Investigador privado, nueva opción de trabajo particular en Cuba
Por Daniel Palacios
LA HABANA.- Tan agazapados, silenciosos y anónimos como su propio modus operandi, los investigadores privados ya se han convertido en una opción más de trabajo particular en la isla y poco a poco toman popularidad entre aquellos que quieren encontrar lo que no se ve a simple vista.
Esta añeja profesión cuenta con una presencia importante dentro de la sociedad en todas partes del mundo, pero solo ahora, con la “actualización” del proceso socialista, los cubanos tienen a mano la posibilidad de probar suerte en semejante actividad, aunque el gobierno no ha hecho oficial una licencia para ejercerla.
Giuseppe, un ciudadano italiano residente en Cuba desde hace cinco años, es dueño desde el 2012 de una de las agencias de investigadores privados que operan en la capital, labor que realizó por varios años en su natal Nápoles. El investigador pidió que le cambiáramos el nombre para la realización de este reportaje,
“Al inicio comencé por inspiración propia, al hacerle ese tipo de trabajo a un amigo, pero después me contactaron cada vez más personas, entonces vi en eso un campo nunca explotado en Cuba y una fuente de ingreso”, comentó Giuseppe, con un dominio casi perfecto del español.
Ex policías y ex inspectores
Su agencia se nutre del aporte de colaboradores de múltiples procedencias y formaciones profesionales.
“Desde mi llegada a Cuba conocí a muchas personas, entre ellos miembros de la policía, inspectores y de otras funciones en el gobierno, que ahora me ayudan mucho con las informaciones y la rapidez de las investigaciones. Cuento con varios colaboradores en diferentes territorios que conforman una red con la que se pueden hacer los seguimientos con una exactitud y acuciosidad profesional”, comentó.
Giuseppe evitó informar el sistema de precios la dirección y otros detalles, pues la no existencia de una licencia de operación para esta modalidad de trabajo obliga a actuar en secreto. “Solo tengo público mi teléfono, por donde coordinamos el caso y un encuentro personal en el que se gestiona el precio, en dependencia de la complejidad de la investigación”, relató.
Pero testimonios obtenidos por CaféFuerte indican que la tarifa del servicio puede oscilar entre 20 y 200 pesos convertibles (CUC), en correspondencia con la complejidad y la duración de la tarea asignada por el cliente.
Según Giuseppe, los que contratan sus servicios provienen de distintos estratos sociales, incluso ha realizado trabajos para ciudadanos cubanos residentes en el exterior y extranjeros con determinados intereses en la isla.
Variantes de infidelidad
“La mayoría de las peticiones tienen que ver con dudas sobre infidelidades, pero hemos tenido casos de sospechas de robo y hasta empresas que han mandado a investigar a título personal a posibles trabajadores en puestos importantes. En fin, es una profesión dinámica, aunque lamentablemente debe tenerse como complemento de otro negocio, porque la clientela no es todo lo rica que pudiera ser si estuviera legalizado”, dijo.
Aunque resulta complicado saber con exactitud la cantidad de personas que se dedican a la investigación privada en el país, Café Fuerte tuvo información de al menos cinco personas dedicadas al negocio en La Habana, en su mayoría liderados o financiados por ciudadanos extranjeros.
Yudel, de 34 años, ingeniero en Telecomunicaciones y residente en el municipio Cerro, lidera un grupo de tres personas que también realizan estos trabajos, aunque enfocados únicamente en la variante de las infidelidades conyugales.
“Son los contratos que más nos caen y hemos creado un sistema de vigilancia con el que nos funciona muy bien, por eso no abrimos el espectro a otras investigaciones”, aseveró Yudel, en tanto mantuvo reservas con algunos detalles del negocio.
Según el ingeniero, para hacer este trabajo se deben tener condiciones materiales mínimas, tales como cámaras fotográficas y de video con potentes lentes para tomar imágenes a distancia, dispositivos de grabación de audio, así como un transporte para moverse por la ciudad con facilidad en medio de un seguimiento.
“No es un trabajo fácil, pero a veces se nos complica mucho más, porque debemos estar bajo la tensión de lograr el material pertinente para descubrir nuestro objetivo, y a la vez evadiendo a la policía, la que es verdaderamente paranoica con la toma de fotografías y videos en la calle”, aseveró Mario, otro de los investigadores, quien también pidió mantener oculto su verdadero nombre.
Clientes extranjeros
Pero este no es el debut de los investigadores en territorio cubano, pues los Servicios Especializados de Seguridad S.A (SEPSA) cuentan con una oficina para prestaciones a extranjeros hace más de una década. La firma está ubicada en la Calle 96, entre 7ma y 7ma A, en el exclusivo barrio de Miramar, en La Habana.
La empresa brinda sus servicios a cualquier tipo de interesados, pero obviamente sus contratos provienen de consorcios internacionales con intereses en la isla y clientes foráneos, capaces de pagar los altos precios de SEPSA, que comienzan en 200 CUC por tan solo abrir la investigación.
“Algunos pocos paisanos han venido a contratar mis servicios luego de haber intentado con SEPSA. Es muy caro y tienen desconfianza, pues no sienten seguridad de que sus datos personales no sean utilizados para alguna otra labor de inteligencia, ya que todos los que trabajan en esa agencia son ex agentes de la Seguridad del Estado o del MININT. Puede que tengan razón o no, pero desconfían”, comentó Giuseppe.
A todas luces resulta aún exigua la presencia de esta oferta en Cuba, pues muchos son los factores que frenan hasta el momento la proliferación del negocio. Pero los interesados en la profesión confían en que salgan a la luz las licencias “más temprano que tarde”.
Uno de los entrevistados que participa de un grupo de investigación privada en La Habana dijo desempeñarse paralelamente con una licencia de agente inmobiliario, una modalidad de cuentapropismo que el gobierno autorizó a finales del pasado septiembre.
Por el momento continúan las investigaciones underground y a más de un infiel se le ha acabado la diversión furtiva.