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domingo, 26 de septiembre de 2010

Doctrina, cuna y pan.por Luis Felipe Rojas












A unos días de haber comenzado el nuevo curso escolar hojeo los libros del curso de mi hijo Malcom y me parece pesada la carga con la que tendrá que bregar. Mi esposa y yo compramos forros de colores, recortamos piezas de nylon para cubrirlos y les pegamos unas figuritas para que se vean mejor. Pero lo que me preocupa no es el exterior sino la carga de veneno que recibirá en los próximos diez meses.
Su libro de Lectura de 2do está infectado de viñetas con milicianas, fotos de Camilo y Che Guevara, un Abel Santamaría, un cuartel Moncada, una mancha negra, en alto contraste que debe ser Fidel Castro tirándose de un tanque de guerra en un recodo de Playa Girón… y mil consignas más.
En el bullicio de las mañanas que le esperan su maestra le inyectará, como si estuviera cumpliendo un deber sagrado, lo que ella misma lleva inoculado por casi medio siglo de existencia: el odio al enemigo, el amor a un líder,el apego a una ideología que su edad (la de mi hijo) no le permite tomar como una opción.
En medio del curso que comienza el libro de Lectura que ‘no nos han cobrado como un signo de la benevolencia revolucionaria’ le trae la Jornada de Abril (un mes que me recuerda las flores que dicen los poetas), en el que tendrá que repetir a fuerza de costumbre que sí, que será como el Che Guevara, con la mano abierta a la altura de la frente. También le trae una jornada en octubre que deberá cumplir -la Jornada Camilo-Che, donde siempre se habla más de éste que de aquél.
Es una encerrona contra la inocencia de sus casi siete años. Pancartas con la imagen de los Cinco espías presos en Estados Unidos, la cantaleta de la Televisión en sus cuñas no comerciales, pero sí ideológicas, en fin, un cerco del que le será harto difícil escapar sin un rasguño. Nos tocará a nosotros en casa hablarle de la primavera y el invierno, del polen de las flores y las estrellas en la noche. Igual tendremos que acercarlo a la tierra para enseñarle a sembrar los árboles que mañana le darán sombra, flores y frutos, e intentar a como dé lugar que aprenda a ser un hombre bueno. Será un camino largo y espinoso.


(Blog Cruzar las alambradas)

En defensa del castigo




En defensa del castigo

Carlos Ripoll







Toda persona tiene derecho a manejar a su modo la afrenta que padece. A unos los llevará al odio y a superar acaso el delito con la venganza; a otros al aguante y hasta la disculpa de quien les produjo la pena. Hay delitos unipersonales y hay delitos que afectan a muchos, y aun a ideas y sentimientos. Se pueden perdonar los primeros, pero los que no son exclusivos obligan a castigar al culpable. El crimen de lesa patria no puede quedar impune, es colectivo, y a muchos obliga la justicia.

La independencia de Cuba pecó de generosa. Por el cansancio del conflicto, y con la mano extranjera en el apuro de la codicia, los delitos de España quedaron impunes. Había Martí prometido en el Manifiesto de Montecristi que ''la guerra, y después de ella'', iba a ser ''piadosa con el arrepentimiento e inflexible con el vicio, el crimen y la inhumanidad''. Pero no pudo el país ser ''inflexible con el vicio, el crimen y la inhumanidad'', ni tuvo la compasión cabida para los arrepentidos, porque, sin los castigos necesarios no floreció el arrepentimiento. Fue así que muchos de los enemigos de Cuba libre disfrutaron del poder y siguieron influyentes en el comercio, la prensa y la enseñanza. De manera indiscriminada, sin excluir a los criminales de guerra ni a otros responsables de los abusos cometidos durante la colonia, el Tratado de París obligó a Cuba a respetar en los españoles de la isla, ''todos sus derechos de propiedad, y además el derecho de ejercer su industria, comercio o profesión''. Al ver así el cubano esposada la justicia, cundió el desánimo y le fue más fácil alternar en la república, durante 57 años, el desgobierno y el latrocinio. Aquellos polvos le facilitaron el camino al medio siglo de fango que aún padece la isla. Más previsores fueron los padres de la independencia en los Estados Unidos: terminada la guerra se castigó a los delincuentes, y de por vida se les prohibió a sus enemigos ocupar puestos públicos, quienes ajenos a la prosperidad nacional decidieron emigrar.

