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domingo, 5 de septiembre de 2010

SUERTE DE AGORERO · Por Calderón de la Canoa





El mundo que se aproxima
A ese fin que sueña un loco
Cada día, poco a poco
Avanza y sigue a la cima
mientras este rey se empina
Delante de sus esclavos
Con tremebundos rezagos
De guerritas y acabose
Avizorando holocaustos
Para su oído y su goce.

Todos saben bien su nombre,
No hace falta lo señalen
pues de su lengua a raudales
nacen mentiras atroces,
por ególatra oye voces
que auguran guerra y miseria
sin mirar para su tierra
que se arrastra moribunda
y al que poco le interesa
este a un paso de la tumba.

En vez de buscar afuera
Por saciar protagonismos
Ecuaciones y algoritmos
Para dormir a cualquiera
Ocuparse más debiera
De lo que jode al cubano
Que mísero alarga mano
Y medra en el desespero
Con un gobierno tirano
que alma tiene de negrero.

¿de dónde nace su fuero?
¿de donde tanta patraña?
Que al pueblo cautivo engaña
Con cantos de basurero
Vaya suerte de agorero
Adivino que nos toca
Que sus ideas trastoca
Pregonando inconsecuencias
Respaldadas de ideales
Que tienen poco de ciencia.

Despierten ya las conciencias
De los borregos arriados
Y que den un paso al lado
Los que resuman su esencia
Esa guerra de indecencia
Que preconiza dichoso
Sólo se acerca en el pozo
De su cabeza podrida
Donde nunca tuvo espacio
Para defender la vida.

Grandioso será el dolor
Que lo atenace a la postre
De ver derruida su corte
sumida en el mal mayor
Pues el mundo a su tenor
Seguirá presto girando
Y con un golpe olvidando
A este vil demente infiel
Que sufre porque el planeta
No quiere morir con él.

(http://el-guama.blogspot.com/)

El viaje a ninguna parte de Pajín y Valenciano por Zoé Valdés


Zoé Valdés





El viaje a ninguna parte de Pajín y Valenciano
Una querida amiga, Frida Masdeu, me acaba de enviar un libro cuyo título es Cuba: No hay Tal lugar, escrito por Mariana Lendoiro (parece ser un seudónimo), desde el título el libro anuncia que Cuba dejó de existir hace mucho tiempo. No existe, “no hay tal lugar”. Es un libro crítico, con una prosa poética delicada y emotiva. La autora dedica cada una de sus páginas a “destrizar”, que no destrozar, porque el destrozo ya estuvo hecho antes por el régimen, una isla que no merece la pena ni situarla en un mapa. Esa isla está ublicada, exclusivamente, en las emociones y los recuerdos de la autora.

A ese país del No hay tal lugar, viajaron recientemente las señoras Leire Pajín y Elena Valenciano, y por mucho que se les ha pedido que fuesen a ver a la disidencia, no han querido. Lo de ellas no es lo de las Damas de Blanco, ni lo de Antúnez, ni nada de eso. Lo de ellas es sacar lasca, o sea provecho, “una visita útil”, como dijo la Pajín. ¿Útil para quién? Para los Castro, claro está, porque para los españoles no le veo yo la utilidad del asunto, como no sea regalarle más dinero a la dictadura, en época de profunda crisis y de un desempleo feroz.

Hablando de desempleo. Una persona de gran credibilidad me contó que Leire Pajín le proporcionó un apartamento en Madrid a Alfredo Guevara, y que incluso le pasan un salario, Me pregunto por qué. ¿Qué ha hecho Alfredo Guevara para que así sea? ¿Por qué no se investiga este asunto de manera real? ¿No se trata de fraude? No afirmo nada. Sólo me estoy haciendo eco de una información que recibí, y de la que los españoles tienen derecho a conocer la respuesta, porque ellos son los que pagan impuestos. Como Alfredo Guevara, ¿cuántos otros habrá? En caso de que esta información no sea cierta, me gustaría que Leire Pajín la desmintiera públicamente, lo que le agradeceríamos todos.

Alfredo Guevara, como bien dijo en uno de sus libros Carlos Franqui, es el cerebro gris de la dictadura, uno de los manejadores de Fidel Castro y de su hermano Raúl. Aunque con Fidel no le ha sido tan fácil, debido al extremo odio del Gran Hermano a todo lo que ostenta maneras extravagantes -según el Coma Andante-, o sea tintes de mariquita.Ese viaje de Pajín y de Valenzuela debería ser explicado en el Parlamento Español y cuestionado en el Europeo, porque en épocas de Pinochet y de Videla, dudo mucho que ambas hubieran viajado a darse la lengua con los dictadores, y tan campantes, como lo han hecho con los Castro.

