Muelle de Cabo Cruz, en el oriente de Cuba (foto de Roberto Rodríguez)
GRANMA, Cuba.- La desaparición del pescado de los mercados cubanos es un tema más espinoso que el pescado mismo. La población lamenta su ausencia sugiriendo causas; la versión más rotunda la cuentan los mismos pescadores, que día a día surcan el mar, tratando de pescar sin artes y arriesgando su vida en viejas embarcaciones.
La pesca es una de las actividades económicas más tempranas de muchos pueblos del mundo y el pescado una fuente básica de alimentación. En la actualidad cubana, dejó de satisfacer las necesidades alimenticias de la población y pasó a generar divisas por concepto de exportación.
“En Cuba no se ha dejado de pescar, lo único que cambió fue el destino del pescado, ahora es para los ‘yumas’ porque pagan en ‘fulas’. Nosotros comemos pescado de agua dulce, machuelo y ‘subproductos’ (…) Del mar, solo nos toca el miedo de emigrar en una lancha”, explica el joven manzanillero Sydney Jorge Fiol López.
En la actualidad, la técnica de pesca más productiva en Cuba es el Sistema Combinado, que permite amplitud de formas de pesca con escasos recursos. Los barcos de la flota pesquera oriental son de tamaño mediano y pequeño, con una sola cubierta y poca solidez y fuerza. Por esas características se alejan poco de la plataforma costera.
El estado de las embarcaciones que llevan los pescadores a los bancos de pesca de alta mar, puede calificarse de regular a malo. Sufren roturas frecuentes porque casi todos sobrepasan el tiempo recomendado de explotación y casi ninguno cuenta con botes salvavidas o de maniobras.
Paradójicamente, en el astillero de Manzanillo en esta misma provincia, fabrican barcos defiberglass, pero estos también son destinados a la exportación y raramente se le asignan a la flota local.
“Por más que nos esforzamos en mejorar el aparejo, cada vez es peor, porque las pocas artes de pesca que tenemos son viejas, tienen roturas y hay que repararlas casi a diario, así no se puede coger el peje. Aquí no hay sobre explotación, por el atraso y el olvido que tiene la empresa, que no se preocupa por sustituir esos barcos viejísimos, ni garantiza las artes de pesca”, dijo un marinero que solicitó no ser identificado, temiendo perder su empleo.
Otro pescador que le acompañaba informó que “la producción por lo general ya está conveniada y vendida a otros países o al turismo, incluso antes de la captura, aun así a veces tenemos que salir sin hielo para conservar el pescado y estamos obligados a volver al muelle el mismo día, para descargar y no perder la producción”.
La forma de pago por captura entregada beneficia los pescadores en activo. Un porcentaje del salario se les paga en CUC, aunque primeramente se le descuenta en esta misma moneda todos los gastos generados durante el mes, incluyendo el combustible, víveres y agua potable; el resto se distribuye según el rango de cada marinero.
En cambio, los imposibilitados de salir por rotura de la embarcación, falta de hielo o combustible, quedan sin respaldo salarial, hasta tanto se incorporen a la faena pesquera. En ocasiones pasan varios meses sin cobrar, mientras duran las reparaciones.
Una señora de la comunidad costera de Cabo Cruz refiere al respecto: “El año pasado, al barco de mi vecino se le rompió el casco en alta mar y por poco se hunden, válgale que otro barco andaba cerca y les remolcó a tiempo, el barco estuvo de reparación en el varadero de Niquero un año entero (…) En todo ese tiempo mi vecino no cobró ni un quilo (centavo), ni siquiera lo reubicaron para que se pudiera ganar algún dinero para sobrevivir mientras tanto”.
La pesquería por particulares también ha mermado, las innumerables restricciones se han convertido en un obstáculo infranqueable para la nueva generación de jóvenes pescadores; permisos, propiedades, licencias, regulaciones, carencias y un sinnúmero de limitaciones para obtener pequeñas embarcaciones y su posterior legalización.
El objetivo de la pesca industrial es lograr un gran número de capturas. Para ello, se necesita capital para equipar los barcos e investigar nuevos sistemas de pesca, tecnología avanzada para aumentar el volumen de capturas e infraestructura portuaria donde desembarcar y distribuir las capturas. La rudimentaria flota pesquera cubana carece de todas.
“Las esperanzas de ver servido un plato con el apetitoso y nutritivo alimento se desvanecieron”, comenta Luis Elio de la Paz, otro manzanillero entrevistado, que mira el mar con tristeza mientras dice: “Ninguna receta culinaria puede ingeniárselas para revertir la conversión estatal del pollo por pescado, que raquíticamente distribuyen por la canasta básica. De las pescaderías solo quedan los recuerdos y el nombre (…) El pescado que comemos los manzanilleros, tenemos que comprarlo en el mercado negro y una libra vale más que un día de salario”. Sobre el pescado que captura la flota, sentencia: “ojos que te vieron ir, jamás te verán volver”.