Tamayo y Vilmar Villar Mendoza y los once anteriores a ellos dos? ¿Cómo se puede ser creyente y alentar las huelgas de hambre bajo el castrismo, cuando saben sobradamente que no conseguirán absolutamente nada de lo que piden, enviando de este modo a padres de familia, a hijos cuyas madres quedarán desamparadas y será desterradas sin contemplaciones, a la muerte? Sobre todo cuando alentando estas huelgas de hambre lo único que se busca es la publicidad personal y el espectáculo*. Dégueleuse!
En cuanto a Carlos Saladrigas, volvamos a él, algo si no tiene de bobo, él no va a arriesgar su dinero, él lo que está embarcando o queriendo embarcar es el dinero del exilio, allá los tontos que se lo crean. Acuérdense que los Castro desplumaron a los soviéticos, desplumaron a Chávez, y seguiran desplumando a quienes a ellos les convenga. Sus hijos, sus descendientes, hacen lo mismo, creando ONGs ya empiezan a desplumar las economías europeas pidiendo ayudas monetarias y mendigando créditos en nombre del pueblo cubano y culpando al embargo estadounidense para seguir viviendo como pachás y salir retratados como la alta jerarquía que son en un libro del primer fotógrafo imbécil o colaboracionista que se deje comprar con viajes, mulatas o mulatos, y noches locas con todo lo que necesiten para volar en el infierno castrocomunista, paraíso para ellos.
Así que, podrá Carlos Saladrigas seguir llamándonos “exilio histérico” todo lo que a él le dé su real gana, que cuando los negros cubanos y todos aquellos a los que han despreciado él y su camarilla, y que son tan “histéricos” como nosotros, porque pensamos igual, y a los que solamente los mueve la libertad de Cuba, asalten las calles, y se arme la que arme, tendrá por seguro que llevar en su conciencia el derramamiento de sangre de un pueblo. Yo él, si tuviera el dinero que dicen que tiene Saladrigas, lo invertiría en hacer lobby internacional con el objetivo de que los presidentes de la democracia mundial acaben de enviar al Tribunal Penal Internacional de La Haya a los dos asesinos y a toda su parentela involucrada en aquel horror. Aunque claro, ¿quién ha hablado de perder su dinero? No, él lo que quiere es multiplicarlo, a costa de quien sea. ¡Él quiere el modelo de Singapur! ¡O el de China! Y si para eso tiene que embarcar al Vaticano y a los curas, pues ya lo está haciendo con la anuencia del mismo gobierno estadounidense.
Finalmente, digámoslo, los Castro son brillantes genios de la manipulación, han conseguido que el presidente de Estados Unidos y un empresario Peter Pan les levante el embargo por debajo del tapete, y así y todo siguen burlándose de ellos, insultándolos, y cobrando sumas estratosféricas haciéndose pasar por las víctimas de lo que ellos llaman rasgándose las vestiduras: bloqueo.
Nosotros seremos el exilio “histérico”, pero lo que sí está claro es que Saladrigas y compañía no son ni serán jamás el exilio histórico. En el exilio histórico están Reinaldo Arenas, que despreció y se defecó olímpicamente en Saladrigas y en gente como él, y está Guillermo Cabrera Infante, que pese a gentuza como ésta, que son un auténtico lastre para la cultura y el humanismo, hizo una carrera envidiable a fuerza de trabajo, de talento, de perdurabilidad, ganándose los premios después de muchísimos años de zozobra, de angustias, de enfermedad, y de trabajo laborioso en una obra que es como un crisol de todas las verdades cubanas. Y a Lydia Cabrera, que murió con dignididad en el exilio, y a la que le han desplumado la obra, vendiéndola como les ha dado la gana, después que la humillaron y vejaron, robándole sus derechos de autor, que deberían ser vertidos a sus herederos, que al no tenerlos, al parecer, deberían ir al pueblo cubano en democracia.Y así, como ellos, tuvimos a muchos.
