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martes, 4 de enero de 2011

Dramático relato de una brutal golpiza - Radio Martí | Televisión Martí | MartíNoticias.com | Oficina de Transmisiones a Cuba - OCB




Damaris Moya Portieles, de la directiva de la Coalición Central Opositora. Foto de archivo.



Damaris Moya Portieles relató este martes a Radio Martí los pormenores de una brutal golpiza que le propinaron agentes de la policía y la Seguridad del Estado de la ciudad de Santa Clara el 31 de diciembre.

"Me arrastraron, me metieron a golpes y empujones dentro de la patrulla, mi cuerpo está lleno de hematomas", denunció la opositora durante el programa Revista Informativa de Derechos Humanos que se transmite por Radio Martí.

Moya, quien es dirigente de la Coalición Central Opositora, dijo que la golpiza se produjo cuando ella reclamaba ante los agentes de la policía las razones por las cuales al también opositor Antúnez, se le mantenía confinado a su residencia, por decisión de la Seguridad del Estado, sin una orden judicial.

"Solamente por ser negra, deberías de lamerle los pies a Fidel Castro", me gritaban mientras me daban golpes, dijo Moya.

Pulse en audio para escuchar un fragmento del relato de Damaris Moya.


Dramático relato de una brutal golpiza - Radio Martí Televisión Martí MartíNoticias.com Oficina de Transmisiones a Cuba - OCB

Engáñame, que me gusta!!!!!!!!!!!!!!!por Laritza Diversen




Lo que sentí oyendo a Raúl Castro







No sé si a todo el que tuvo la oportunidad de escuchar o leer el último discurso de Raúl Castro le pasó lo mismo que a mí. Me quedé atónita y un tanto confundida. No supe definir si realmente estaba ante un hombre reformista o simplemente era más de lo mismo. Tal vez todo se debió a mis deseos de escuchar la palabra cambio.

En una primera lectura, descubrí a un hombre que hablaba de un futuro incluyente "proseguiremos, haremos, incrementaremos, continuaremos…" y que confesó ser un luchador contra el secretismo estatal. Incluso, citó versículos de la Biblia "no darás falsos testimonios ni mentiras" y principios éticos incaicos "no mentir, no robar, no ser holgazán".

El Presidente del Consejo de Estado habló de la igualdad de todos ante la ley y de la responsabilidad de aquellos que cometan "un delito en Cuba, con independencia del cargo que ocupe". "Sea quien sea", dijo, tendrá que "enfrentar las consecuencias de sus errores y el peso de la justicia". Él, en cambio, se siente con el derecho a corregir (o no) impunemente las faltas cometidas en cinco décadas de construcción del socialismo.

El menor de los hermanos Castro dijo que pondría fin a los incumplimientos y los sobregiros. El dirigente histórico no se conformará con justificaciones, imprecisiones y mentiras de los cuadros a cualquier nivel. "Los compañeros que den información inexacta serán removidos definitivamente y hasta separado de las filas del Partido si militan en él", afirmó.

Como ejemplo, puso la destitución de Jorge Luis Sierra Cruz, Yadira García Vera y Pedro Sáez Montejo, que ocuparon importantes responsabilidades en la dirección del Partido y del Gobierno, "por tomarse atribuciones que no le correspondían y que les condujeron a serios errores en la dirección".

Sería interesante saber qué estaba haciendo el también segundo secretario de Partido Comunista de Cuba, como máximo responsable del Estado y del Gobierno, cuando esos hechos ocurrieron. Tal vez haya sido su propia y eludida responsabilidad el freno para no haber puesto a los funcionarios a disposición de los tribunales de justicia.

El dirigente histórico reconoció la libertad de crítica como un derecho del que no se debe privar a nadie, pero mantiene vigente la Ley 88/99, (Ley Mordaza) que penaliza severamente el ejercicio de libre expresión.

Habló de la discusión abierta, de debates sin ataduras a dogmas y esquemas inviables, de no excluir criterios divergentes, pero condicionándolo todo a un escenario específico. Aceptará la diferencia de opiniones, siempre que se expresen "preferiblemente" en tiempo oportuno, forma correcta y lugar adecuado.

También reconoció que el Estado no se tiene que meter en las relaciones entre los particulares, pero decide qué se compra y vende en la sociedad. Afirmó que el trabajo por cuenta propia los liberaría de realizar actividades relacionadas con la oferta de bienes y servicio a la población, pero no renunció al control sobre la misma. Incluso es el gobierno quien decide qué y cómo debe trabajar este sector, y en qué forma y bajo qué métodos de organización tendrá que funcionar.