Para que mañana en Cuba no llegue un antiguo torturador de prisiones a policía, o un ladronzuelo a presidente de la banca, o que se les concedan cargos en la cultura y la educación a miembros de la gavilla de escribidores, actorcillos y poetines que sin contrición y hasta el fin apoyaron voraces la tiranía, con toda probidad se debe castigar a los culpables.

Ante el desastre del marxismo-leninismo criollo andan allá ahora con recetas chinas y concesiones capitalistas para mantenerse en el poder. Al amparo de una dialéctica falsa retroceden, devolviéndole a gotas al cubano los instrumentos de trabajo, el usufructo de la tierra y de la vivienda, el acceso a la comodidad y a la juguetería electrónica que los complejos de un habilísimo orate le había prohibido. Y ante el miedo de un cambio mayor, bajo el mando de Castro el chiquito, en control de la economía, su pandilla se abastece de riquezas nacionales y de cuentas y pasaportes extranjeros, por si aquello no termina en otro Tratado de París. Y hasta entre las víctimas de sus excesos buscan apurados perdonadores oficiosos que movidos por el olor del pesebre andan con el bolsillo lleno de cordialidades, coloquios e indultos. Ni a ésos se les debe perdonar, porque como dijo Martí, ``Es criminal quien sonríe al crimen; quien lo ve y no lo ataca, quien lo sienta a su mesa; quien se sienta a la mesa de los que se codean con él o le sacan el sombrero interesado''.

Dice la defensa del perdón incondicional que Jesús perdonó. Sí, cuenta el Evangelio que, en medio de los agravios, desde la cruz alzó los ojos al cielo y dijo: ''Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen''. En verdad no lo sabían aquellos soldados, pero Cristo perdonó porque era suyo el dolor: el de los clavos en sus manos y sus pies, el de la esponja de vinagre en los labios, el de la lanza que le atravesaría el costado. Pero cuando no le fue propia la injuria, cuando vio el sacrilegio de los mercaderes en el Templo, ni perdonó ni demoró el castigo: cuentan también los evangelistas que cargó contra ellos y ''se puso a expulsar a los que allí vendían y compraban, y derribó las mesas de los cambistas y los asientos de los mercaderes'', y les dijo: ''Mi casa es casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones''. Y en aquel justo castigo, látigo en mano contra los que pecaban en el Templo, al llegar a oídos de los escribas que ''buscaban cómo perderle'', cuenta San Marcos, empezó el camino de la cruz.

Dicen otros que quien no perdona lleva en el alma el peso de su amargura. Derecho se tiene a perdonar lo propio, lo que a uno le toca del crimen, pero no más. Cuba fue el primer muerto del castrismo, el primer alzado, el primer preso, el primer disidente, el primer exiliado, y si pesa la defensa del castigo, siempre, en la razón y la justicia, que pese. Cuba es nuestro Templo.

(La Nueva Nacion)

Cada vez es más alto el costo de vida para los cubanos


ñoooooooooooooo!!!!!!!!!! y hasta cuando?????

La reducción de los subsidios estatales por parte de la dictadura liderada hoy por Raúl Castro provocó el aumento del costo de vida en la Isla, lo que afecta a toda una sociedad cansada de las imposiciones ilógicas.

Para colmo, la eliminación de 500 mil empleos estatales anunciada la semana pasada hace que el panorama es aún más sombrío.

Según el sitio El Nuevo Herald, la eliminación de empleos estatales provocará que decenas de miles de cubanos queden sin empleo.