No, Saladrigas y la mediocridad que queda en Cuba, a los que los envía a viajar y a copiar todo lo que hacemos los “histéricos” del exilio el mismo régimen, no tendrán nada que ver con la esperanza, con las raíces cubanas, y con la verdadera y sincera historia de Cuba. Porque nosotros somos, como escribí en uno de los últimos capítulos de El todo cotidiano, el exilio sincero, y contra esa sinceridad nada se podrá, como no se puede aliviar el padecimiento de un cáncer con curitas y fuegos artificiales.
Saladrigas, si acaso, tiempo al tiempo, quedará como el mingo de la historia, pero más mingos serán los que inviertan sus economías y sus rquezas en seguir dándole válvulas de escape y respiración artificial al castrismo.
Esa conferencia en la sala Félix Varela, que lleva el nombre del hombre que nos enseñó a pensar, es una burla más a todos los cubanos. Porque Saladrigas y gente como él lo único que han hecho hasta ahora es ignorar el pensamiento de los cubanos, sus ansias de libertad y desarrollo justo, al igual que los Castro ignoran, plagian malamente, y avasallan a los verdaderos representantes de la cultura cubana. ¿Por qué no enfrentan la polémica? Pues, es muy sencillo, porque los totalitaristas de corazón y de alma no estarán aptos jamás, debido a su enorme ignorancia, enfrentar la polémica, no disponen de argumentos para ello. ¿Cómo se conoce a un totalitarista de alma? No se despintan, jamás responde por escrito una carta, ni a una llamada teléfonica, ni a un email. Ellos creen que han nacido elegidos para hacer y deshacer el mundo, y en nombre de eso se imponen, imponen sus falsos criterios como la verdad absoluta, y son capaces de destruir la verdad y la sinceridad humana, con tal de ganar. Es posible que ganen periódica y esporádicamente, pero jamás triunfarán en la memoria de los pueblos. ¿La prueba? Desde hace décadas, más de medio siglo, los cubanos siguen leyendo a José Martí, citan sus versos amorosos y libres, pasando totalmente de largo por las especulaciones castristas que se hicieron y se hace de su obra política, y no hay un solo cubano que pueda citar de memoria una frase bella y humana de los tiranos y sus cómplices, porque esas frases no existen, nunca fueron dichas y mucho menos escritas.
Las frases martianas no dan de comer, me dirán ustedes, pero recuerden que la fuerza espiritual de los hambrientos ha sido la que histórica e invariablemente ha sabido derrotar a las dictaduras. Lo que hay es que estar preparados para una vez que los tiranos hayan sido derrocados podamos reconstruír el país, y ahí tendría su plaza Carlos Saladrigas, también, pero no él solo, en exclusividad, sino entre muchos cubanos que poseerán los mismos derechos y deberes, porque como escribieron aquellos Cuatro (Félix Antonio Bonne Carcassés, René Gómez Manzano, Vladimiro Roca Antúnez, Martha Beatriz Roque Cabello) que no deberíamos olvidar tan rápido: La patria o el país es de todos. Y existirán otros proyectos, políticos, económicos, como el de La Rosa Blanca, entre muchísimos más. A eso le llamaremos Cuba libre, justa y democrática. Por ella han muerto ya demasiados cubanos.
Zoé Valdés.
(*) Según me dicen el médico huelguista de los twitters recién ha depuesto su huelga con el consentimiento y apoyo esperados, puesto que ha conseguido lo que pedía. Es el primer huelguista de hambre en la historia de Cuba que obtiene por parte del régimen lo que pidió, ¿qué les parece?
Nota: Me recuerda Miriam Gómez que no debemos ofendernos, puesto que del mismo modo que Saladrigas llama el exilio histérico a los intransigentes como nosotros, y el retrato que él hace del exiliado histérico, es exactamente igual a lo que dijeron de José Martí en su época, al que llamaban loco e intransigente.
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