Más cínico no se puede ser
Pacto entre católicos, yorubas y comunistas clasifica de sumiso y desmemoriado
lunes, marzo 10, 2014 |
Víctor Manuel Domínguez
|
6 Comentarios
Perseguidos y marginados desde los inicios de la revolución, muchos católicos besan la misma bota que les dio punta pies generación tras generación. Sin mediar una disculpa por parte del perseguidor, las sotanas se pliegan bajo los trajes verde olivo, y los versículos bíblicos se adecuan a las teorías de El Capital.
Los gritos de ¡Viva Cristo Rey! lanzados por jóvenes católicos antes de ser fusilados en El Foso de los Laureles, en San Carlos de la Cabaña, se apagaron con las ferias del libro de La Habana, bajo soporíferas lecturas del Manifiesto Comunista, La batalla de Cuito Cuanavale, o Fidel y la Religión, de Fray Beto.
La prohibición gubernamental de realizar procesiones religiosas, causante de los disturbios ocurridos en la iglesia de La Caridad del Cobre, el 8 de septiembre del año 1961, y de la deportación en el buque español Covadonga de 33 sacerdotes cubanos, 86 españoles y de otros países, parece que nunca ocurrió.
Asimismo, el encierro de cientos de cristianos en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP, 1965), la prohibición a los religiosos de portar sus símbolos, acceder a los estudios en igualdad de derechos que los declarados ateos, y otras perversas exclusiones, son inventos de la oposición.
Por otra parte, ¿qué persona de la raza negra exhibió los atributos de sus orishas, ya fueran Changó, Yemayá u Obatalá? ¿Acaso no fueron excluidas las manifestaciones relacionadas con las religiones y cultos de origen africano, en las conclusiones del Primer Congreso de Educación y Cultura celebrado en 1971? ¿No eran calificados de oscurantistas los practicantes de esa religión?
Entonces, y como bien señalara el escritor cubano Félix Luís Viera en su artículo Yorubas, católicos, comunistas (Cubaencuentro, 24-2), ¿qué hacen Dianet de la Caridad Martínez, presidenta del Movimiento Juvenil Cristiano, y Antonio Castañeda, presidente de la Asociación Cultural Yoruba, junto al poder representado en la figura de Miguel Díaz-Canel? ¿Bolillos o un tour?
La sumisión y la desmemoria es tanta, que hace poco el señor Castañeda expresó al Semanario Trabajadores que “con la revolución llegó la libertad de culto al país”. Más cínico no se puede ser. Y si en verdad el error y el perdón son humanos, el arrepentimiento también. Y que yo sepa, nadie se arrepintió.
De acuerdo con el artículo de Félix Luís Viera, autor, entre otros, de Un ciervo herido (basado en sus experiencias de la UMAP), “el poder –en este caso político, o mejor decir, tiránico, facilita a quien lo posee involucrar, arrastrar, satanizar o manipular a otros que no son poderosos, ni lo desean, pero han tenido la buena o mala suerte de, en algún momento, caer cerca de aquel”.
Y es esa buena o mala suerte junto al poder, la que usan instituciones religiosas y fraternales para no ver lo que ocurre en el país. ¿De qué búsqueda de valores humanos se puede hablar en una sociedad que no sólo los perdió, sino que quienes debían estimularlos se alían con el poder para vivir mejor?
Mientras se discrimine por razones raciales o políticas, se coarte la libertad de expresión y asociación, no se mejoren el transporte, la vivienda, los salarios, y no se deje de dar golpizas a los opositores, en fin, no se respete la dignidad del cubano, no hay nada que conversar.
vicmadomingues55@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario