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domingo, 26 de septiembre de 2010

PARA MIS HERMANOS DE VENEZUELA!!!!!!!!!

Aunque siempre quise hacer de este lugar un Blog informativo cubano, les dejo a ustedes este video de Katungo que es como un aldabonazo a sus conciencias:

Yunia sigue viviendo al borde del suicidio




Yunia Palacios, 30 años, es una suicida en potencia. Se le nota al mirarla. Ella y sus tres hijos viven mal y comen peor. Es una mulata indiada con ligero retraso mental y una vida casi animal.

Su historia es un suplicio. Para los medios oficiales no existen personas como Yunia. Pero las hay. Y aumentan en flecha.

Nació en la empinada y caliente ciudad de Santiago de Cuba. Siempre ha sido infeliz. Lo típico. Hija de padres alcohólicos que la abandonaron a su suerte. A los 12 años embarcó hacia La Habana -el Miami de quienes viven en regiones orientales- y cayó en las garras de un tío que mientras dormía le derramaba semen sobre su cuerpo infantil.

Se escapó. Huir es es su estado natural. Desandando sucia y hambrienta por la Autopista Nacional se tropezó con un hijo de puta, que le triplicaba en años y en maldad. La golpeaba a su antojo y la preñó tres veces.

El tipo, un ratero de baja estofa, fue a prisión por matar ganado. Obedientemente, Yunia iba a visitarlo en la cárcel. Cuando salió, la echó de la casa junto a sus hijos. Bueno, no era exactamente una vivienda.

Vivían en una choza de hojas de palmas y piso de tierra. Dormían en unas colchonetas mugrientas entre cucarachas y ratones. Yunia volvió a pernoctar donde la atrapara la noche. Esta vez con una carga adicional, sus tres niños.

La joven ha acudido a diferentes instancias del gobierno para solicitar un albergue o un cuarto donde vivir. Siempre le daban la misma respuesta: esperar. Desesperada, pensó tirarse desde un puente de 40 metros de alto.

Si se quitaba la vida, pensaba, las instituciones del Estado se harían cargo de los hijos. La sangre no llegó al río. Abogados y periodistas independientes la visitaron y divulgaron su caso en 2009.

Suele ocurrir en Cuba, que una situación al límite se ventila fuera de la isla. Y en ocasiones dan una respuesta oficial. Pero la existencia de Yunia sigue siendo un calvario: las autoridades dijeron que podía residir en casa del padre de sus hijos.

Lo ideal hubiese sido que le hubieran proporcionado un modesto piso o una habitación. “La situación económica”, respondieron los funcionarios. Y tuvo que volver a la choza de su verdugo.

Cuando por las noches el padre de sus hijos le propina violentas palizas, Yunia corre a un pequeño monte rodeado de marabú. Allí, en silencio, piensa en la mejor forma de morir.

Cuando el sol calienta y muestra el verdor de la campiña, entre cantos de sinsontes y el rocío del amanecer, Yunia da marcha atrás a su plan suicida. Renace en ella la esperanza.

Comienza a soñar despierta. Vivir un día en una casita con sus hijos y poder comer hasta saciar el hambre. Es todo lo que pide.

Su ilusión se viene abajo al regresar a casa. Con las nuevas golpizas, vuelve a rondar en su cabeza la opción del suicidio. Yunia nunca la ha descartado.

Iván García y Laritza Diversent
(del Blog Desde la Habana)

Cuando Cuba fue la Corea del Norte del Caribe



















“Compadre, nací con el ‘período especial’, en 1990. Veinte años después, mis padres me dijeron la verdad: mi nacimiento les hizo llorar”, me dice Ricardo, hoy estudiante universitario.

Lo puedo entender. También pasamos momentos difíciles cuando mi hermana dio a luz en pleno “período especial en tiempos de paz”. Así de rimbombante era el nombre oficial de una de las etapas más negras padecidas en 51 años por el pueblo cubano -y que ya es mucho decir.

Dice un refrán que los bebés vienen al mundo con un pan debajo del brazo. Pero en los 90, tener un hijo en Cuba significaba lo contrario: perder un brazo, si no los dos, buscando un pedazo de pan.

Esa guerra sin tronar de cañones da para escribir varios tomos. En 2010, es cierto, los rigores del ’período especial’ no son tan violentos como cuando estuvo en su apogeo, veinte años atrás. No obstante, mencionarle esas dos palabras a un cubano es meterle el miedo en el cuerpo.