Los sueldos estatales en Cuba tiene como absurdo promedio unos $20 mensuales. Sólo la salud pública y la educación continúan siendo subsidiadas.

Varios residentes de La Habana dijeron que en la capital hay muchos rumores de que el gobierno eliminará el próximo año de la libreta el café, los huevos, la pasta y artículos de higiene personal, y que el panecillo de 3 onzas que ahora se vende a través de la libreta diariamente por 5 centavos se disparará a 80 centavos.

Un largo editorial de Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, pidió en octubre pasado la eliminación de la libreta de abastecimiento, excepto para los más necesitados.

A esto se agrega la preocupación sobre el anuncio del medio millón de despidos, equivalente a 10 por ciento de los 5 millones de empleados en un país donde menos de 600,000 personas trabajan en el sector privado.

(Infobae.com)

CARLOS ALBERTO MONTANER: El ``Viejo'' es el mayor obstá(culo)




El ``Viejo'' es el mayor obstáculo
By CARLOS ALBERTO MONTANER
Me lo confirmó, desalentado, un inteligente miembro de la nomenklatura que suele viajar al exterior en funciones comerciales: ``el Viejo es el freno''. En efecto: se sabe que la inmensa mayoría de los cubanos, incluidos los que forman parte de la clase dirigente, quieren cambios profundos en el terreno económico (sólo muy pocos se atreven a hablar de cambios políticos), pero también se sabe que el gran obstáculo que hasta ahora lo ha impedido es la terquedad estalinista de Fidel Castro.

Fidel es quien se ha opuesto a que los cubanos puedan comprar y vender libremente sus viviendas o automóviles, quien no ha querido que emprendan actividades empresariales, ni grandes ni pequeñas, quien durante décadas bloqueó los mercados libres campesinos que hubieran aliviado la miseria de sus compatriotas. Fue él quien, en 1968, contra el criterio de casi todo el mundo, en medio de un arrebato colectivista confiscó y destruyó 60,000 microempresas privadas que hacían la vida menos inclemente a los cubanos.

Raúl, sin embargo, en petit comité insiste en que habrá cambios sustanciales. ¿Habla en serio? Ya casi nadie lo cree. Sus cuatro años al frente del gobierno han sido tan desastrosos y frustrantes como los 47 que lo precedieron. Si así fuera, debería aclarar de inmediato dos aspectos esenciales: cuál es el alcance de esos cambios y quiénes van a llevarlos a cabo.

Según todos los síntomas --de acuerdo con las quejas amargas y privadas, claro, de un diputado que no lo quiere nada--, los cambios los determina Raúl y los ejecutará su camarilla. Pero esa filosofía de Juan Palomo --yo lo guiso, yo me lo como--, no funciona a estas alturas de la dictadura. Los mismos que han provocado, prolongado y administrado el desastre durante medio siglo, han perdido totalmente la confianza de la sociedad. Los cubanos desconfían y se sabe que el elemento fundamental en cualquier proceso radical de cambio es el entusiasmo de las gentes.

Eso está condenado al fracaso. Raúl no quiere ampliar el círculo de toma de decisiones. Al revés: se mueve sigilosamente con un pequeño grupo de militares, y le ha dado un enorme poder extraoficial a su hijo Alejandro Castro Espín, señalándolo, de facto, como el heredero de la dinastía. Alejandro, que es un coronel del Ministerio del Interior formado en la desaparecida URSS, ha creado, a su vez, un temido círculo de apoyo, auxiliado por Senén (Senencito) Casas, otro oficial de la policía política, hijo de un general ya desaparecido.

