EL MUSEO DEL HORROR EN LA HABANA

 

POR LA REVOLUCION DEMOCRATICA EN CUBA

EL MUSEO DEL HORROR EN LA HABANA

 Empotradas sus cenizas dentro de una gris piedra con forma de boniato en la necrópolis de Santiago de Cuba, el fallecido dictador, Fidel Castro, ya tiene su museo en La Habana. Patética y ridícula oda de culto a la personalidad de un déspota. Cinco años después de su muerte, las autoridades comunistas cubanas presurosas por tratar de levantar en algo su maltrecha imagen ante el mundo, abrieron un centro de investigaciones sobre "su pensamiento" que además funciona como una suerte de museo con objetos personales, una biblioteca, una imprenta y un anfiteatro. Los cubanos en la isla, de manera jocosa, le han apodado "El Museo del Horror".

El férreo régimen totalitario que él inicio ha optado por dedicarle un lujoso palacio de la capital que ocupa toda una manzana, mientras el pueblo cubano sufre de incontables necesidades. El costo de la obra se desconoce, pero el gobierno, con la isla inmersa en la peor crisis económica en tres décadas, asegura demagógicamente que los fondos proceden de donaciones de terceros países.

Tratando de amortiguar las críticas a este megalómano proyecto narcisista, Alberto Alvariño, jefe de Patrimonio Documental del Palacio de la Revolución, dijo en el colmo de la desfachatez: "El museo no rinde un culto a la personalidad. Es para que se conozca su vida, su pensamiento, su obra, su ejemplo. No es un centro de adoctrinamiento. Es un centro para dar información, enseñar, formar y crear valores en las personas". Sin embargo, el sinuoso Alvariño, se negó a ofrecer una cifra de los costos.

En la inauguración estuvieron presentes: Raúl Castro, dictador tras bambalinas, Miguel Díaz Canel, presidente "puesto a dedo" y el gobernante ilegitimo de Venezuela, Nicolás Maduro.

La sede, es una señorial mansión construida en 1894 en La Habana, que fuera propiedad de un oficial del Ejercito Libertador Cubano (Mambí) en la guerra contra la España colonialista, y la cual cuenta con una manzana completa de extensión.

Detrás de las altas paredes de la casona con vitrales exquisitos y escaleras de cedro se instalaron nueve salas de exposición interactivas en las cuales hay objetos como los trajes de gala del dictador o sus guayaberas, espejuelos, bolígrafos. También pueden verse imágenes de su vida y pequeños fragmentos de sus discursos en pantallas con control táctil, una reproducción del yate Granma y hasta hay un jeep verde olivo en el cual solía transportarse.

La biblioteca está decorada con un revestimiento en madera con la ilustración de los lomos de los libros que leyó: desde el Manifiesto Comunista, ensayos de política y sociedad de diversos países -"El hombre mediocre", del argentino José Ingenieros o sobre Napoleón- hasta “La Ilíada”. Pero por supuesto, en esa biblioteca no se encuentra el libro "Mi Lucha", de Adolfo Hitler, que influyera poderosamente en la personalidad de Castro, cuando en su época de estudiante en el Colegio Belén, apoyara decididamente a la Alemania nazi, la Italia fascista de Mussolini y la España franquista en tiempos de la II Guerra Mundial.

Uno de los sitios más atractivos del centro es una fuente en el jardín que se confeccionó con 17 metros cúbicos de piedras traídas de los ríos Carpintero y La Plata, adonde Castro instaló su comandancia en el corazón de la Sierra Maestra, muy lejos de los combates.

Cuba atravesó una dura crisis económica estos años, sobre todo a partir de la pandemia del nuevo coronavirus y del endurecimiento de las sanciones de Estados Unidos, incluidas grandes protestas callejeras en reclamo a cambios políticos, las que fueron duramente reprimidas por la policía política del régimen. Pese a ello los trabajos para la rehabilitación de la casa y la instalación del Centro Fidel Castro no se detuvieron. Para la dictadura castrista, las miles de necesidades de los cubanos no cuentan. Mucho menos cuentan sus ansias de democracia, justicia y libertad.