NI LECH WALESA NI VACLAV HAVEL
Adri Bosch
Se acaba de crear en La Habana otra agrupación, puede que temporal, puede que definitiva o solo como lo que se anuncia que es, el Foro por los Derechos y las Libertades. Es un bonito nombre y es una muy alta definición de lo que se debería lograr, una convergencia de agrupaciones para “discutir asuntos de interés actual ante un auditorio que a veces interviene en la discusión”.
Así define la palabra “foro” la Real Academia de la Lengua Española.
Unas cuantas preguntas, sin embargo, me vienen como siempre al caso, y tienen que ver precisamente por la definición que la propia RAE hace de la palabra “foro”.
Estas son:
¿Quiénes constituyen el auditorio de esta reunión o convergencia de agrupaciones o de “personalidades”?
¿Qué repercusión tiene en el auditorio mayor, que es el pueblo cubano?
¿Quiénes lo oyen, cómo lo oyen, cómo pueden intervenir y para quiénes se discute en este “foro”?
Algunas de estas preguntas pueden solaparse. Por ejemplo, es el caso de la primera, ¿quién es el auditorio?, y la segunda que le sigue, ¿cómo repercute ese “auditorio chiquito” en el “auditorio grande”?
En Cuba hemos vivido todas las etapas. Aquella primera en que se convocaba “reuniones públicas” en la Plaza de la ¿R?evolución para aprobar, sin más ni más, a contrapelo de levantar las manos en la oscuridad y masividad de las multitudes, actas, resoluciones, acciones y desgajamientos patrióticos.
Después llegó la etapa de la calcificación del organismo social de esa ¿r?evolución: la institucionalización de los “auditorios chiquitos”, que se reconvertían en la voz de aquellos que levantaban la mano en aquella plaza, ante el grito de altavoces de los bufones, como recuerda Nietzsche en “Así habló Zaratustra”, esta vez en teatros y canales televisivos.
De ahí, quizás, salió esta idea perfecta de la sala de televisión forista, ¿no es así Rodiles?
Desde 1976 se institucionalizaron los “auditorios chiquitos” para hablar en nombre de los “auditorios grandes”, de tal asunto hoy nadie cree en las instituciones que debieron erigir la democracia y, en la realidad, construyó una plutocracia de generales y doctores, con una claque muda, que ni cuestiona ni reclama ningún derecho o libertad.
Y de aquel palo salió esta “astilla”. También los “auditorios chiquitos” en la disidencia, con los mismos disidentes y los mismos rostros que se dispersan en esa suerte de fuegos artificiales, cada uno reclamando por sus lados, iluminando sus propios techos, ocupando plazas y auditorios virtuales en el mundo menos en su plaza local: Cuba.
Nadie en ese país conoce de ese foro. Nadie conoce a estos “dirigentes” sociales. Los disidentes cubanos son caciquillos dirigiendo sus bohíos techados, video-grabándolos y mandándolos a las redes sociales.
Y entonces una de las definiciones de la RAE me trae esa angustia de que estamos ante lo mismo, el retruécano de otra agrupación de los mismos, o de un grupo de los mismos, o parte de los mismos. ¡Qué se yo!
La pregunta que asalta de inmediato es, ¿están todos los que deben estar?
Dude, dude de todo. Ya hemos visto por estos días como muchos de esos rostros mencionan unas listas, y otros mencionan otras, y quedan, siguen quedando nombres ajenos a la lista general de presos políticos de Cuba.
Casi al dedillo puedo afirmar que quien único ha hablado por todos los presos es Berta Soler, que no ha tenido que ver en ninguna lista, que ha hablado claramente que no están todos en esas dichosas enumeraciones del premio Oscar cubano para la libertad prestada.
La definición entonces cuestionadora de la RAE que me preocupa sobremanera es aquella que reza, definiendo a “foro”: “parte del escenario o de los decorados teatrales… “, etc.
Y, sí, mi pregunta es si este foro de “derechos y libertades” no es otro de los decorados y escenarios con que nos tiene habituados esta disidencia mediática, que filma videos para YouTube, para los diarios y la televisión internacional, pero que no discute nada ni se acerca al “auditorio grande”, bajo ningún concepto.
Nadie ha pensado, por ejemplo, en usar la telefonía celular que se extiende en el país para conectar la oposición, la sociedad civil, con las fuentes que deberían nutrir sus filas, el pueblo de Cuba. Nadie ha intentado expandir aplicaciones para influir, dispersar información, convocar, acercarse al pueblo.
¿Es que no hay ningún informático local que los ayude? ¿No hay un ingeniero de sistemas y telecomunicaciones que le extienda la mano para ese proyecto?
[Conozco la respuesta, pero les dejo a ustedes que la encuentren]
Tienen que esperar, entonces, por la AP que descubra a la USAID intentando hacerlo por ellos. ¿De qué vale y qué poder concientizador tiene que una nación extranjera, una agencia federal de otro gobierno, se preocupe por hacer lo que es tarea vital, esencial, de la disidencia interna, de los cubanos?
Y es por eso que mis dudas pesan sobre todos esos rostros ¿disidentes? que veo en el foro de “libertades y derechos”.
Se ha discutido tanto sobre por qué en Cuba no ha surgido una “Primavera Árabe”. Casi todos achacan a un lado de la ecuación la ausencia: la represión del gobierno. Pero existe otro, la desconexión de la llamada disidencia con su pueblo. Es fácil poner la primera variable, la segunda es dolorosa, y causa molestia.
Pero la esencial causa de que no exista en Cuba un futuro mediato, ni se avizora, donde se pueda adivinar una transición hacia la democracia es la inexistencia de figuras de calibres que generen a su alrededor un movimiento verdaderamente popular.
No tenemos ni a un líder obrero, sindical, de la estatura de Lech Walesa. Ni una figura intelectual que aglutine la intelectualidad cubana, como lo fue Vaclav Havel. Por lo que se avizora, si ocurriera algo en La Habana, no sería una Checoslovaquia ni una Polonia. Tampoco una Alemania, porque en Cuba no hay un país dividido artificialmente.
Si llegara ocurrir algo sería como el caso de Rumania. Una sublevación masiva salvaje, repentina, un caos popular de proporciones incalculables, donde la ¿disidencia? estaría acoquinada en sus casas preguntándose qué hacer.
No es una conjetura, es una realidad. Ya ocurrió cuando el “maleconazo”. No hay que recurrir a muchas adivinanzas y fórmulas quiméricas.
Por lo demás, yo no espero Rumania. Quizás un Vietnam mediocre con mucho de Ru$ia putinezca. Nada más.
Yo pudiera seguir aplaudiendo automáticamente, cerrando los ojos a la evidencia, y agradeciendo el valor de estos nombres, pero hasta que los que se llamen ¿disidentes? me demuestren que están ”con TODOS y por el bien de TODOS”, aquí me quedo, tomando la definición de tablado teatral para estos foros.
Con la rabia del cínico, y la ironía trágica del agnóstico.
TOMADO DEL BLOG DE ADRI BOSCH
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