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lunes, 2 de julio de 2012

Por qué la disidencia cubana no consigue sumar más adeptos.Por Por Iván García Quintero



Mis vecinos piensan exactamente igual que Oswaldo Payá o Antonio Rodiles. Están tan molestos con el gobierno de los hermanos Castro como cualquier disidente, pero los opositores no logran capitalizar el descontento No son pocas las noches en las que debo escuchar unas cuantas quejas y críticas subidas de tono hacia el régimen del General Raúl Castro. Las causas de los disgustos son variadas. Desde lo difícil de llevar comida a la mesa por los altos precios de los productos básicos y los bajos salarios, hasta la absurda doble moneda, la ineficacia del aparato judicial, la burocracia letal y la corrupción en todos los niveles de la vida. Por menos que eso, les digo, en cualquier país del mundo la gente se tira a la calle a protestar. En Cuba no. Las personas prefieren tomar de tribuna la sala de su casa. Y puertas adentro y en voz baja, no se cansan de lamentarse de su mala suerte. Cuando usted les pregunta por qué no se sindicalizan de forma independiente, en el caso de los trabajadores, o las amas de casa salen a la calle con las cazuelas vacías, a hacer ruido por la carestía de la canasta básica, todos ponen caras largas. Invariablemente la respuesta es: "Yo no soy un héroe". Y en el mejor de los casos: "Si otros lo hacen yo me sumaría". ¿Por qué no se asocian a un grupo opositor?, vuelvo a indagar. Para no confesar su temor, suelen decir que "no desean poner en riesgo a su familia". O que no confían en la disidencia o que a ellos ningún opositor se les ha acercado. Ése es un punto interesante. Es raro que en un barrio de La Habana -menciono la capital por ser donde vivo- no resida un disidente. La mayoría de los opositores sufren las mismas carencias que los ciudadanos comunes. Incluso más. Pues por lo general son acosados por los servicios especiales. Mi apreciación es que la oposición cubana no ha sabido aprovechar el evidente descontento popular para sumar adeptos. Viven enclaustrados en un mundillo por ellos mismos creados, salvo contadas excepciones. Es el mundillo de las charlas, academias, videos y encuentros. Sí, es cierto que sus artículos y documentos son redactados en la isla, pero generalmente solamente los leen los agentes encargados de vigilarlos o los periodistas y blogueros autorizados por el gobierno para replicarles. Un círculo vicioso estéril. Los cubanos de a pie ni siquiera se enteran de qué va el asunto. Mientras, siguen disgustados por estar dos horas en una parada para abordar el ómnibus. Se quejan de todo. La pésima elaboración del pan. Cómo los contenedores de basura se desbordan. Las calles convertidas en ríos por los innumerables salideros. No creo que Manuel Lagarde o Enrique Ubieta, defensores a ultranza del régimen, desconozcan que sus vecinos están irritados por la mala calidad de la educación y la salud pública. Ocho de cada diez personas con las cuales hablo, están descontentos con los Castro. La oposición nunca ha sabido capitalizar ese enojo. Está más preocupada en que sus planes e intenciones se conozcan fuera de las fronteras cubanas. Y apenas realizan trabajo comunitario local, a no ser la Red de Comunicadores Comunitarios que preside Martha Beatriz Roque y grupos apenas conocidos en provincias del interior. Es cierto que la Seguridad del Estado, entre el acoso, los topos infiltrados y su misión de dividir, les hace más fastidiosa y complicada su labor. Los medios del régimen no le dan espacio a la disidencia para que puedan emitir sus puntos de vista. Y no lo harán. Por tanto, ese espacio hay que ganárselo a pulso. La labor de un partido opositor es captar miembros. Creo que no es muy difícil encontrar gente dispuesta a escucharlos. Debiera la disidencia enfocarse más en los problemas de sus vecinos del barrio. Que constituyen un aliado natural. Mala imagen Cierto que alistar a cubanos escépticos con la política sí no es tarea fácil. Los políticos no están de moda, ni en Cuba ni en otras naciones. Y muchos indignados criollos ven también a la disidencia como una banda de vividores y oportunistas. Es el mensaje que el gobierno ha trasmitido durante años. Desmontarlo no es simple. Y el comportamiento de determinados disidentes tampoco ayuda. No son pocos los que se enrolan en la oposición para, a la vuelta de un tiempo, ganarse el status de refugiado político. Existe una disidencia golondrina. Y algunos que resisten y combaten con sus ideas al régimen dentro de la isla, se han transformado en narcisistas de libro. Para ellos, los proyectos políticos son válidos solamente si ellos los han redactado. Los otros proyectos no cuentan. O sí. Para descalificarlos. Noto una tendencia preocupante entre algunos disidentes. Están usando las mismas armas del régimen. Conmigo todo, fuera de mí. nada. Y las calumnias entre ellos son muy frecuentes. Cuando alguien no les rinde pleitesía o no comparte sus teorías, lo primero que sueltan es: "Fulano es agente de la seguridad". Sin aportar pruebas. Es la manera más rápida de etiquetar a un adversario de criterios. Por esa vía, nada sacarán en limpio. Es el régimen quien gana puntos teniendo todo el tiempo a los disidentes fajándose entre sí. La oposición cubana se asemeja a una pasarela de vanidades. Y siento escribir de esa manera. Pero cada vez que acudo a un evento o charlo con algunos opositores me quedo con un mal sabor de boca. Las descalificaciones entre unos y otros son patológicas. Si hasta el momento no han sido un referente válido para la ciudadanía, en parte ha sido por su propia culpa. Si uno no se respeta, no puede exigir respeto. Esas miserias humanas debieran echarse a un lado. Por encima de egos y protagonismos está el futuro de Cuba. No queda mucho tiempo para cambiar de táctica. Mientras, los gobernantes de verde olivo hacen lo suyo. Y trazan su estrategia intentando colonizar a la disidencia. Mis vecinos quieren un cambio de gobierno y de sistema. No confían en los hermanos Castro. Tampoco en la disidencia. La oposición ha hecho muy poco para sumarlos a su causa.






