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jueves, 29 de diciembre de 2011

Las “generosidades” del paraíso castrista.Por Zoé Valdés



Como no es capaz de alimentar tras las rejas a toda esa cantidad de delincuentes que produce el “paraíso castrista”, y ya eran demasiados –se contaban por cientos de miles– los suicidios y los asesinatos en las cárceles, prefirió liberarlos.


El General Castro II acaba de indultar a casi 3.000 presos comunes. Como no es capaz de alimentar tras las rejas a toda esa cantidad de delincuentes que produce el "paraíso castrista", y ya eran demasiados –se contaban por cientos de miles– los suicidios y los asesinatos en las cárceles, prefirió liberarlos. Que salgan a las calles, a pasar hambre y necesidad parejo, igual que el resto de los cubanos. A luchar la yuca, taíno...

En su discurso, sin embargo, la Generala Achinada en Jefe, se refirió a los presos políticos como "espías de potencias extranjeras". O sea, intentan ahora poner en el mismo nivel a los opositores anticastristas con los cinco espías castristas que Estados Unidos mantiene en prisión, tras juicios, por el hecho de espiar sin autorización en territorio norteamericano. Esa siempre ha sido la táctica de los dos tiranos: rebajar a los demás a la miseria y la mentira que los mueve a ellos en pos del poder absoluto y eterno.

Mientras liberan a estos 3.000 presos comunes, no sólo quedan en las celdas tapiadas muchos luchadores por la libertad de Cuba, además se encierra en cárceles de máxima seguridad a varios opositores, entre ellos a tres personas que lo único que han hecho es manifestarse pacíficamente en las calles habaneras. Ellos son Ivonne Malleza, Ignacio Martínez, su esposo, e Isabel Álvarez Mosquera. Las dos mujeres fueron conducidas a la horrenda prisión de Manto Negro. Ignacio Martínez, a la reconocida cárcel del Combinado del Este, reconocida por el nivel de crueldad y de tortura que se aplica en aquel siniestro recinto. Ninguno de los tres ha sido previamente juzgado, y lo que hicieron, reclamar libertad y clamar que el pueblo de Cuba pasa hambre en las calles cubanas en dos ocasiones solamente, no merece que sean desaparecidos y encarcelados con semejante severidad y sin ser procesados mediante la justicia de un tribunal imparcial.

Esto ha ocurrido en los últimos días en Cuba. Sin embargo, las noticias que se leen en Francia en la mayoría de los periódicos, hasta en los de derechas, que al parecer copian a L’Humanité en sus intenciones, son exclusivamente acerca de las benevolencias del régimen al liberar a esos delincuentes comunes, quienes, por cierto, dicen que han salido graduados todos de la universidad, vaya, vaya, qué generosidad; y de tratar el tema migratorio con "esperanzas", aunque lentamente. "Esperar" sigue siendo la palabra de orden. ¿Esperar, hasta cuándo? ¿Otros 53 años más?

La estupidez de esa prensa, por no llamarlo colaboracionismo, da asco, pero eso es lo que trajo el barco, eso es lo que hay, no hay de otra en relación a Cuba y a los cubanos. Y esa es la razón por la que el pueblo de Cuba no se bota para las calles, porque cuando lo han intentado, la prensa internacional ha hecho la vista gorda, y ha mirado hacia otro lado, y mientras tanto lo único que hace es esperar a que el régimen cambie y se hagan buenos y correctos, por obra y gracia del espíritu santo.

Pero si además de eso, le añadimos que tampoco la disidencia reconocida mundialmente, o sea, tampoco los famosos de la oposición tocan el tema, y ni siquiera mencionan a los perseguidos políticos, a los de verdad, a los que salen a las calles a batirse en contra de la tiranía y a los que la policía les entra a trancazos, los apalean, los encarcelan; y, por el contrario, se ponen a contar de manera ombliguista que ya no podrán irse, que los dejaron con las maletas compuestas, y a regodearse en ellos y en su dramismo de pan con timba y en su pequeño mundillo selecto, pues mal vamos, cada vez peor, porque precisamente esta disidencia de élite, esos blogueros a los que nadie toca ni con el pétalo de una rosa, es a los que el mundo escucha y sigue, sin cuestionarse que otras personas están padeciendo el castrismo de manera más violenta, y menos romanticona. Pero la película del castrismo, con sus disidentes semiautorizados, es la que agrada a los franceses, y a los españoles, y a medio mundo, es la cosa romántica y melosa que los encandila.

Yo no acabo de comprender que esos mismos disidentes, que se autotitulan los únicos representantes del pueblo cubano frente a la prensa internacional, estén más interesados en largarse del país que en seguir allí –de lo que tanto se han llenado la boca y con lo que se han dado autobambolla, criticando a los exiliados– batallando por la libertad de Cuba. ¿En qué quedamos, se quedan o se van? ¿Cómo es posible que sólo vean y escriban, a favor del gesto del régimen (¡el colmo!) de liberar a 3.000 delincuentes, cuando sus compatriotas, los opositores siguen detrás de las rejas, y las detenciones y encarcelaciones se acentúan?

Pero el "paraíso castrista" tiene eso, que hasta de infierno va de bueno, disfrazado de cordero, y todo el mundo, hasta algunos disidentes de lentejuelas, lo encuentra genial, aunque muy pocos turistas ideológicos querrían mudarse para allá, y mucho menos los autóctonos desearían seguir soportando el calor de las calderas.

A remar, a remar, que el mundo se va a acabar, es lo que le queda al pueblo, o a remaldecirse en silencio... En el 2012, es probable que, según los mayas, se acabe el mundo, pero el paraíso estará en Aquella Isla, y los taínos seremos los esclavos del resto de los habitantes del planeta, todos reunidos en la barca de Noé dándole vueltas a la isla, pero sin decidirse a quedarse en ella.

Algún karma estaremos cumpliendo, o nos tocó bailar con la más fea, y dormir abrazaditos al mismísimo Satanás. Líbrennos de todo mal... meen.

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