Ese fantasmal organismo se dedica a supervisar, controlar y aterrorizar a todo el aparato gerencial del gobierno, del que ni siquiera se ha podido salvar su propio cuñado, Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, también coronel, casado con Deborah, hija de Raúl. Luis Alberto, presunto delfín de Raúl hasta hace un par de años, cayó en desgracia, aunque con paracaídas de terciopelo, debido a ciertas graves irregularidades cometidas en la administración de las empresas del Ejército (el 60% del PIB cubano), investigadas por Alejandro. Hoy ha pasado a dirigir el plan de desarrollo del puerto de Mariel, copiosamente financiado por Brasil, lo que probablemente acarrea ciertas tensiones en la familia real cubana.

Por supuesto, esa capillita familiar llena de intrigas y pendencias no es la institución adecuada para hacer los cambios que el país necesita. Eso no tiene destino. Si, finalmente, Raúl ha admitido que el colectivismo es irremediablemente improductivo, que es tanto como decir que el marxismo-leninismo es un disparate, no es cuestión de despedir a medio millón de trabajadores con la esperanza de que se pongan a criar conejos o se alquilen como payasos en las fiestas infantiles, sino de ``cirugía mayor ideológica'' (la frase es de un profesor de la Universidad de La Habana).

Ello implica un debate general dentro y fuera del Partido Comunista, institución, como la Asamblea Nacional del Poder Popular, corresponsable del hundimiento del país, y comenzar a planear una asamblea constituyente que liquide la Constitución que le da sentido y forma a un sistema que no sirve. Naturalmente, para que ocurra algo así van a tener que amarrar y sedar a Fidel Castro, dado que insiste testarudamente en no morirse.

Según murmura la nomenklatura, el ``Viejo'' es el mayor obstáculo.

www.firmaspress.com



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http://www.elnuevoherald.com

EL ELIXIR DE LA LIBERTAD





EL ELIXIR DE LA LIBERTAD

Alfredo M. Cepero

Director de www.lanuevanacion.com



Las recientes noticias procedentes de Cuba han desatado un torrente avasallador de opiniones y sentimientos con respecto a la supervivencia de la satrapía obsoleta de los hermanos Castro. El dinosaurio mayor declara y mas tarde desmiente que el “sistema no funciona ni siquiera para los cubanos” y el heredero maniatado trata de apuntalar el fracasado proyecto con elementos limitados de economía de mercado. Todo esto ha dado lugar a que, tanto dentro como fuera de la isla, se hayan levantado voces que expresan preocupación de que el régimen pueda prolongarse mas allá de lo que se pensaba hace cuatro años cuando el gran simulador estuvo literalmente con un pié en la tumba.



Yo proclamo mi total discrepancia con esos ominosos temores. Por el contrario, comparto en su totalidad las opiniones expresadas recientemente por el ilustre compatriota Vicente Echerri en el sentido de que el sistema no tiene arreglo y se caerá irremisiblemente bajo el peso de sus imperfecciones y de sus injusticias. Me vienen a la mente recuerdos de mi niñez sobre el Circo Alegría que hacía las delicias de jóvenes y viejos en su visita anual a mi pueblo de Amarillas en épocas de Semana Santa. Tenía una pequeña carpa sostenida por un solo palo mayor bajo la cual actuaba una bailarina pasada tanto en años como en libras y un improvisado domador castigaba con su látigo a un león famélico y sin dientes. Como el circo de marras, el circo de los Castro con su palo mayor carcomido y su león desdentado caerá muy pronto bajo el peso de sus iniquidades.



Para convertir en realidad su sueño de perpetuarse en el poder los opresores y victimarios confrontan una larga lista de inconvenientes: El sistema no funciona aunque lo niegue el sicario mayor, la nomenclatura integrada por la vieja guardia es una guardia vieja que ignora los riesgos y demandas de la moderna tecnología de las comunicaciones y es incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos, a los pichones de tiranos no se les ha dado la oportunidad de desarrollar sus habilidades para gobernar por temor a que se hicieran con el poder en forma festinada, los mandos militares de nivel intermedio podrían mandar a retiro a los viejos jerarcas ante el temor a la hecatombe que desataría la muerte del tirano delirante, el financiamiento externo es cada vez mas limitado debido a la caja debilitada de Chávez y a la renuencia de otros gobiernos a seguir siendo estafados y, finalmente, el pueblo ya no cree en promesas que han demostrado ser falsas a través de medio siglo de engaños. Todo esto complicado por el despido de 500,000 empleados estatales.



