SALVADOR BORREGO EL NAZI ZARRAPASTROSO MEJICANO
ALDO "PISTOLITA" ROSADO TUERO ASTURIANO PICHON DE NAZI Y ASESINO DE PESCADORES CUBANOS
Los primeros en usar el término «Holocausto» fueron los historiadores judíos de finales de la década de 1950; la generalización de dicho término se produjo a finales de los años sesenta.18
La palabra «holocausto» proviene de la traducción griega del texto masorético conocida como Versión de los setenta, en la que el términoolokaustos (ὁλόκαυστος: de ὁλον, ‘completamente’, y καυστος, ‘quemado’) traduce una palabra hebrea que se refiere a un sacrificio consumido por el fuego.19
También se utiliza para nombrarlo el término Shoá (Shoah o Sho'ah),20término proveniente del hebreo שואה y cuyo significado es «catástrofe».21La palabra forma parte de la expresión Yom ha-Sho'ah, con la que se nombra en Israel al día oficial de la Memoria del Holocausto.
En yidis para referirse al Holocausto se emplea la expresión hurb'n eiropa,22 y ella posee el significado de "Destrucción [de las comunidades judías] de Europa", incluyendo esto también la cultura de las mismas.23
En cuanto a la historia del uso del término «holocausto», desde el siglo XVI se empleó la expresión «holocaust» en el idioma inglés para catástrofes extraordinarias de incendios con gran cifra de víctimas. En el siglo XVIII la palabra adquiere un significado más general de muerte violenta de gran número de personas.24
Antes del genocidio judío perpetrado por los nazis, Winston Churchill usó la expresión «holocaust» en su publicación El mundo en crisis en referencia al genocidio armenio en Turquía.25
En relación al uso de la palabra holocausto para referirse al genocidio de aproximadamente seis millones de judíos europeos durante la Segunda Guerra Mundial,26 en la entrada "Holocaust" de la Encyclopaedia Britannica (2007), la definición es la siguiente:
la matanza sistemática, patrocinada por el Estado, de seis millones de hombres, mujeres y niños judíos, y millones de otros, [perpetrada] por la Alemania Nazi y sus colaboradores durante la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes la llamaron «la solución final para la cuestión judía».27
La persecución y el asesinato de los judíos no se desarrollaron exclusivamente en Alemania o en los distintos campos de exterminio, sino que también tuvieron lugar en Rusia, Europa Oriental y la península balcánica, donde los alemanes y sus colaboradores (austriacos, lituanos, letones, ucranianos, húngaros, rumanos, croatas y otros) llevaron a cabo múltiples matanzas de judíos en fosas, bosques, barrancos y trincheras.28
La cuestión organizativa y el papel de Hitler[editar]
La historiografía sobre el nazismo y el Holocausto ha discutido desde siempre el grado de diseño u organización previa con la que se llevó a cabo el genocidio y, asimismo, el grado de implicación de Hitler, tanto en lo que se refiere a si hubo una orden directa y explícita del mismo para que se iniciase, como en si hubo respaldos explícitos por su parte durante su ejecución.
La imperfección de las fuentes, que en buena medida es un reflejo del secretismo de las operaciones de asesinato y de la deliberada falta de claridad en el lenguaje empleado para referirse a ellas, ha llevado a los historiadores a extraer conclusiones muy diversas, aun a partir de las mismas evidencias, en cuanto al momento y la naturaleza de la decisión o decisiones de exterminar a los judíos.29
En el estado actual de conocimientos, parece asentada la idea de que el Holocausto no se desarrolló siguiendo las directrices de ningún plan perfectamente definido; de hecho, no se tiene constancia de ningún documento que recogiese un diseño específico para el mismo. Así las cosas, se considera que
la Solución Final, tal y como surgió, era una unidad dentro de un número concreto de «programas» organizativamente distintos, uno de los cuales, surgiendo de las condiciones específicas del Warthegau y permaneciendo en todo momento bajo la dirección del mando de la provincia más que bajo el control central de la oficina principal de la Seguridad del Reich, fue el programa de exterminio de Chelmno.30
