Y llegó e día. Qué dia.
Ya no puedo decirte hermanita. Esta vez, el niño fui yo. Qué manera de disfrutarte, de gozarte, de llorarte. Y eso que estaba en el fin del mundo.
Desde Chile, morí con tus movimientos pélvicos, tu energía sin par. Tu voz... ufff, qué voz. Papi también lo gozó. Y tu mamá, también.
Celebré con Whisky, la bebida preferida de nuestro padre, esa que siempre le buscabas sí o sí. Yo, como periodista de le televisión, no podía complacerlo; tú, con tu arte, sí.
Mi hermanota, quiero que sepas que tu San José de las Lajas, el terruño que te vio nacer, también te disfrutó. Menos mal que no hubo apagón. Eso sí, acabaste con los mega de tus coterráneos, jajá. Muchos me dijeron que valió la pena.
Cuba entera te disfrutó. Los cubanos regados por el mundo, también se deleitaron. Gracias a esos fans que transmitieron tu histórico concierto, el primero de tantos que vendrán.
En nombre de tus hermanos y el resto del familión, de los que están, de los que partieron, mil gracias por poner bien alto el clan de los Alfonso. En nombre de los cubanos de verdad, gracias por existir.
Gracias por traer de vuelta a la gran Celia Cruz. Reventaste el Watsco Center. Tremendo inicio. Dios te bendiga. Me muero por darte el abrazo que el comunismo nos postergó. Un besote de tu hermano Pablo Alfonso.
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