De ahí que no hayan tenido otra opción que dar una pequeña dosis de libertad económica al oprimido y hambreado pueblo cubano. Un pueblo saturado de médicos, abogados, ingenieros y diletantes de toda laya pero carente de empresarios y de operarios en oficios como la carpintería, la construcción, la plomería y la agricultura. Y como para evitar cualquier semblanza de capitalismo los han bautizado con el ya gastado término de “cuentapropistas”. Una revisión de la política suicida de 1968 cuando el gobierno despojó de sus propiedades a 58,000 dueños de pequeños negocios.



Esta política tiene, sin embargo, sus riesgos implícitos y podría muy bien convertirse en una espada de doble filo que termine por descabezar a la tiranía. Esto lo ha sabido siempre el tirano ahora balbuceante que durante años se opuso a toda apertura en su intento por impedir el desenlace inesperado al que condujeron el “Glasnost” y la “Perestroika” de Gorbachov en la Unión Soviética. Adoptarla ahora es sin dudas un indicio inequívoco de desesperación por prolongar su hegemonía hasta el momento una muerte que ya esta mirando a muy corto plazo. Y después que venga el diluvio o el holocausto nuclear que anuncia a diario porque este miserable no concibe un mundo donde no esté incluido su “narcisismo” urticante.



La buena noticia para quienes trabajamos por una nación en libertad, democracia y prosperidad es que esta política es un paso en el vacío del cual el régimen no puede dar marcha atrás. Los jóvenes revolucionarios de hace treinta años habrían tenido la opción de “revisar la revisión” si las cosas no les salían según sus deseos. Los adefesios que, contra toda lógica, se aferran hoy al poder están tan debilitados por la arterioesclerosis, la artritis y las enfermedades cardiovasculares que son mas bien candidatos para reclusión hospitalaria que para gobernar pueblos.



Y es precisamente ese pueblo el que tendrá la última palabra en la gran epopeya de nuestra lucha por la libertad. Una libertad que, como el aire, se niega a ser dosificada por ningún tirano. Una libertad que es una especie de elixir embriagador y estimulante que conduce a los hombres a esfuerzos sobre humanos y a sacrificios supremos. Los cubanos hemos demostrado que estamos dispuestos a pagar el precio y los tiempos indican que estamos muy cerca de llegar a la meta y disfrutar sus bendiciones.







NOTA FINAL: A los efectos de tener acceso a comentarios como el que usted acaba de leer y a otros temas y noticias de actualidad internacional lo invitamos a que visite http://www.lanuevanacion.com

Las Reflexiones de Fidel segun Pong






































(tomado del Blog La Reina de la Noche)

Habana: Arte nuevo de hacer ruinas gracias a nuestro querido padre Fidel y su hermanito chino Raul

(tomado de Cuba Democracia y Vida)



www.Tu.tv




www.Tu.tv

PARA MIS HERMANOS DE VENEZUELA!!!!!!!!!

Aunque siempre quise hacer de este lugar un Blog informativo cubano, les dejo a ustedes este video de Katungo que es como un aldabonazo a sus conciencias:

Yunia sigue viviendo al borde del suicidio




Yunia Palacios, 30 años, es una suicida en potencia. Se le nota al mirarla. Ella y sus tres hijos viven mal y comen peor. Es una mulata indiada con ligero retraso mental y una vida casi animal.

Su historia es un suplicio. Para los medios oficiales no existen personas como Yunia. Pero las hay. Y aumentan en flecha.