¿Qué siento yo como cubana por estas mujeres? Un profundo desprecio, así de sencillo. Más valor tienen un par de guaricandillas del Malecón y la noche habanera, que esas dos. Putear siempre será más digno que el colaboracionismo fascista.

(http://ecodiario.eleconomista.es/blogs/zoe-en-el-metro/)

"quien se solidariza con los tiranos es igual de criminal"

Los cubanos en España en COPE: "quien se solidariza con los tiranos es igual de criminal"
La visita a Cuba de las secretarias de Organización y de Política Internacional y Cooperación del PSOE, Elena Valenciano y Leire Patín, sigue trayendo polémica. En La Tarde con Cristina ha intervenido uno de los cubanos exiliados en España, Normando Hernández. Por un lado, el disidente siente “lástima” por Fidel Castro, porque “crea situaciones difíciles para todos lo que le escuchan”, y por otro, ha mostrado su malestar ante la reunión de las españolas con el dictador cubano al considerar que “quien se solidarice con los tiranos y con los que violan los derechos más elementales del ser humano, no es sólo su cómplice, sino que además es tan criminal como ellos”.


Las secretarias de Organización y de Política Internacional y Cooperación del PSOE, Elena Valenciano y Leire Patín, han terminado su visita a Cuba con una reunión amistosa con los Castro. Desde el inicio del viaje, la oposición democrática en la Isla criticó a las representantes socialistas españolas por no tener un encuentro con ellos, pero ahora a la disidencia cubana que se encuentra exiliada en España le ha hecho menos gracia su reunión con el dictador.


En La Tarde con Cristina ha intervenido uno de los cubanos exiliados en España, Normando Hernández. Considera que “quien se solidarice con los tiranos, con los que violan los derechos más elementales del ser humano por haber nacido y con quienes masacran a su población, no es sólo su cómplice, sino que además es tan criminal como ellos”.



En relación al discurso ofrecido por Fidel Castro tras el encuentro centrado en la hecatombe nuclear, el disidente ha remarcado que “no es nuevo que tenga este discurso para tener una mirada desfavorable del resto de gobiernos democráticos de todo el mundo”. En concreto, Hernández ha indicado que siente “lástima por Fidel Castro y por todas las personas que cogieron el poder por la fuerza en Cuba, lástima que ese anciano siga con ese tipo de discursos creando situaciones difíciles para todos lo que le escuchan, hiere a los oídos escuchar lo que dice”.














(http://www.cope.es)

Escambray: La Guerra Olvidada

Un Libro Historico De Los Combatientes Anticastristas En Cuba (1960-1966)

Enrique G. Encinosa




XI

EL HOMBRE(chivato) DE MAISINICU

Y LA ETAPA FINAL DEL ESCAMBRAY

Incapaces de poder derrotar a las guerrillas utilizando solamente unidades militares, los comunistas intentaron infiltrarse en las guerrillas. El más connotado y conocido de estos infiltrados fue Alberto Delgado Delgado, al cual se le caracterizó como un héroe en una película propagandista producida en 1973 en Cuba, llamada FI Hombre de Maisinicú.


(Alberto Delgado Delgado ahorcado por chivato en Maisinicu)



Alberto Delgado fue soldado del Ejército Rebelde y sargento de milicias en la zona de Morón. Licenciado por aparentes problemas nerviosos, fue reclutado por el Ministerio del Interior con la específica misión de infiltrarse en las filas de los alzados. Delgado, un individuo de bigote fino, baja estatura y personalidad cínica, se mudó para Las Villas, para administrar la finca Maisinicú. Desde el momento en que comenzó su trabajo, ofreció empleo en la finca a varios colaboradores de los alzados, ganandose así su simpatía. Poco tiempo después. Delgado se covertiría en un aparente colaborador de las guerrillas proporcionándoles medicinas, botas y comida Así fue ganándose la amistad y confianza de algunos de los hombres claves en la línea de suministros, llegando a proponerles la fuga de Cuba de algunos alzados, asegurándoles que él tenía a su disposición los contactos para llevar a cabo la salida clandestina de estos hombres.