A la par de reformista, el discurso de Raúl Castro me pareció camaleónico y surrealista. En una segunda lectura de sus palabras, mi confusión desapareció, lo mismo que mis esperanzas por el cambio. A medida que avanzaba y profundizaba mi análisis, mi inconsciente no dejaba de repetir esa frase proverbial: "engáñame, que me gusta".

ANGELITO,LA TRISTE HISTORIA DE UN NIÑITO CUBANO!!!!!!!!!!


Injusticias a un Angel
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lunes, 3 de enero de 2011

LAURA Y LA DISTANCIA!!!!!!!!! por José Alberto Álvarez Bravo



José Alberto Álvarez Bravo

Por lo común, el ser humano vive convencido de que las magnitudes son inalterables, fijas, inmunes a las complicadas teorizaciones relativistas de filósofos y “sesudos”, proclives a deambular de cirro en cirro, de nimbo en nimbo.
Una de las magnitudes que mejor corrobora lo inconmovible del axioma, es la distancia. La Ley Conmutativa apabulla a las mentes más díscolas, pertinaces en cuestionar hasta la existencia de lo tangible. La distancia de A a B es igual a la distancia de B a A. Fuera del perímetro del Hospital Siquiátrico, no hay arreglo, salvo que se circunscriba a los difusos límites de la onírica y/o, las alucinaciones, esas que se dan en “condiciones especiales”.
No solo hay que pensar, con sorna contenida, en estupefacientes o alucinógenos, sino también, por ejemplo, en una huelga de hambre “a rajatabla”. Sobre todo, después de la segunda semana.
Fundamentalmente desde el punto de vista económico, la huelga de hambre es infinitamente más ventajosa en materia de obtener esas “condiciones especiales”, pues en lugar de arruinarse –y arriesgarse- en la adquisición de costosos y peligrosos alcaloides, se economizan importantes sumas al prescindir de alimentos, dentífricos y papel higiénico, por no citar gastos indirectos como transporte vehicular, suelas de zapatos y otras nimiedades.
Claro que la huelga de hambre, aunque solo se reduce a colocarse un candado de firmeza de principios en la boca, no está al alcance de todos los terrícolas. A menos que, viviendo en sociedades normales, se trate de excéntricos o de tipos desesperados por llamar la atención.
Para que se justifique un acto de esta naturaleza, se requieren determinadas circunstancias, como por ejemplo, vivir en sociedades regidas por autócratas totalitarios.
Sé que a Usted, si leyó hasta aquí, dos topónimos le vinieron de inmediato a la mente: Corea del Norte, y Cuba. Pero como es de esa gente que se machuca la corbata buscándole la contrapelusa a la caquita del piojo, enseguida arribará a la conclusión de que las diferencias idiosincráticas de ambas naciones impiden la comparación: los norcoreanos, hasta donde trasciende, soportan la esclavitud con mejor talante que los cubanos. O al menos que un creciente grupo –nada desdeñable- de cubanos.
Si la primera condición es el gentilicio, la segunda es la determinación de rechazar, con erguida virilidad, el ultraje al derecho ciudadano. El hecho propiciatorio: que la prepotente bota del tiranuelo caiga sobre ese derecho, por aplastar el mal ejemplo del desafío cuestionador de legitimidades y fueros.
Condiciones y motivo en mi haber, el 1 de diciembre di este responsable y serio paso.
Compatriotas dispersos por el planeta asediaron mi determinación, movidos por su convicción de la superior utilidad, para la noble causa, de mi presencia viva sobre mi ejemplo de mártir. Por lo magro y añejo de mi anatomía, a las dos semanas el móvil me traía voces lejanas, pero la fraternidad cubana me ponía corazones nuevos en el pecho, como para asistir al mío, exhausto y reticente. Nombres que mi cerebro se negó a retener, o pedir a los deudos anotar. Fabián, y mi Aldo bueno, cuyo corazón bombeó mi sangre, y me tiene aquí, trabajando por Cuba. Cecilia Cominero, quien pese a lo ligero de su bolso, puso a Sevilla, meca de la antiquísima tauromaquia, más cerca que Guanabacoa.
Asustado ante la firmeza inequívoca, el bunker envió dos médicos a controlar día a día el avance del deterioro físico, fuente nutricia del vigor moral. Y redujo, vencido y ridículo, el asedio gansteril a seis horas, una vez por semana, diluyendo la base de sustentación de mi postura.
Elemento decisivo, Moisés Leonardo Rodríguez y su propuesta de asumir, temporalmente, la labor de la Academia Nueva Esperanza en otra vivienda, pues según la vana palabra de los vicarios de sus majestades, su ubicación en mi domicilio es la manzana de nuestra discordia.
Seiscientas cuarenta palabras, transgresión de la continencia, pero no puedo ignorar el otro elemento que grabó con fuego nombres que, en lo sucesivo, de sitial no carecerán en mis afectos. Nombres que mi eterna novia –la letra impresa- y la tecnología, me permitieron rescatar del pandemonio.
La Galia, artesa de la cultura moderna, se rehúsa devolverme a Israel Betancourt, añorante de su tórrido caimán; Héctor Lemagne, con su anhelante corazón a dos latidos de su terruño; la Hispania legendaria, con Catalunya como cuna de mi chozno, tiene a Jorge Luis Llanes como en posición de arrancada; la nieve hostil de la distante Canadá no enfría el patriotismo de Ricardo López.
Limón limonero, las niñas primero. La delicadeza hacia el bello sexo nos viene de la cuna, pero no ha habido con Laura olvido, ni desdén, ni postergación. Ella inspira este tropel de palabras, pues puso alas a mi raciocinio, y me hizo entender que a los dieciséis días me podía considerar indómito.
Su nombre, Laura M. Pruna, es lo segundo que se de ella. Lo primero es que tiene un panal por corazón, y miel fina y ambarina en sus arterias. Y no fue idiota, ni vale un décimo de los que nos quedamos a retar al tigre. ElQueNacióenDosRíosalaEternidad, tampoco.
Pero quizás ni en esto radique la singularidad de Laura, sino en haber probado que, fuera de las Ciencias Exactas, la distancia no siempre es una magnitud rígida.
Cuando en el crisol de los buenos sentimientos se vierten el amor, el patriotismo, el desinterés y la bondad, la distancia puede convertirse en una abstracción sin dimensiones precisas. Cuando laten a compas dos corazones sangrantes por Cuba, la distancia desaparece como éter derramado.
113dominexaudi932@gmail.com