Nació en la empinada y caliente ciudad de Santiago de Cuba. Siempre ha sido infeliz. Lo típico. Hija de padres alcohólicos que la abandonaron a su suerte. A los 12 años embarcó hacia La Habana -el Miami de quienes viven en regiones orientales- y cayó en las garras de un tío que mientras dormía le derramaba semen sobre su cuerpo infantil.

Se escapó. Huir es es su estado natural. Desandando sucia y hambrienta por la Autopista Nacional se tropezó con un hijo de puta, que le triplicaba en años y en maldad. La golpeaba a su antojo y la preñó tres veces.

El tipo, un ratero de baja estofa, fue a prisión por matar ganado. Obedientemente, Yunia iba a visitarlo en la cárcel. Cuando salió, la echó de la casa junto a sus hijos. Bueno, no era exactamente una vivienda.

Vivían en una choza de hojas de palmas y piso de tierra. Dormían en unas colchonetas mugrientas entre cucarachas y ratones. Yunia volvió a pernoctar donde la atrapara la noche. Esta vez con una carga adicional, sus tres niños.

La joven ha acudido a diferentes instancias del gobierno para solicitar un albergue o un cuarto donde vivir. Siempre le daban la misma respuesta: esperar. Desesperada, pensó tirarse desde un puente de 40 metros de alto.

Si se quitaba la vida, pensaba, las instituciones del Estado se harían cargo de los hijos. La sangre no llegó al río. Abogados y periodistas independientes la visitaron y divulgaron su caso en 2009.

Suele ocurrir en Cuba, que una situación al límite se ventila fuera de la isla. Y en ocasiones dan una respuesta oficial. Pero la existencia de Yunia sigue siendo un calvario: las autoridades dijeron que podía residir en casa del padre de sus hijos.

Lo ideal hubiese sido que le hubieran proporcionado un modesto piso o una habitación. “La situación económica”, respondieron los funcionarios. Y tuvo que volver a la choza de su verdugo.

Cuando por las noches el padre de sus hijos le propina violentas palizas, Yunia corre a un pequeño monte rodeado de marabú. Allí, en silencio, piensa en la mejor forma de morir.

Cuando el sol calienta y muestra el verdor de la campiña, entre cantos de sinsontes y el rocío del amanecer, Yunia da marcha atrás a su plan suicida. Renace en ella la esperanza.

Comienza a soñar despierta. Vivir un día en una casita con sus hijos y poder comer hasta saciar el hambre. Es todo lo que pide.

Su ilusión se viene abajo al regresar a casa. Con las nuevas golpizas, vuelve a rondar en su cabeza la opción del suicidio. Yunia nunca la ha descartado.

Iván García y Laritza Diversent
(del Blog Desde la Habana)

Cuando Cuba fue la Corea del Norte del Caribe



















“Compadre, nací con el ‘período especial’, en 1990. Veinte años después, mis padres me dijeron la verdad: mi nacimiento les hizo llorar”, me dice Ricardo, hoy estudiante universitario.

Lo puedo entender. También pasamos momentos difíciles cuando mi hermana dio a luz en pleno “período especial en tiempos de paz”. Así de rimbombante era el nombre oficial de una de las etapas más negras padecidas en 51 años por el pueblo cubano -y que ya es mucho decir.

Dice un refrán que los bebés vienen al mundo con un pan debajo del brazo. Pero en los 90, tener un hijo en Cuba significaba lo contrario: perder un brazo, si no los dos, buscando un pedazo de pan.

Esa guerra sin tronar de cañones da para escribir varios tomos. En 2010, es cierto, los rigores del ’período especial’ no son tan violentos como cuando estuvo en su apogeo, veinte años atrás. No obstante, mencionarle esas dos palabras a un cubano es meterle el miedo en el cuerpo.

La primera vez que tuve idea del ‘período especial’ fue en el verano de 1989. Al inaugurar una fábrica de fusiles AKM, en Camagüey, el comandante único ya hizo mención de lo que se nos venía encima. Luego, en un acto con mujeres en el teatro Karl Marx, medio en broma medio en serio, le dijo a las damas presentes, “guarden bien las ropas, pues en años venideros las van a necesitar”.