La primera vez que tuve idea del ‘período especial’ fue en el verano de 1989. Al inaugurar una fábrica de fusiles AKM, en Camagüey, el comandante único ya hizo mención de lo que se nos venía encima. Luego, en un acto con mujeres en el teatro Karl Marx, medio en broma medio en serio, le dijo a las damas presentes, “guarden bien las ropas, pues en años venideros las van a necesitar”.

La gente en la isla nunca vivió de manera sobrada. Siempre escaseaba algo. Además de faltar las libertades individuales (que los nacidos en la revolución no percibíamos) a cada uno de sus ciudadanos Papá Estado le garantizaba una vida pobre, pero digna. Gracias a la tubería de petróleo desde Moscú.

Antes de esa guerra silenciosa, podíamos comprar dos pantalones al año, tres camisas y un par de zapatos, con una libreta llamada de ‘productos industriales’. Se pagaba en pesos, la moneda nacional.

La cartilla de racionamiento era más abundante. No para tirar cohetes, pero menos raquítica que la actual. Había alimentos en venta libre. En las lecherías, en horas de la madrugada, dejaban las cajas con litros de leche fresca, yogurt, queso proceso y de crema, y a nadie le pasaba por la cabeza cogérselos.

Eso fue en los 70 y 80. Entonces no podíamos imaginar la “sorpresa” que el socialismo verde olivo nos tenía reservada. Fue terrible. La gente bajó de peso como si a diario asistiese a una sauna. Siempre teníamos hambre. Se hacía medio día de cola para comprar una pizza que en vez de queso llevaba papa hervida.

Los ancianos famélicos y desdentados se agolpaban en los cafetines para tomar una infusión hecha con cáscaras de naranja o toronja. Y los animales ya pueden imaginar. Aparecieron engendros alimenticios. De los laboratorios estatales a la carrera sacaron picadillo de soya, masa cárnica, pasta de oca y fricandel entre otros inventos que sabían a rayo.

El dólar estaba prohibido y los pocos artículos de valor, la gente los vendía para comprar alimentos. Cuando en julio de 1993 despenalizaron el dólar, mi madre vendió su colección de discos de música brasileña por 39 dólares.

Otros vendieron los muebles o los cambiaron por un cerdo, que lo escondían en la bañadera de la casa. Se puso de moda criar pollos en terrazas y azoteas. Muchos gatos fueron a parar a las ollas, en sustitución de los conejos.

Aparecieron enfermedades exóticas como polineuritus, neuritis óptica y beriberi. En las calles, más de uno cayó como mosca, por deficiencias en su locomoción. El transporte público desapareció y en su lugar surgieron carretones tirados por caballos, que todavía funcionan en pueblos del interior. Los tractores fueron sustituidos por yuntas de bueyes.

La bicicleta se convirtió en el vehículo oficial de la población. Los jerarcas, claro, continuaban moviéndose en coche. Se habló seriamente de la Opción Cero, un estado de sitio donde tropas del ejército repartirían comida por los barrios.

Lo que evitó que la gente empezara masivamente a morirse de hambre, y termináramos convirtiéndonos en la Corea del Norte del Caribe, fueron las medidas adoptadas por Fidel Castro. Alejadas de la filosofía socialista, de corte liberal y economía de mercado.

Se permitió tener pequeños negocios. Se legalizó la tenencia de divisas. Dio resultado. Cientos de ciudadanos pudieron salir adelante y el gobierno guardó en sus arcas miles de millones de dólares.

Pero en 2009 surgió una crisis real que afectó a todo el planeta. Con la caída de los precios del petróleo, la situación interna y el despilfarro, Hugo Chávez, el nuevo aliado, sopló un mensaje a los Castro: me estoy quedando corto de plata.

Los hermanos de Birán recogieron el guante. Y comenzaron a ofrecer el mismo discurso que durante décadas han vendido a los cubanos. Hay que ahorrar. Y abrirle un agujero al cinturón. Otro más.

En eso estamos. Detenidos en medio de un temporal. Sin paraguas. Con una economía que hace agua. Anuncios de despidos masivos y de altos impuestos para los trabajadores por cuenta propia.

Soñando con una llegada masiva de turistas americanos. Con Obama suavizando -si no quitando- el embargo. Y sin olvidar que una vez La Habana estuvo hermanada con Pyongyang.

Iván García
(Blog desde La Habana)

Éramos pocos y parió la abuela




Cuando Raúl Castro asumió la presidencia en 2008, entre la población se rumoraba que el general traía un puñado de cambios bajo la manga. El más deseado, la eliminación del permiso de entrada y salida al país. Los cubanos de la isla ya se veían haciéndose pasaportes y subiendo en aviones, para visitar a sus familiares en el exterior.