Nota mia muy particular:



No soy partidario de las huelgas de hambre, por eso la alegria me llegaba al corazon
cuando leia que este hemano de lucha habia triunfado y abandonaba la misma.La huelga de hambre es para mi el ultimo extremo para luchar cuando no quedan otros caminos.
Las Damas de Blanco pero nos han demostrado que hay otros caminos efectivos para luchar, para luchar y para vencer!!!!!
Junto con nuestro hermano José Alberto Álvarez Bravo, Nueva Esperanza se propone
llevar adelante el ansiado programa de Desobediencia Civil y por esta via llevar el entusiasmo y ganar el apoyo de miles y miles de patriotas dignos en Cuba.
Esta es una via para lograr el reconocimiento de la oposicion cubana y debilitar el
aparato represivo de la tirania cubana.
Hoy que la lucha armada es solo una utopia , solo nos queda el camino de la lucha politica .Y si esta lucha genera violencia es un riesgo que se debe correr POR LA LIBERTAD DE CUBA!!!!!

Jorge Luis Llanes Naranjo

De “encontronazos” y otros avatares.por José Alberto Álvarez Bravo director de la academia Nueva Esperanza




De “encontronazos” y otros avatares.

José Alberto Álvarez Bravo

“En todo grupo humano hay hombres de bajos instintos, criminales natos, bestias portadoras de todos los atavismos ancestrales revestidas de forma humana, monstruos refrenados por la disciplina y el hábito social, pero que si se les da a beber sangre en un río no cesarán hasta que lo hayan secado”
Fidel Castro, La historia me absolverá.