La gente en la isla nunca vivió de manera sobrada. Siempre escaseaba algo. Además de faltar las libertades individuales (que los nacidos en la revolución no percibíamos) a cada uno de sus ciudadanos Papá Estado le garantizaba una vida pobre, pero digna. Gracias a la tubería de petróleo desde Moscú.

Antes de esa guerra silenciosa, podíamos comprar dos pantalones al año, tres camisas y un par de zapatos, con una libreta llamada de ‘productos industriales’. Se pagaba en pesos, la moneda nacional.

La cartilla de racionamiento era más abundante. No para tirar cohetes, pero menos raquítica que la actual. Había alimentos en venta libre. En las lecherías, en horas de la madrugada, dejaban las cajas con litros de leche fresca, yogurt, queso proceso y de crema, y a nadie le pasaba por la cabeza cogérselos.

Eso fue en los 70 y 80. Entonces no podíamos imaginar la “sorpresa” que el socialismo verde olivo nos tenía reservada. Fue terrible. La gente bajó de peso como si a diario asistiese a una sauna. Siempre teníamos hambre. Se hacía medio día de cola para comprar una pizza que en vez de queso llevaba papa hervida.

Los ancianos famélicos y desdentados se agolpaban en los cafetines para tomar una infusión hecha con cáscaras de naranja o toronja. Y los animales ya pueden imaginar. Aparecieron engendros alimenticios. De los laboratorios estatales a la carrera sacaron picadillo de soya, masa cárnica, pasta de oca y fricandel entre otros inventos que sabían a rayo.

El dólar estaba prohibido y los pocos artículos de valor, la gente los vendía para comprar alimentos. Cuando en julio de 1993 despenalizaron el dólar, mi madre vendió su colección de discos de música brasileña por 39 dólares.

Otros vendieron los muebles o los cambiaron por un cerdo, que lo escondían en la bañadera de la casa. Se puso de moda criar pollos en terrazas y azoteas. Muchos gatos fueron a parar a las ollas, en sustitución de los conejos.

Aparecieron enfermedades exóticas como polineuritus, neuritis óptica y beriberi. En las calles, más de uno cayó como mosca, por deficiencias en su locomoción. El transporte público desapareció y en su lugar surgieron carretones tirados por caballos, que todavía funcionan en pueblos del interior. Los tractores fueron sustituidos por yuntas de bueyes.

La bicicleta se convirtió en el vehículo oficial de la población. Los jerarcas, claro, continuaban moviéndose en coche. Se habló seriamente de la Opción Cero, un estado de sitio donde tropas del ejército repartirían comida por los barrios.

Lo que evitó que la gente empezara masivamente a morirse de hambre, y termináramos convirtiéndonos en la Corea del Norte del Caribe, fueron las medidas adoptadas por Fidel Castro. Alejadas de la filosofía socialista, de corte liberal y economía de mercado.

Se permitió tener pequeños negocios. Se legalizó la tenencia de divisas. Dio resultado. Cientos de ciudadanos pudieron salir adelante y el gobierno guardó en sus arcas miles de millones de dólares.

Pero en 2009 surgió una crisis real que afectó a todo el planeta. Con la caída de los precios del petróleo, la situación interna y el despilfarro, Hugo Chávez, el nuevo aliado, sopló un mensaje a los Castro: me estoy quedando corto de plata.

Los hermanos de Birán recogieron el guante. Y comenzaron a ofrecer el mismo discurso que durante décadas han vendido a los cubanos. Hay que ahorrar. Y abrirle un agujero al cinturón. Otro más.

En eso estamos. Detenidos en medio de un temporal. Sin paraguas. Con una economía que hace agua. Anuncios de despidos masivos y de altos impuestos para los trabajadores por cuenta propia.

