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jueves, 7 de marzo de 2024

ASI SE FORJO LA PUDRICION EN CUBA......

 


LOS COMPINCHES DEL DIABLO...🙄🤬👹
Todo lo comienza un "abogaducho" inicialmente llamado “Fidel Hipólito Ruz”, quien apenas ejerció su carrera ni trabajó un solo mes de su mezquina vida, apodado “Bola de Churre”…
Vago consuetudinario, viviendo de las mesadas de un padre bandido que amasó una fortuna haciendo cientos de triquiñuelas, trampas, diabluras y marañas en el Oriente del país.
Un supuesto “médico” extranjero, conocido como el “Chancho”, “Teté” y el “Che”, que jamás pudo enseñar sus credenciales, y a duras penas se ha encontrado un deteriorado carnet de “enfermero”, quien hace su debut de asesino en serie metiéndole un balazo en el cerebro a un guajiro oriental llamado Eutimio Guerra.
Un morenito enclenque, llamado Juanito Almeida, aprendiz de albañilería, conocido en el bajo mundo como “Caballo Blanco”, carterista en las guaguas habaneras y aspirante a compositor de melancólicas y ridículas canciones.
Un oriundo de Artemisa, llamado Ramiro Valdés, que los médicos en la prisión de Boniato diagnosticaron como esquizofrénico.
Un acomplejado afeminado, llamado Raúl Modesto MIRABAL apodado “la china” constantemente opacado por un monstruoso hermano que lo humilla desde que nació, y que cargaba eternamente el estigma de ser el hijo ilegítimo de un chino guardia rural de la comarca llamado Felipe Mirabal.
Un consumidor de drogas, desgarbado, que respondía al nombre de Efigenio, quien por obra y gracia de haber guapeado en tres o cuatro escaramuzas en la montaña y el tener un hermano “mártir”, llegó a ser jefe de la policía nacional, general y que un hospital llevara el apellido de él y sus hermanos.
Un viejo guajiro cultivador de marihuana en la Sierra nombrado Crescencio Pérez, que tuvo la suerte de que una mujer -llamada Celia- le pidiera que encontrara, intercediera y ayudara a un grupúsculo de invasores en desbandada y acobardados.
Y fue a buscarlos un arriero de mulas, conocido en la serranía como Guillermo García Frías, quien los halló, les tiró un cabo a los forajidos, y gracias a eso -y a su servilismo- terminó viviendo como un marajá dueño de un latifundio, pasando sus días peleando gallos finos, preñando guajiras indefensas y pidiéndole a sus compatriotas que comieran avestruces y jutías.
Y esa gentuza -ese estiércol asqueroso- fue la que se adueñó y destruyó a Cuba.
¡Le ronca el mango!

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