Las cenas del prisionero Fidel Castro en el Presidio Modelo
Durante los 22 meses de prisión de Fidel Castro en el Presidio Modelo, por el asalto al cuartel Moncada, se le permitió cocinar en la cárcel, lo que a la luz de la muerte de un opositor por huelga de hambre y de los testimonios de lo que comían los disidentes excarcelados en las prisiones cubanas resulta una macabra ironía.
En una entrevista para la televisión cubana durante la reapertura del restaurante Madrid, en La Habana, durante el 480 aniversario de la fundación de la capital cubana, Fidel Castro se vanaglorió de cocinarse en la prisión “unos platicos”, entre ellos unos exquisitos frijoles negros, gracias al privilegio de contar con una pequeña cocinita privada, y a la posibilidad de poder comprar aceite de oliva y otros productos en la tienda de la cárcel llamada Presidio Modelo, ubicada en la entonces Isla de Pinos.
En 1959 los papeles cambiaron. Fidel de presidiario pasó a carcelero.
Un valioso joven acaba de morir en huelga de hambre en una de sus cárceles. Prefirió poner en riesgo la vida por reclamar su libertad y la de miles de cubanos, quienes claman por vivir en una sociedad justa. El santiaguero Wilmar Villar Mendoza eligió luchar hasta morir, antes de quedarse en casa con un plato de comida junto a su esposa y sus dos niñas.
Cuando se observa este video de Castro, quien cuenta satisfecho de sus habilidades de chef en una cárcel de Batista, delante de alcaldes españoles y latinoamericanos, resurgen las imágenes de los presos políticos cubanos, quienes revelan en su físico, la insuficiente y precaria alimentación recibida durante sus estancias en las cárceles cubanas.
¿Quién no recuerda al opositor Ariel Sigler Amaya cuando llegó en silla de ruedas a los Estados Unidos? Era la imagen de la destrucción total. Los serios trastornos digestivos unidos a un continuado maltrato carcelario provocaron una espectacular pérdida de peso. Sigler cuando es condenado pesaba 220 libras. Al llegar a la ciudad de Miami solo contaba con 116 libras. Cuando hablamos con Ariel acerca de lo que comían en prisión nos dijo: “Yo puedo escribir un libro sobre eso, era muy inhumano”.
Su hermano Guido Sigler, quien cumplió 8 años en el Combinado del Este de La Habana y en la prisión Agüica en Matanzas, aún se espanta cuando habla de aquella masa de croquetas diluidas en agua caliente que los presos llegaron a llamar Caldo Loco y Caldo Avión. “Todo esa porquería nos creó serios trastornos digestivos” nos comentó.
Pablo Pacheco, preso político de la Primavera Negra del 2003, quien cumplió 7 años, de ellos 17 meses en solitario, en las prisiones de Agüica, Morón y Canaleta, recuerda aquél arroz con gusanos, el gofio hervido con azúcar. Aún resuena en su memoria el menú día a día, como la pasta alimenticia que “tenía tremenda peste, pero había que tragársela. En fin lo que no se comían los animales se lo daban a los presos”
Nos manifestó que bajó 35 libras en los primeros 50 días. “Todos teníamos trastornos digestivos. Eso fue muy cruel”.
Durante esta investigación encontramos una publicación en Internet asegurando que Fidel Castro durante su estancia de 22 meses en el Presidio Modelo, recibía comidas de uno de los restaurantes de la ciudad de Gerona, la capital de Isla de Pinos.
Los presos políticos cubanos solo se le es permitido que sus familias le lleven comidas cada tres o cuatro meses el día de la visita. José Luis García Paneque uno de los opositores de la Primavera Negra que muestra en su cuerpo los horrores de la alimentación en las cárceles cubanas. Durante 7 años y 4 meses al plato principal le llamaban “Pancho el Bravo, una especie de sopa de los mil demonios”.
Dice Paneque: “no tenía ni soya de la mala. Después de matar la res, cogían lo que sobraba, lo que nadie quería, las tripas, el cuero, la ubre. Entonces lo molían todo y lo hacían picadillo para después mezclarlo con sangre, que casi siempre se podría porque no había refrigeración. Pero había que comérselo”
¿Pero no tenía un poco de aceite, aunque no fuera de oliva como tenía Fidel en el Presidio Modelo? Le preguntamos para provocarlo.
“A la prisión llegaba el aceite, no de oliva, claro, pero algunos presos trabajaban en la cocina y lo veían, pero los guardias y los jefes del penal se lo llevaban. La corrupción está en todas partes en Cuba” nos dice Paneque, quien vuelve a mencionar al plato fuerte:
“Eso de Pancho el Bravo, era en la prisión de Santa Clara, porque cada cárcel tiene su especialidad de comida desgraciada. Ardía en el estómago como si fuera ácido. Era tan fuerte que marcaba los platos. Desde que llegaba a las galeras todo el mundo lo sabía pues el olor caminaba por los pasillos”
Paneque, quien estuvo en varias cárceles, comenta que en ocasiones les daban Tenca, un pescado que salaban en medio del patio durante días, después que los ratones se habían despachado.
“Todo eso nos dañaba el estómago creándonos una mala absorción intestinal. ¡Pregúntale a Ariel y a Normando, a Pacheco, a todos! Era la muerte lentamente a través de la comida, era como ponernos en huelga de hambre”
“Lo que no sirve mándalo para las prisiones” me aseguraron todos los entrevistados, quienes recibieron un múltiple castigo por haber reclamado libertad de expresión a un régimen que los encarceló, los separó de su familia, y les proporcionó daños casi irreparables en su salud, a través de malos tratos y de una pésima alimentación.
Mientras, en la memoria, el relato orgulloso de Castro, de sus habilidades culinarias, cuando era un preso cumpliendo años por el ataque a un cuartel donde murieron soldados.
De aquél día de alardes y recetas es este video que acaba de llegar a manos de Universo Increíble para que el mundo conozca mucho cocinero y carcelero mejor al de la Isla de Cuba.
Fuente: OSCAR SUAREZ
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