Para principios de 1964, la situación de los grupos guerrilleros era desoladora. Centenares de alzados habían muerto en combate y o habían sido encarcelados y condenados a penas de hasta treinta años, las lineas de suministros estaban casi destruídas. Debido al racionamiento impuesto por el régimen, los bienes de consumo para avituallar a las guerrillas se hacían imposibles de obtener. Sin balas y sin comida, los pocos guerrilleros que lograron sobrevivir, se encontraban en una situación desesperada.

Una oportunidad para escapar al exilio, por riesgosa que fuera, era una baraja que bien merecía la pena jugarse, y fue también la oportunidad de Alberto Delgado y Delgado para entrar de lleno en su misión por encargo del Ministerio de Interior. El primer grupo que intentó salir de Cuba por la vía establecida por Delgado fue la guerrilla de Maro Borges. Maro, con su pecho marcado por la horrenda cicatriz, llevaba cuatro años alzado en los montes de Las Villas. Delgado le había dicho que si podían llegar hasta Morón, un contacto los llevaría hasta un cayo cerca de Camagüey, desde donde los alzados serían recogidos por una lancha norteamericana. Maro, el propio Delgado y quince guerrilleros mas, comenzaron la larga caminata, moviéndose de noche para no ser detectados.

Amador Acosta, uno de los sobrevivientes de la guerra campesina, era capitán en la guerrilla de Maro en aquel momento. Su versión de lo sucedido es muy diferente a la de la trama en la película castrista.

Acosta nos dijo: «Cerca de Jatibonico nos encontramos con un muchacho, y lo tomamos prisionero. Delgado quería matarlo, para así implicarnos a todos en un asesinato. Nosotros estábamos opuestos pues el muchacho aparentaba estar de nuestra parte. Delgado le empezó a dar cranque a Raúl Morel, el segundo de Maro, para que matara al muchacho. Raúl y su familia habían sufrido mucho, y no había que darle mucha cuerda. Delgado se dió cuenta de este detalle y le insistió a Raúl para que hiciéramos algo con el muchacho. Yo, dirigiéndome a Delgado, le dije: -'Mire, si aquí tenemos que matar a uno o a cien hombres, lo hacemos y se acabó. Pero esto, no es un asunto de usted. No se meta'. Pero Delgado me ignoró, y siguió jodiendo con el asunto. Yo rastrillé el Garand y le apuntándole al pecho, le dije: -'Si lo que tú quieres es ver a un muerto, entonces ponte espejuelos, que el muerto vas a ser tú.- Entonces se calmó y al muchacho lo dejamos que se fuera.»
Al llegar a las cercanías de Morón, Alberto Delgado fue al pueblo a coordinar contactos. Aunque en la película mencionan al Teniente Candelario Rubiel como el alzado que lo acompañó al pueblo, el guerrillero fue realmente Amador Acosta, vestido de civil y armado de una pistola. En la ciudad de Morón, ambos hombres se entrevistaron con Sánchez, el misterioso contacto clandestino de Delgado, quien era en realidad un agente de Seguridad del Estado. Sánchez les prometió un camión para trasladar a los alzados de Morón a Punta Alegre, desde donde serian transportados en el bote de un pescador, a un islote .

El cuatro de febrero de 1964, la guerrilla de Maro Borges fue recogida en un cayo por un barco pintado de blanco, con tripulantes rubios_ que hablaban inglés. Confiados en que estaban a salvo, los guerrilleros comieron emparedados y tomaron las cervezas que estos aparentes tripulantes norteamericanos les ofrecían. Inocentemente, entregaron las armas y se les dijo que bajaran al pañol del barco para recibir un exámen médico. Uno a uno, estos hombres fueron atacados por los agentes de Seguridad del Estado, que se encontraban allí escondidos. El viaje que esperaban concluyera en Miami, sólo los llevó a una celda en Villa Marista donde se encuentran las oficinas de Seguridad del Estado en la Habana.

Mientras esto sucedía, Delgado, de regreso al Escambray, comenzó a preparar otra trampa, esta vez para el Comandante Julio Emilio Carretero. En los preparativos para su fuga, y como ignoraba la suerte corrida por Maro Borges y su grupo, Carretero acordó que llegando a Miami, le enviaría un mensaje a su Lugarteniente José Cheito León. Carretero se proponía utilizar la onda de Radio Swam, en el programa del periodista Luis Conte Agüero. La clave sería transmitida por tres días consecutivos, garantizándole a Cheito León que la ruta vía-Delgado era segura. Al oir esto, Delgado no se inmutó. El infiltrado sabía que la Seguridad del Estado podía interferir las transmisiónes de Conte Agüero y sobreponer otras transmisiónes con la clave adecuada. Lo que Delgado no sabía, era que uno de los guerrilleros de Carretero había establecido una segunda clave privada entre él y un familiar en Trinidad. La segunda clave, una llamada de teléfono desde Miami, indicaría que la ruta era segura. Ese mensaje teléfonico que nunca llegó seria el principio del fin para Alberto Delgado.