NOTA MIA MUY PARTICULAR:
LA MISMA MIERDA VIVIMOS EN ESTE RESINGAO EXILIO:SI ESTAS EN CONTRA DE LAS MULAS,SI CRITICAS A QUIEN APOYA Y CUBTE EL INTERCAMBIO CULTURAL DE LA DICTADURA ENTONCES ERES DE LA SEGURIDAD O UN HIJO DE PUTA!!!. YO ME CAGO EN LA AMISTAD,Y ME CAGO EN TODO AQUEL QUIE USA LA OPOSICION CUBANA PARA SU CARRERA POLITICA.HAY DOS CAMINOS A ESCOGER O AMISTAD O PATRIOTISMO,O COMPLICIDAD CON HIJOS DE PUTAS QUE SOLO BUSCAN VENTAJAS MATERIALES O POLITICAS, O APOYO A PATRIOTAS QUE QUIEREN EL CAMBIO.
Jorge Luis Llanes Naranjo

domingo, 1 de julio de 2012

Huelga de Hambre por Nicaragua

Presidente de Hagamos Democracia Y miembro del PLI Roberto Bendaña se unió a la huelga de hambre que mantienen frente a las instalaciones del CSE jóvenes de diferentes Organizaciones de la Sociedad Civil



Nota de ultima hora!!!!!!!!!!!!!!!!:

aviso al mundo ..EN ESTE MOMENTO SE DESPLAZAN POR MANAGUA , CIENTOS DE ACTIVISTAS DEL FSLN ,..EN MOTOCICLETAS .SE DIRIGEN EN DIRECCIÓN DE LA ZONA DE ALTAMIRA CERCA DEL ÁREA DE LA HUELGA DE HAMBRE .. HAGAN DENUNCIA ,ESA ES UNA AMENAZA A SUS VIDAS

SE LEVANTA LA HUELGA DE HAMBRE DE LOS PRESOS POLITICOS DE EVO MORALES EN EL PENAL DE SAN PEDRO EN LA PAZ, BOLIVIA.- SE LOGRO Q NOS ESCUCHEN.



La ONU por fin escucha a la oposición con respecto a la violación continua de los DDHH en Bolivia por parte del Régimen de Evo Morales.- — en La Paz




Nota mia muy particular:
POR ALGO ASI TENEMOS QUE LUCHAR NOSOTROS LOS CUBANOS.QUE SE OIGA NUESTRA VOZ EN LAS NACIONES UNIDAS,ARGUMENTOS;FOTOS;VIDEOS DE LA REPRESION Y LOS ABUSOS DE LA TIRANIA CUBANA HAY MAS QUE SUFICIENTES.

MORINGA RIMA CON PINGA!!!!!.TOMADO DEL BLOG DE ZOE VALDES




Moringa rima con pinga!