En cuanto al grado de responsabilidad directa de Hitler, Adolf Eichmann recordó, años después de terminada la guerra, que Heydrich le había comunicado que tenía una orden de Hitler para exterminar físicamente a los judíos.31 En esta línea, hasta la década de 197032 se aceptaba que la "solución final" se había puesto en marcha a partir de una orden directa de Hitler. Sin embargo, en 1977 el historiador Martin Broszat dio un giro a esta visión de los hechos notando que Hitler no había dado ninguna «orden exhaustiva de exterminio general», sino que habían sido los "problemas para aplicar la deportación general", tras la invasión de la URSS, los que habían llevado a los dirigentes nazis a iniciar los asesinatos en masa de judíos en las regiones que estuviesen bajo su mandato. Solo retrospectivamente, esos asesinatos habrían sido notados por la dirección nazi y reconvertidos en un programa de exterminio más general y concienzudo.33 En concreto,
el programa de exterminio de los judíos se desarrolló gradualmente de un modo institucional y fue puesto en práctica mediante acciones individuales hasta principios de 1942, para adquirir un carácter definitivo después de la construcción de los campos de exterminio en Polonia (entre diciembre de 1941 y julio de 1942).34
Esta línea de interpretación sería respaldada desde 1983 por otro historiador relevante, Hans Mommsen, quien ha insistido en la idea de que la Solución Final surgió a partir de los fragmentados procesos de toma de decisiones del nazismo, los cuales permitirían las iniciativas particulares al respecto y la acumulación de la radicalización de las mismas. Para él, está claro que Hitler conocía y aprobaba todo lo que sucedía, pero la improbabilidad de que pudiese haber una orden formal suya en relación al genocidio se compadece perfectamente con sus intentos explícitos de ocultar su responsabilidad personal y, subconscientemente, de suprimir la realidad circundante.35
Con todo, ha habido historiadores (como Christopher R. Browning) que han mantenido la idea de una decisión concreta de Hitler, que habría tenido lugar durante el verano de 1941 y cuyo reflejo habría sido la orden de Göring a Heydrich por la que le instaba a preparar una solución total a la "cuestión judía" (otros historiadores, como Philippe Burrin, no veían detrás de este mandato la orden de Hitler). La aprobación del plan de exterminio por parte de Hitler habría ocurrido a finales de octubre o noviembre de ese año, una vez paralizada la invasión a la URSS.36
Otras hipótesis al respecto han apuntado a enero de 1941 como fecha para una decisión de Hitler de exterminar a los judíos (Richard Breitman); a agosto de 1941, justo al conocerse la declaración de la Carta del Atlántico firmada por Roosevelt y Churchill (Tobías Jersak); a diciembre de ese mismo año (Christian Gerlach); e, incluso, a junio de 1942, justo después del asesinato de Reinhard Heydrich en Praga (Florent Brayard).
Son seguras, sin embargo, sus declaraciones justificativas del genocidio, especialmente concentradas durante los primeros meses de 1942, y con referencias directas que demuestran su conocimiento del mismo.37
En las dos últimas décadas, y dado que además de que no se ha encontrado ninguna orden de Hitler relacionada con el Holocausto, «parece improbable que Hitler diera una orden única y explícita para ejecutar la Solución Final»,38 la historiografía se ha decantado por la idea de que nunca se tomó una decisión única y específica de matar a los judíos de Europa.39 Con todo, durante su proceso en Jerusalén en 1961, Adolf Eichmann confesó que durante la Conferencia de Wannsee (1942) "se estudiaron con rigor los [más efectivos] métodos para exterminar a todo el pueblo judío que vivía en Europa".40
En relación a Hitler, cuyo papel principal habría sido el de una especie de árbitro entre los líderes nazis que fueron tomando las decisiones que desembocaron en el genocidio, el historiador Ian Kershaw ha hablado de su «autoridad carismática» como fuente del mecanismo psicológico mediante el cual sus subordinados trabajaban con
la expectativa de que [sus deseos e intenciones] eran las "pautas para la acción", con la certidumbre de que las acciones que estuvieran en consonancia con esos deseos e intenciones merecerían su aprobación y confirmación.41
Así las cosas, su papel al respecto es menos evidente de lo que puede parecer a simple vista. Los historiadores no han llegado a ningún acuerdo claro en relación al grado de intervención directa de Hitler para dirigir la política de exterminio, lo que incluye el debate acerca de si hubo por su parte una orden o, incluso, si hubo necesidad de la misma.42 Las dificultades al respecto radican, al parecer, en el estilo de liderazgo de Hitler, muy poco burocrático y que, desde que comenzó la guerra, fomentó el secretismo y el encubrimiento transmitiendo sus órdenes y deseos solo de forma verbal y en aquellos casos, sobre todo los más sensibles, en que era algo estrictamente necesario.43