También se decía que iba a permitir el libre acceso a internet. Fueron días de especulaciones y euforia. Y lo que se pudo comprar fueron celulares, reproductores de dvds y ordenadores viejos y caros. Los nacionales fueron autorizados a alojarse en hoteles exclusivos para extranjeros. Pagando en divisas, claro.

Dos años después, muchos cubanos tienen celulares y dvds en sus casas y algunos se han hospedado en buenos hoteles. Es cierto que se ha ampliado el trabajo por cuenta propia, y se han tomado medidas beneficiosas para ciertos sectores, como barberos, taxistas y campesinos.

Pero hoy los temas de conversación en Cuba son muy distintos. “Cuando lo que está en juego es tu ‘pincha’ (trabajo), eso de internet y poder viajar al exterior se convierte en algo secundario”, dice Lorenzo, 42 años, empleado.

En La Habana no se habla de otra cosa: despidos masivos, impuestos, negocios particulares y libreta de abastecimientos. Esto último es lo que más inquieta a Caridad, 78 años, jubilada. “Mi’jito tu sabes lo que es que a estas alturas, con una pensión que no llega a 200 pesos, vieja y enferma, me quiten más productos de la libreta. Ya me quitaron los cigarros, que yo se los cambiaba a un vecino por azúcar”.

La desaparición de la libreta de racionamiento a quien quita el sueño es a las personas de la tercera edad con bajas pensiones, que las pasan canutas para sobrevivir. Los viejos más fuertes salen a ganarse la vida en la calle, vendiendo cigarrillos, maní, bolsas de nailon o periódicos.

A la población en edad laboral le desvelan otras cuestiones. ”Para mí, lo peor es no saber exactamente lo que el gobierno se trae entre manos. Me preocupa, y mucho, lo que se está diciendo, que vamos a pagar impuestos muy altos”, dice Ignacio, 46 años, mecánico particular.

A río revuelto, ganancia de pescadores. Como en todas las crisis, habrá quienes consigan capear el temporal. Sobre todo los “bichos”, tipos inescrupulosos, maestros en el arte de timar.

Ya ocurrió en los 90, en los años duros del período especial. Roberto, 48 años, vago habitual, tuvo la “brillante” idea de recoger pomos vacíos de champú, crema, desodorante… Los lavaba y rellenaba con un mejunje que él mismo preparaba, le echaba unas gotas de colonia barata y los vendía en pesos. ”Estoy pensando volver a hacerlo”.

Puede que en estas horas bajas, algunos se aprovechen de la desesperación de la gente. “Pero yo creo que la mayor parte va a tratar honestamente de salir adelante. Al menos eso le pediré al Señor cuando este domingo vaya a la iglesia”, confiesa Lourdes, 61 años, ama de casa.

En medio de numerosas interrogantes y dudas, de bastante desaliento e incertidumbre, unos pocos se frotan las manos, maquinando cómo engañar a otros. O soñando con los pequeños negocios que pudieran montar, aunque tengan que pagar impuestos abusivos.

Pero la mayoría se hala los pelos y acude a los babalaos. Este nuevo período especial pudiera ser más negro que el vivido hace veinte años. Ahora con cerca de un millón de desempleados. Y con los mismos discursos y consignas de siempre.

Iván García
(Blog desde la Habana)

Las Damas de Blanco, galardonadas por el Consejo Atlántico de la Libertad !!!!!!!!








Las Damas de Blanco serán galardonadas en Polonia con uno de los Premios del Consejo Atlántico de la Libertad, en reconocimiento a su lucha por los derechos humanos, informó Radio Martí.

La cena de entrega de los premios se celebrará el 7 de octubre en Wroclaw, Polonia, como parte del Foro Global que conmemorará el aniversario 30 de la fundación del movimiento Solidaridad, que encabezó Lech Walesa y presionó la transición democrática en el país europeo.

También serán honrados con los Premios Libertad el presidente polaco, Alexander Kwasniewski; el presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek, y el ex secretario general de la OTAN y alto representante de la Unión Europea, Javier Solana.

Este premio "nos da más fuerza", dijo Laura Pollán, portavoz de las Damas de Blanco.

"Así podremos continuar nuestra lucha (…) a pesar de que los 75 sean excarcelados. Nosotras no vamos a dejar de luchar porque, mientras existen presos políticos en Cuba, mientras se estén violando los derechos humanos de los cubanos, habrá Damas de Blanco luchando".










(Diario de Cuba)

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