Liú Santiesteban
Hace rato que trato de evitar este tema, porque creo que la mala publicidad no existe. Pero como la cosa ya se pasa de castaño oscuro, hay que mojarse.
Resulta que en las entrevistas y artículos de porquería que escribe esta señora disidente, opositora, periodista y bloguera de alcurnia, jamás hay una referencia a la represión en Cuba. Ni a la única necesidad que Cuba necesita cubrir para salir de la miseria y la falta de derechos, que es la democracia.
En lugar de eso Yoani parlotea sin cesar, intenta esconder la disminución del tráfico en su blog (ya lo veremos en el próximo ranking de Wikio) y pretende que el mundo la siga, a pesar de que no evoluciona, ni como disidente ni como opositora y mucho menos como periodista.
Se ha quedado anclada en su piso catorce y tiene tantos artículos que simular que son suyos; y tantas intervenciones patéticas en eventos y programas de radio, que no tiene tiempo (o no tiene la orden) de ocuparse de darle cobertura, ni periodística ni bloguera a los verdaderos opositores.
Me dio mucha gracia un titular en Diario de Cuba con las palabras de la farsante: La tecnología nos protege. Y tiene razón. La tecnología nos protege a los cobardes. Los que estamos aquí sentados escribiendo en nuestros Blog, sin salir de casa a poner el pellejo para los palos y los actos de repudio. (Habrán notado que me incluyo)
Pero la tecnología no protege a Sara Martha Fonseca, presa a estas horas desde el domingo, ni a Martha Beatriz Roque, brutalmente golpeada, ni a Antúnez, ni a los valientes de Palmarito, a los que todos hemos visto en estos días salir a la calle a reclamar los derechos que nos pertenecen a todos, Yoani Sánchez incluida.
Esos no están protegidos, y los videos surfean en youtube y hasta en la TV de Miami.Y hasta TVE, el canal público de España, gobernada por un partido socialista, ha llamado al desgobierno de Cuba lo que realmente es: Una dictadura comunista.
Sin embargo Yoani Sánchez se siente protegida, y no me extraña, porque en su intervención en su nuevo programa de radio, linkeado en Punt de Vista, hay que oírla hablando de cifras de importación de café, como toda una experta cafetalera, aunque a mí me recordó de inmediato a Fidel Castro, fanático de dar cifras de toneladas de todo, aunque no supiera ni un pepino de lo que hablaba.
Pero donde está el artículo de Yoani Sánchez denunciando la ola represiva de la que tantas mujeres están siendo víctimas en este momento. No digo ya su presencia física, para que haya repercusión, no solo en la prensa que la desea, porque en tiempos de crisis y no tanta crisis, todo vale para vender tiutulares, sino hasta para brindarles esa protección de la que dice que goza.
Hoy por hoy, no hace falta señalar la falsedad o cobardía de Yoani Sánchez, según se mire, ni su inconsistencia política, ni su extenso vocabulario metafórico, sí, pero tan repetitivo que parece haber agotado los símiles aprendidos en esa facultad que la graduó en la universidad. No, eso no hace falta. ¿Y saben por qué?
Porque ahí está el dedo invisible pero incuestionable de Sara Martha Fonseca, de Sonia Garro, de Berta Soler, de Laura Pollán, de Antúnez, de José Daniel Ferrer; y de tantos otros que están poniendo la carnaza en el asador, no de los papis autoritarios como cariñosamente les llama Yoani Sánchez, sino de los hijos de puta que nos reprimen, ningunean y extorsionan todos los días, a todos, menos a Yoani Sánchez y a su cuadrilla twittera.
Liú Santiesteban.
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