-“La vez anterior fue una conversación, ahora es un encontronazo”.
Esta frase, en labios del oficial de la policía del pensamiento conocido por Tamayo, presidió nuestro segundo encuentro, alrededor de la dos de la tarde del miércoles 22 de diciembre de 2010, en el mismo recinto del sótano de la Unidad Policial Aguilera, adonde fui conducido luego de mi temprano arresto junto a Moisés Leonardo Rodríguez y Luis Enrique Labrador por parte de más de una veintena de efectivos de la tristemente célebre Sección 21, adscrita a la Seguridad del Estado cubana.
Para una persona normal, el término encontronazo le sugiere el choque entre dos locomotoras, entre dos barcos, entre dos rinocerontes, o dos campeones superpesados en deportes de combate. Para un totalitario, puede ser entre un estudiante y un tanque de guerra, o entre un viejo devastado por dieciséis días de huelga de hambre, y dos jóvenes bien alimentados y entrenados en artes marciales; uno en calidad de detenido, los otros, de detenedores.
Por qué soy un opositor activo.
Para entender el proceso de mi cambio de ciudadano común a opositor activo, es preciso un poco de historia. Apenas cumplidos diecisiete años de edad, fui reclutado al Servicio Militar Obligatorio. Pasé los dos primeros años sin mayores tropiezos, pero al comenzar el tercero ya no podía tolerar la bota de quienes me negaba a aceptar como “superiores”, y fui condenado a seis meses de privación de libertad por Insubordinación de Palabra, dos años por Desobediencia de Orden, y cuatro años más por Quebrantamiento de Sanción. En la prisión de La Cabaña, fui testigo del asesinato de Manuel Cabana por parte de los guardias Florencio y Chávez, en diciembre de 1970.
Antes de cumplir veinte años de edad, cerca de Sagua la Grande, estuve a punto de ser destrozado, junto a Oscar Romero Lemus, por una verdadera lluvia de balas sdelano b CCCP. Cinco fusiles AK-47 vaciaron sus cargas de metralla, odio y muerte hacia el sitio en que habíamos buscado precario refugio. Un monstruo con figura humana, enfundado en un uniforme verde olivo, con un membrete sobre el bolsillo de la camisa –Ministerio del Interior- apuntó su pistola soviética sobre mi rostro en dos ocasiones, y dos proyectiles silbaron en mis oídos su canto de muerte. Yo, la cuarta generación de los Cuté nacidos en Cuba, pero desgajados de Catalunya, fui el primero de mi estirpe en soportar en su carne el ominoso “plan de machete”. Y no fue la Guardia Rural, por cierto.
Continué mi vida normal, cuatro hijos naturales y otro putativo, sin conocer de “encontronazos” y otros avatares con el poder perpetuo de los hermanos Castro Ruz, solo con un contenido rechazo corazón adentro.
En 1990, mi ya difunto amigo Amable Álvarez se ofreció para cumplirme un sueño: conocer personalmente a María Elena Cruz Varela y su Grupo Opositor Liberal Criterio Alternativo. Aunque no tenía aun los elementos políticos y la situación personal necesaria para pasar a la condición de opositor activo, este encuentro fue la escuela primera que me enseñó el camino a la libertad plena. Veinte años después, María Elena continúa siendo mi paradigma y mi inspiración. Pascualito y Lázara, las más valiosas gemas en el cofre de mis más caros afectos.
Después de haberme usado para descargar sobre mí un fardo de suspicacias de parte de María Elena y Criterio, fui acosado y maltratado por la policía de las ideas. Ese fue mi primer “encontronazo” con el Departamento de Enfrentamiento al Delito Contrarrevolucionario, versión caribeña y aventajada de la Gestapo, el KGB y la Stassi.
Dedicado por entero a ganar el sustento en el sector privado, a mediados de 2007 una llamada telefónica de mi ex compañera determinó el comienzo del tránsito definitivo de ciudadano común a opositor activo:
-“Alberto, Carlito está preso”.
Como es normal en situaciones de este tipo, mi posición preliminar se basó en la tesis de que si ha sido detenido, es porque algo indebido ha hecho. Hay que esperar la primera visita en la prisión Valle Grande para hablar sin interferencias: “Papi, yo no sé nada de lo que me acusan”.
Así comenzó una larga batalla contra uno de los procesos penales más amañados y escandalosos manejados por el Ministerio de Interior, a través de los tribunales peleles de la finca Gran Birán. Uno de los más odiosos crímenes de lesa inocencia, responsabilidad personal y directa del Señor Todopoderoso Raúl Castro, que permanecen sin solución como cobarde represalia por mi negativa a poner la mansa cerviz al yugo castrista.
