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domingo, 26 de julio de 2009

Siempre es 26

Siempre es 26
Fidel Castro nunca fue herido de bala. (Alguien me dijo que sí, que le rozaron una nalga, en sus tiempos de pistolero universitario). No le hubieran venido mal algunos rasguños, para mostrarlos al mundo, y así afianzar aún más su imagen de guerrero invencible. Pero su cuerpo nunca fue lienzo para el color rojo. Sus cicatrices vinieron en la vejez, con el bisturí y las flatulencias dolorosas. Si bien el asalto al cuartel Moncada fue diseñado como golpe propagandístico, Castro pudo aprovechar aquellos momentos de confusión y herirse a sí mismo, algo superficial que garantizara un verdadero "bautismo de fuego". No lo hizo, y quedó intacto. Limpio, reluciente, siempre lejos de la sangre. ¿Protegido por las deidades del panteón? ¿Buena estrella y suerte espectacular? Absuelto por sus historiadores, pero no por la Historia que no sabe si decidirse por la justicia o por el mercado de ídolos, lo tendremos alguna vez desnudo, escrutable, y sin ninguna credencial ante la puerta de Luzbel: "Luchador, soldado y todo eso, ¿pero dónde están las pruebas de tu fogosidad? ¿En el culo?"
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Publicado por Manuel Sosa

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