Cuando el presidente Barack Obama anunció su decisión de restablecer relaciones diplomáticas con Cuba, el temor se propagó entre miles de exiliados cubanos que se enfrentan a la deportación a la isla.
Muchos de estos cubanos que nunca llegaron a ser ciudadanos estadounidenses creen ahora que su expulsión a Cuba, una posibilidad remota antes, puede ser inminente.
“Si Estados Unidos y Cuba establecen relaciones bilaterales, esto es bien posible”, opina el abogado de inmigración Mario Urizar, del bufete del abogado Eduardo Soto, en Coral Gables.
Según las autoridades de inmigración, hay 34,525 cubanos con órdenes finales de deportación y otros 2,264 casos pendientes en los tribunales. Bajo la ley de inmigración de EEUU, un extranjero puede ser deportado si tiene una orden final de deportación, lo que significa que el proceso judicial agotó distintas opciones legales y apelaciones. Los extranjeros con casos pendientes en los tribunales, en general, no pueden ser deportados.
Aunque los funcionarios estadounidenses aseguran que las restricciones a las deportaciones de cubanos no han sufrido cambios, esas garantías sirven de poco consuelo a quienes enfrentan esa posibilidad.
“Me preocupé desde el mismo día que ordenaron mi deportación”, dice Luis, un exiliado cubano de 73 años de edad, quien en la década de 1960 participó en operaciones encubiertas de EEUU contra el régimen de Fidel Castro. “Pero ahora, cuando el presidente en la Casa Blanca quiere relaciones con Cuba, mis preocupaciones son mucho más profundas”.
La mayoría de los cubanos en estas circunstancias, enfrentan la deportación por haber cometido crímenes violentos, fraudes o haberse involucrado en el narcotráfico, explica Urizar. Luis pasó dos años en prisión por un delito relacionado con el tráfico de drogas en la década de 1980.
La abogada de Luis en Miami, Grisel Ybarra, dice que ella y otros abogados de inmigración están recibiendo un número creciente de llamadas de cubanos que temen la deportación debido a sus antecedentes penales. En la medida en que Washington se mueve hacia la normalización de las relaciones con La Habana, Ybarra aconseja a estos cubanos que contacten a abogados especializados lo más pronto posible para explorar las opciones legales.
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RCuando el presidente Barack Obama anunció su decisión de restablecer relaciones diplomáticas con Cuba, el temor se propagó entre miles de exiliados cubanos que se enfrentan a la deportación a la isla.
Muchos de estos cubanos que nunca llegaron a ser ciudadanos estadounidenses creen ahora que su expulsión a Cuba, una posibilidad remota antes, puede ser inminente.
“Si Estados Unidos y Cuba establecen relaciones bilaterales, esto es bien posible”, opina el abogado de inmigración Mario Urizar, del bufete del abogado Eduardo Soto, en Coral Gables.
Según las autoridades de inmigración, hay 34,525 cubanos con órdenes finales de deportación y otros 2,264 casos pendientes en los tribunales. Bajo la ley de inmigración de EEUU, un extranjero puede ser deportado si tiene una orden final de deportación, lo que significa que el proceso judicial agotó distintas opciones legales y apelaciones. Los extranjeros con casos pendientes en los tribunales, en general, no pueden ser deportados.
Aunque los funcionarios estadounidenses aseguran que las restricciones a las deportaciones de cubanos no han sufrido cambios, esas garantías sirven de poco consuelo a quienes enfrentan esa posibilidad.
“Me preocupé desde el mismo día que ordenaron mi deportación”, dice Luis, un exiliado cubano de 73 años de edad, quien en la década de 1960 participó en operaciones encubiertas de EEUU contra el régimen de Fidel Castro. “Pero ahora, cuando el presidente en la Casa Blanca quiere relaciones con Cuba, mis preocupaciones son mucho más profundas”.
La mayoría de los cubanos en estas circunstancias, enfrentan la deportación por haber cometido crímenes violentos, fraudes o haberse involucrado en el narcotráfico, explica Urizar. Luis pasó dos años en prisión por un delito relacionado con el tráfico de drogas en la década de 1980.
La abogada de Luis en Miami, Grisel Ybarra, dice que ella y otros abogados de inmigración están recibiendo un número creciente de llamadas de cubanos que temen la deportación debido a sus antecedentes penales. En la medida en que Washington se mueve hacia la normalización de las relaciones con La Habana, Ybarra aconseja a estos cubanos que contacten a abogados especializados lo más pronto posible para explorar las opciones legales.
Entre estas se encontrarían solicitar la reapertura del caso o la posposición de la expulsión, pero esto último implicaría probar que se corre un grave peligro al ser devuelto al país de origen. “Y eso es muy difícil”, señala Urizar.
En el caso de Luis, por ejemplo, Ybarra está tratando de reabrir su caso, con miras a la obtención de la ciudadanía estadounidense para su cliente. Bajo la ley de inmigración, los miembros de las fuerzas armadas de EEUU nacidos en el extranjero pueden convertirse en ciudadanos, si sirven durante un período oficialmente reconocido de hostilidad.
La dificultad en el caso de Luis, dijo Ybarra, es que su cliente no ha recibido ningún documento de autoridades militares de EEUU porque su trabajo era encubierto.
“Ese va a ser el desafío”, dijo Ybarra.