Soñando con una llegada masiva de turistas americanos. Con Obama suavizando -si no quitando- el embargo. Y sin olvidar que una vez La Habana estuvo hermanada con Pyongyang.

Iván García
(Blog desde La Habana)

Éramos pocos y parió la abuela




Cuando Raúl Castro asumió la presidencia en 2008, entre la población se rumoraba que el general traía un puñado de cambios bajo la manga. El más deseado, la eliminación del permiso de entrada y salida al país. Los cubanos de la isla ya se veían haciéndose pasaportes y subiendo en aviones, para visitar a sus familiares en el exterior.

También se decía que iba a permitir el libre acceso a internet. Fueron días de especulaciones y euforia. Y lo que se pudo comprar fueron celulares, reproductores de dvds y ordenadores viejos y caros. Los nacionales fueron autorizados a alojarse en hoteles exclusivos para extranjeros. Pagando en divisas, claro.

Dos años después, muchos cubanos tienen celulares y dvds en sus casas y algunos se han hospedado en buenos hoteles. Es cierto que se ha ampliado el trabajo por cuenta propia, y se han tomado medidas beneficiosas para ciertos sectores, como barberos, taxistas y campesinos.

Pero hoy los temas de conversación en Cuba son muy distintos. “Cuando lo que está en juego es tu ‘pincha’ (trabajo), eso de internet y poder viajar al exterior se convierte en algo secundario”, dice Lorenzo, 42 años, empleado.

En La Habana no se habla de otra cosa: despidos masivos, impuestos, negocios particulares y libreta de abastecimientos. Esto último es lo que más inquieta a Caridad, 78 años, jubilada. “Mi’jito tu sabes lo que es que a estas alturas, con una pensión que no llega a 200 pesos, vieja y enferma, me quiten más productos de la libreta. Ya me quitaron los cigarros, que yo se los cambiaba a un vecino por azúcar”.

La desaparición de la libreta de racionamiento a quien quita el sueño es a las personas de la tercera edad con bajas pensiones, que las pasan canutas para sobrevivir. Los viejos más fuertes salen a ganarse la vida en la calle, vendiendo cigarrillos, maní, bolsas de nailon o periódicos.

A la población en edad laboral le desvelan otras cuestiones. ”Para mí, lo peor es no saber exactamente lo que el gobierno se trae entre manos. Me preocupa, y mucho, lo que se está diciendo, que vamos a pagar impuestos muy altos”, dice Ignacio, 46 años, mecánico particular.

A río revuelto, ganancia de pescadores. Como en todas las crisis, habrá quienes consigan capear el temporal. Sobre todo los “bichos”, tipos inescrupulosos, maestros en el arte de timar.

Ya ocurrió en los 90, en los años duros del período especial. Roberto, 48 años, vago habitual, tuvo la “brillante” idea de recoger pomos vacíos de champú, crema, desodorante… Los lavaba y rellenaba con un mejunje que él mismo preparaba, le echaba unas gotas de colonia barata y los vendía en pesos. ”Estoy pensando volver a hacerlo”.

Puede que en estas horas bajas, algunos se aprovechen de la desesperación de la gente. “Pero yo creo que la mayor parte va a tratar honestamente de salir adelante. Al menos eso le pediré al Señor cuando este domingo vaya a la iglesia”, confiesa Lourdes, 61 años, ama de casa.

En medio de numerosas interrogantes y dudas, de bastante desaliento e incertidumbre, unos pocos se frotan las manos, maquinando cómo engañar a otros. O soñando con los pequeños negocios que pudieran montar, aunque tengan que pagar impuestos abusivos.

Pero la mayoría se hala los pelos y acude a los babalaos. Este nuevo período especial pudiera ser más negro que el vivido hace veinte años. Ahora con cerca de un millón de desempleados. Y con los mismos discursos y consignas de siempre.

Iván García
(Blog desde la Habana)

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