De la moringa me enteré el año pasado por un trabajo de Tania Díaz Castro en Cubanet. Después ella publicó No todos quieren comer moringa, y decídí reproducirlo en El blog de Iván Garcia y sus amigos, pues todo parece indicar que la moringa llegó a Cuba para quedarse. Como el picadillo de soya, la masa cárnica, los perros sin tripa, las croquetas de averigua, el fricandel, la pasta de oca, la compota de fongo y la sopa de gallo, ‘alimentos’ codiciados durante “el período especial en tiempos de paz”, decretado en 1990 y que hasta mi salida de Cuba, en 2003, todavía estaba vigente. En Wikipedia aclaran que hay 13 especies de moringa. La que sembraron en Camagüey es la moringa oleifera. En algunos países le dicen ‘moranga’, palabra que un cubano podría confundirla con morronga. En inglés, a la moringa oleifera le llaman Miracle Tree (árbol milagroso). Es una planta con excelentes propiedades para animales y seres humanos, y en internet tiene una web, con tienda online incluida. Ok, de acuerdo. Un ejemplo de la grandeza de la Tierra y de la generosidad de la Naturaleza: pese al maltrato del Hombre, no deja de darnos alimentos provechosos. Lo que me jode -y disculpen la palabra- es que cuando Fidel Castro piensa en alimentación para los cubanos, piense en la moringa oleifera. Ahora, con 86 años, se dice que se ha vuelto seguidor de la dieta macrobiótica. Pero de todos es conocido que siempre fue un ‘jamaliche’. Le gustaba jamar buena comida, elaborada con productos cubanos o extranjeros. ¿Por qué cuándo Fidel Castro piensa en la alimentación para las familias cubanas, no piensa en un buen bistec de res, pargo asado, arroz con pollo, enchilado de camarones o langosta grillé? O en postres como arroz con leche, torrejas, flan de calabaza, natilla planchada, cascos de toronja, mermelada de guayaba o coco rallado con queso. O que los cubanos puedan desayunar como siempre han desayunado: café con leche y pan con mantequilla. Y después del almuerzo y la comida, tomarse una tacita de café de verdad, y no ese ‘invento’ de café mezclado con chícharos. Últimamente, en Cuba se habla bastante de internet, redes sociales y permisos de salida, pero deberían dedicarle más tiempo y espacio al tema alimentario. Cincuenta años con libreta de racionamiento (Fidel Castro la implantó el 26 de marzo de 1962) no solo son demasiados años alimentándose poco y mal, si no sin apenas posibilidades de escoger. Cuando en los 90 escribía como periodista independiente desde La Habana, una vez redacté un trabajo titulado Libertad para comer. Poder comer lo que a uno le plazca, o su salud o su bolsillo le permita. No estar obligado a comer esas bazofias ‘inventadas’ por el socialismo cubano, y que los Castro ni sus familias ni sus generales comen. Mi familia era pobre, pero en mi casa se almorzaba y cenaba como en casi todos los hogares antes de 1959: arroz, potaje, ensalada, una vianda (malanga, plátano, boniato, yuca, aguacate) y de plato fuerte, carne de res o de cerdo, pollo, pescado o marisco. A cada rato mi madre hacía papas o plátanos rellenos, tamal en hoja o en cazuela y arroces amarillos. Cuando era poco el dinero que teníamos, me mandaba a la bodega, a comprar tres o cuatro laticas de unas salchichas fabricadas en Cuba, muy sabrosas. Si mal no recuerdo, cada latica costaba 6 centavos. Y con un buen sofrito de ajo, cebolla, ají, tomate, orégano, comino, laurel y unas hebras de azafrán o un tin de bijol, quedaba riquísimo. Por lo regular, el arroz con salchichas se acompañaba de plátanos maduros fritos o tostones de plátanos verdes. O aguacate, si era la temporada. Ni siquiera cuando estuvo preso en Isla de Pinos, Fidel Castro comió mal. Es sabido que él mismo cocinaba en su celda y después de un buen café se fumaba un buen tabaco. No como los presos políticos o comunes, que si no fallecen de hambre es por las pesadas jabas que sus familiares cargan en cada visita. Y como la mayoría son de bajos recursos, lo que suelen llevarle es pan tostado, azúcar blanca o prieta, sobres de refresco instántaneo y cuadritos de caldo de res, pollo o bacon. A los más afortunados les llevan leche en polvo; botellas plásticas de aceite con cabezas de ajo dentro, o potes plásticos con sardinas, atún o perros calientes en aceite. A lo mejor, a modo de experimento, parte de esas 200 hectáreas de moringa sembradas en Camagüey la destinan a la población penal, comedores escolares y menús hospitalarios. Cualquiera que sea su destino, moringa seguirá rimando con pinga.

Luis Moreno Ocampo: "hay una nueva generación global que reclama justicia"

Luis Moreno Ocampo (Buenos Aires, 4 de junio de 1952) abandonó su cargo como fiscal general de la Corte Penal Internacional, CPI, en La Haya. En 2003, asumió el puesto de primer fiscal general de la Corte, cargo creado para hacer justicia en el mundo.



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