El odio hacia la Academia Nueva Esperanza, y hacia mi persona, se explica también por el hecho de que impartimos lecciones sobre el Derecho Positivo vigente en Cuba, normativas jurídicas que el régimen inconsulto que con tanto celo defiende el Señor Tamayo pisotea con grotesco frenesí.
Prueba de que el Ministerio de Justicia, el Tribunal Supremo Popular y la Fiscalía General de la República son serviles brazos ejecutores al servicio de quienes mandan en nuestra sufrida isla, es precisamente el caso de mi hijo Carlos Denis Crespo.
La Ley de Procedimiento Penal vigente establece un máximo de noventa días naturales para que la instancia se pronuncie sobre el caso que ha de ver. En el caso de mi hijo, la Licenciada Claribel Garlobo, del Departamento de Revisiones Penales de la Fiscalía Provincial de Ciudad de La Habana, tiene el expediente en su poder desde el 15 de octubre de 2007. De noventa días, a tres años y más de dos meses, me parece ver una notable diferencia.
Un joven cubano, humilde y mestizo, permaneció veintisiete meses en prisión al serle imputado un delito común con el que no tuvo la más mínima relación. ¿Por qué? Por la relación personal de su reticente ex suegra con un oficial corrupto (suelen ser sinónimos) del Departamento Técnico de Investigaciones, nombrado Rafael Sanamé. Alrededor del “delito” se implicaron dos Tenientes Coroneles del Ministerio del Interior. Luchando contra molinos de viento, ante mí quedó al descubierto toda la podredumbre que carcome la sociedad cubana, especialmente su andamiaje gubernativo, y sobre todo la administración de “justicia”.
Al Señor Raúl Castro agradezco la felicidad infinita de poder combatir la opresión desde dentro de Cuba.
Si en su momento el Señor Castro no hubiera ordenado congelar la revisión penal del caso de mi hijo, y se hubiese aplicado la ley preexistente, hoy quizás me estuviera privando del insuperable placer de calificar como opositor activo dentro del propio cubil de la fiera sedienta de sangre inerme. Pero, gracias al cielo, la rabia y la soberbia disimulada de este señor, y la torpeza y superficialidad con que decide el destino ajeno, me permiten el privilegio de ser enteramente libre, atendiendo a que pienso y hablo sin hipocresía.
Tamayo quiere respeto.
El señor Tamayo, principal entre los que dan la cara en nombre de la represión política en La Habana, quiere, como todo el mundo, que se le respete, tanto a su persona como a su cargo. En las dos ocasiones en que me ha secuestrado –él dice detenido- me lo ha exigido.
Parece ignorar que para ser acreedor al respeto, hay que merecerlo. No basta con disponer de suficiente autoridad para mandar a golpear mujeres, incluso por las mamas (Párraga, 17 de marzo 2010: “aplícale lo que te enseñé”; victima: Tania Montoya), para encarcelar ciudadanos desarmados (de armas de fuego, que no de valientes principios), para robarse el dinero que no le pertenece más que al legitimo dueño, para incautar sin motivo el documento de identidad a fin de crear dificultades adicionales al readquirirlo, sino que es preciso fundar cada acto en el amor al prójimo, en el respeto a los principios que rigen el normal funcionamiento de toda sociedad civilizada.
Qué más quisiera yo que poder respetarlo, pero él no me da motivos. Más que respetarle, ahora quiere que le tema, pero tampoco me da motivos. Quiere asustarme con la muerte y el purgatorio, con decomisarme lo poco que tengo –una laptop y una cámara fotográfica- , con no dejarme entrar ni un centavo del bolsillo de mis hermanos de la diáspora, cultivarme el síndrome de Stalingrad, encarcelarme, golpearme. Tarde han llegado sus amenazas. En otro tiempo tal vez me habría escondido, despavorido, debajo de la cama, pero me cansé de vivir con miedos.
De no haber levantado el ominoso asedio a mi domicilio, hoy sería un incómodo cadáver en el martirologio cubano de las huelgas de hambre. Obviamente, el régimen castrista carece de solvencia política para pagar por otro muerto.
Si es para perder el tiempo tratando de intimidarme, que Tamayo y el resto de quienes forman el grupo humano que rodea y perpetúa a los Castro en el poder acaben de convencerse de que es inútil continuar secuestrándome.
Sépanlo de una buena vez, señores del poder, y actúen en consecuencia: no les temo en lo absoluto.
Descendiente espiritual de Guamá, de Martí y de Maceo, una y definitiva es mi divisa personal:
Ser mártir a ser esclavo.
113dominexaudi932@gmail.com

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