El 9 de marzo de 1964, Carretero cayó en la trampa castrista con catorce de sus hombres y Zoila Aguila, La Niña de Placetas, la única mujer que dirigió una guerrilla en combate.

El balance siniestro de la misión del infiltrado castrista Alberto Delgado y Delgado, conocido como El Hambre de Maisinicú fue el siguiente: más de treinta guerrilleros fueron llevados a juicio en La Habana, dieciocho hombres -entre ellos Amador Acosta, y una mujer, Zoila Aguila Almeida (La Niña de Placetas)-, fueron sentenciados a largas condenas carcelarias, doce hombres incluyendo a los Comandantes Maro Borges y Julio Emilio Carretero, fueron condenados a morir fusilados. En el breve juicio, Maro declaró sus sentimientos hacia el sistema en una forma burda, pero muy clara: «¡Yo me cago en la Revolución y me limpio el culo con Fidel Castro!» dijo el jefe guerrillero.

El 22 de junio de 1964, en los fosos de la Fortaleza de La Cabaña, doce hombres se encararon al paredón de fusilamiento: Maro Borges, Irenio Borges, Raúl Morel, Macho Jiménez, Andrés Oramas, Toniás García Valle, Julio Emilio Carretero, Cuco Cedeño, Blas Ortega, Valentín Hernández, Manolo Munsó La Guardia y Benito Rodríguez Pedraja. Parados juntos, en la oscuridad de la noche, iluminados por la luz blanca de reflectores, los doce hombres cantaron el Himno Nacional mientras los rifles FAL disparaban, y los plomos destrozaban sus cuerpos.

Mientras tanto, en el Escambray, Cheíto León esperaba el mensaje radial. La primera clave fue dada, pero la segunda clave, la llamada telefónica, la que El Hombre de Maisinicú desconocía, nunca llegó. Che [lo, desconfiado como todo buen alzado, comenzó a tener dudas de Alberto Delgado.

El Comandante José Cheíto León Jiménez, que había asumido el mando de los pocos grupos que aún quedaban en el Escambray, se había ganado sus galones --al igual que todos los otros jefes guerrilleros- por sus méritos. Era un hombre joven, de 26 años, fuerte y afable, Cheíto había sido educado en Trinidad. Estaba trabajando como camionero, cuando decidió alzarse para combatir al comunismo. Él y su hermano Berardo habían reclutado diecinueve hombres de la zona, que se irían con ellos dos. Conscientes de que carecían de armamento y de experiencia militar, los veinte y un hombres se enlistaron en un batallón de milicia. Después de varias semanas de entrenamiento básico, los nuevos reclutas desertaron en abril de 1961 y se alzaron, llevándose con ellos los rifles checos M52. Con tres años de experiencia en el combate, Cheíto León era, a pesar de su juventud, un veterano curtido en docenas de encuentros contra fuerzas siempre superiores.

Con la sospecha escondida en lo más profundo de su pensamiento, Cheíto León se reunió con Alberto Delgado a la orilla de un río próximo a la finca Maisinicu. Delgado, cínicamente había mandado a matar a una res de la finca para festejar el viaje de la gruerrilla a Miami. Cheíto fingiéndole amistad, celebró junto a él, hasta que no pudo contenerse más, confrontó al traidor. En la panfletaria película castrista, Delgado murió valientemente y desafiante. Pero en la realidad -contado por los sobrevivientes- no fue así. Al ser emplazado por Cheito León, Delgado le negó repetidamente ser agente castrista. Después, llorando, declaró que había sido obligado a ayudar a la Seguridad del Estado cuando él había sido descubierto conspirando. En sus últimos momentos le pidió clemencia, aludiendo que él era un padre de familia. Cheíto León ignoró los gritos del traidor, también Carretero era un padre de familia y Delgado los había entregado miserablemente. Alberto Delgado fue ajusticiado. Al día siguiente su cuerpo colgado de una guásima, fue descubierto por campesinos de la zona.