Otro caso que la abogada está manejando es el de un próspero empresario cubano que sólo puede ser identificado como Rey, de 71 años.
Tras ser declarado culpable de cargos relacionados con drogas, Rey recibió una orden final de deportación en 1987. Pasó cinco años en prisión y otros cinco en libertad condicional.
Desde entonces, se ha rehabilitado y se convirtió en un empresario exitoso en el sur de la Florida.
Ybarra dijo que su estrategia es buscar la reapertura del caso de Rey y convencer a un juez de inmigración de que su cliente cumple determinadas condiciones que le harían elegible para permanecer en EEUU, entre ellos haber fundado una empresa y tener esposa e hijos que son ciudadanos estadounidenses.
Pero no todos los cubanos en esta situación han cometido graves crímenes.
Miguel Romero tiene 85 años y tuvo una orden final de deportación que actualmente se está revisando. Su abogado, Urizar, insiste en que el caso “es excepcional”.
Romero vivió indocumentado en Nueva York entre 1952 y 1957, cuando recibió una “orden de salida voluntaria” que aceptó en aquella ocasión. Pero los sucesos de 1959 lo sorprendieron y en 1960, aprovechó su trabajo como marino mercante para huir del país en un barco hacia México. Unos meses después y por segunda ocasión cruzó la frontera. Como resultado, recibió una orden final de deportación.
En 1961, no estaba en pie todavía la Ley de Ajuste Cubano, aprobada por el Congreso en 1966. Según su abogado, Romero y un gran número cubanos en esa situación, “no se defendieron adecuadamente de estos procedimientos legales porque confiaban en la política de Cuba de no aceptarlos”.
Romero trabajó en una compañía de publicidad en Nueva Jersey y luego como pintor “de brocha gorda” en Miami. El es un “buen candidato” para una posible suspensión de deportación, dice Urizar, aunque el bufete de Soto ha intentado en dos ocasiones reabrir su caso sin éxito.
El abogado cree que esta vez, su “buena conducta moral” y el hecho de que ha permanecido en el país por tanto tiempo, hará que el juez en Miami que debe decidir su caso le otorgue la residencia permanente, apelando a una cláusula en la Ley de Inmigración que condona las violaciones en materia migratoria a aquellos extranjeros que hayan vivido de manera continua en el país desde el 1 de enero de 1972 y no hayan cometido otros delitos.
Actualmente se encuentra bajo un programa de supervisión de la Policía de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) y no puede salir del estado sin autorización. Ese programa, explica el abogado, otorga permisos de trabajo y licencias de conducción a los cubanos con deportación pendiente para que no constituyan “una carga”.
Pero si las “pláticas con Cuba avanzan, sería más fácil deportar a las personas en este programa porque la agencia federal tendría todos los datos para ir a buscarlos”, comenta el abogado, quien no cree que las autoridades pudieran deportar a miles de cubanos de una vez, “pues eso cuesta, tienen que pagar sus boletos de avión, por ejemplo”.
Otro caso que ganó el bufete de Soto fue el de un joven cubano que se peleó con el dueño de su apartamento. Molesto, dañó una pared del local.
“Como había un conflicto personal, el dueño llamó a la policía. Mi cliente fue condenado por dañar intencionalmente la propiedad privada y cuando fue a obtener su ciudadanía, el gobierno lo mandó a la corte, con intención de deportarlo”, explica Urizar.
Luego de varios juicios y apelaciones, y de gastar $18,000, finalmente el demandado ganó el caso.
Por ahora, las políticas de deportación de EEUU hacia Cuba se mantienen “sin cambios”, a pesar del anuncio de Obama, dijo Bárbara González, asesora principal para América Latina de ICE.
Según un memorando circulado por esa agencia en noviembre, los sospechosos de haber cometido actos de terrorismo o espionaje encabezan las prioridades en las deportaciones. Aquellos extranjeros con órdenes finales de deportación y que no han cometido delitos, como Romero, constituyen “la prioridad más baja para detención y expulsión”.
Aunque esto le da algo de consuelo a “Don Romero”, como lo llama con afecto su abogado, él no ha podido dormir tranquilo en todos estos años. “Si me devuelven a Cuba, me mato primero”, dice emocionado. “Ya no tengo familia allá”, agregó.
González agregó que por ahora, los únicos cubanos que se han devuelto regulamente a la isla son los que se encuentran en una lista de 2,746 personas, gracias a un acuerdo entre Washington y La Habana firmado en 1984. De esa lista—en la que la mayoría son personas que llegaron durante el éxodo del Mariel—, 1,999 ya han sido deportados a la isla, dijo González.
El anuncio de Obama ha generado interrogantes sobre cómo el cambio de política afectará a los inmigrantes cubanos en general, no sólo a los que tienen órdenes de deportación.
Durante un acto de la campaña “Una bala mata la fiesta” para prevenir accidentes en Miami-Dade durante las celebraciones de fin de año, el abogado Carlos Martínez advirtió a todos los extranjeros, pero especialmente a los cubanos, que no lanzaran disparos al aire con armas de fuego. “Si son arrestados, pueden terminar en un proceso de deportación”, advirtió.
“Hay cubanos que durante mucho tiempo han creído que no habría deportaciones a Cuba”, Martínez dijo a los periodistas presentes. “Pero [es diferente] teniendo en cuenta lo que está sucediendo en este momento”, destacó.
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