Una vez desenmascarada la infiltración de Delgado, la Seguridad del Estado lanzó una redada, arrestando a toda persona que había tenido contacto con El Hombre de Maisinicú. Dos empleados de la finca -- Varela y Pepe Yoyo----, fueron fusilados, Siripio Hernández, otro empleado fue condenado al presidio político. Dos cuñados de Alberto Delgado, José y Alberto Nodal, recibieron condenas carcelarias por haber estado involucrados en la línea de suministros a los alzados.

El LCB continuó arremetiendo contra los alzados, tratando de ubicar a las bandas guerrilleras, para eliminarlas una a una. La guerrilla de Rubén Cordobés fue atrapada en un potrero, donde murieron cuatro alzados, combatiendo contra los cazadores. Pedro González, el jefe guerrillero al cual se le atribuían las muertes de dos docenas de milicianos, cayó en combate en el Cerco La Barca. A Cheíto León lo cercaron al norte de Trinidad, en un fuerte combate, en el que murieron hombres de ambos bandos, Cheíto León fue alcanzado por dos balas. Herido, Cheíto se arrastró hasta un matorral. Allí, cuando lo iban a capturar mató a dos milicianos con su última granada, inmolándose con ellos. Así murió el cuarto y último de los jefes guerrilleros del Escambray.

Aún quedaban dispersos algunos grupos en el Escambray. El más numeroso de estos grupos era dirigido por Blas Tardío, quien se había alzado en 1960. Tardío, un hombre de inmenso valor, era una leyenda viviente en el Escambray. Con su fama de bravo guerrero, logró en un día romper nueve cercos. En otra ocasión, que fue herido en una pierna, él mismo se sacó la bala y se cosió su herida, cauterizándola con un machete al rojo vivo. Blas Tardío Hernández fue capturado en 1965, en combate. Posteriormente fue fusilado. El era el quinto de los hermanos Tardío en morir peleando por la libertad de Cuba. El primero fue Lupe que murió en combate en 1961. Benlarnín que fue fusilado en 1963. Blas fue también fusilado en 1965. Poco después Camilo fue fusilado y Toto que se suicidó en el presidio. Sólo Genaro sobrevivió, pero cumplió años en el presidio político. La muerte de Blas Tardío selló el final de la lucha en el Escambray.

Durante los últimos meses del año de 1965 y durante todo el año de 1966, el LCB utilizando todos los recursos de la dictadura, fue ubicando y cazando a los últimos rezagados de las guerrillas. Luis Vargas, que se había alzado en 1960 y que fue el guerrillero que más tiempo se mantuvo en las lomas, fue capturado el día primero de diciembre de 1965 y fusilado posteriormente. El último guerrillero. José Rebozo Febles, fue atrapado en una cueva y capturado el primero de octubre de 1966. A Rebozo lo condenaron a treinta años de presidio político.

Después de ochenta meses de combate, la gesta heróica del Escambray había concluido. Fue una derrota física para los combatientes de la libertad, pero una victoria moral para un pueblo, que a través de tres décadas aún combate por sus derechos.

La guerra campesina tuvo sus detalles históricos que no concluyeron en 1966 con la captura del ultimo guerrillero. En 1968 y 1970 hubo infiltracic es de hombres del exilio en tres desembarcos, enfrentandose estos nuevos guerrilleros en combates con las fuerza del régimen, en los cuales murieron hombres de ambos lados. Figuras como Amancio Mosqueda, Vicente Méndez y José Rodríguez Pérez entraron verticalmente en la historia contemporanea de Cuba.

En 1970, hubo incendios en sembradíos en el Escambray, y rumores de que un grupo de alzados se encontraba en los montes. Las tropas del ejército castrista nuevamente mudaron a unos tres mil quinientos campesinos de la zona, trasladándolos para dos pueblos de Pinar del Río y otro de Camagüey.

Años más tarde, en 1975, Raúl Castro en una entrevista declaró: «Esa lucha es poco conocida ... fue una lucha esencialmente de clases.» y tenía toda la razón el comunista, la lucha --hasta hoy-- ha sido poco conocida, ignorada por ambos lados. También fue una lucha esencialmente de clases. Una era la nueva clase, los aristócratas del régimen comunista, los explotadores totalitarios del pueblo cubano. La otra clase eran los humildes guajiros, los pobres campesinos, la clase obrera cubana, luchando sin armas, y sólo con la vergüenza por la libertad de Cuba contra el comunismo.


(http://www.latinamericanstudies.org

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