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lunes, 21 de diciembre de 2015

Leonor Ferreira ,toda una vida por la libertad de Cuba

Leonor Ferreira, la abuela del exilio cubano en Miami, teme que haya castrismo «para mucho tiempo»

Con 101 años, está considerada la primera presa política de la isla y estuvo encarcelada
 con Machado, Batista y Castro

Leonor Ferreira, la abuela del exilio cubano en Miami, teme que haya castrismo «para mucho tiempo»

Leonor Ferreira durante su encuentro con ABC - M. TRILLO


Leonor Ferreira teme que aún haya castrismo «para mucho tiempo» en Cuba. A sus 101 años, la voz de quien está considerada la primera presa política de la isla brota con excepcional firmeza de su cuerpo menudo. Desde que a los 14 años fue encarcelada por primera vez por tratar de quemar en La Habana un popular comercio estadounidense conocido como «Ten Cents», sus periodos a la sombra fueron frecuentes. Tras sufrir prisión bajo el régimen de Gerardo Machado, lo haría después por rebelarse también contra las dictaduras de Fulgencio Batista, a pesar de que era su amigo y vecino, y deFidel Castro, a quien hoy sigue oponiéndose con la misma energía que cuando se hizo con las riendas del país. Tras más de un siglo de vida agitada, hoy sigue siendo toda una referencia para el exilio cubano en Miami.
«No tenemos la organización que teníamos en otra época», reflexiona para ABC en los salones del Big Five Club, lugar de encuentro habitual de quienes huyeron al sur de Florida tras la revolución comunista. «Todos son viejos y yo ya no veo el sacrificio de antes», señala. Ferreira reconoce que «es muy difícil mantener tantos años» el espíritu de las primeras décadas. «Hay que ser anormal, como yo», explica, «pero no hay muchos anormales, gracias a Dios», añade con sentido del humor. Además, asegura que el régimen castrista tiene dinero y el apoyo de Barack Obama, del que dice que «no sirve».
Como muchos otros cubanos que llevan desde 1959 aguardando la caída de la dictadura comunista, Leonor Ferreira ve con escepticismo el acercamiento al régimen de los Castro que el actual presidente estadounidense anunció hace ahora un año.
Cuando Fidel se hizo con el poder, ella ocupaba un puesto destacado en el Ministerio de Trabajo cubano. Cinco décadas y media después, recuerda cómo entonces se puso frente a él, rompió unos papeles y le gritó: «¡Yo no trabajo con un miserable comunista!». «Y de ahí, presa a cada momento», añade.
En 1961 participó con una alta responsabilidad en el fallido intento de invasión norteamericana en bahía de Cochinos y unos meses más tarde, en una peripecia de película, se exilió a través de la Embajada de Brasil en La Habana, librándose por poco de ser fusilada. Cuando la perseguían para llevarla al paredón, el embajador, Vasco Leitao da Cunha, pasó con un coche y se metió en él de cabeza por una ventanilla para impedir que la apresaran.
No tuvo tanta suerte su amigo de la infancia Eufemio Fernández, que años antes había propinado una célebre bofetada a Fidel Castro y que fue ajusticiado en esa época. «No lo perdonaré nunca», asegura Leonor Ferreira, todavía con rabia, mientras muestra la pulsera que le regaló aquel compañero de batallas y que sigue luciendo como tributo.

Se encaró con el Che Guevara

Estando refugiada con otras asiladas en la Embajada brasileña, la combativa rebelde rememora cómo apareció allí el Che Guevara. Ella estaba junto a una joven con una niña de meses en brazos a cuyo marido habían fusilado hacía poco y, pese a que les habían pedido que guardaran silencio durante la visita, espetó a grandes voces: «¡Asesino, asesino, morirás como murió Cabrera!», en referencia al ejecutado.
«No tengo miedo a nada», afirma con convicción al evocar la inusual audacia con la que se ha comportado en un mundo dominado por hombres. Su azarosa vida, llena de vicisitudes que trascienden la lucha política, ha sido recientemente recogida en un libro, «Leonor Ferreira. Un siglo de rebeldía y pasión», escrito por Ena Curnow en colaboración con Pablo Chao (Editorial Alexandria, accesible en Amazon).
Casada dos veces, se divorció de su primer marido tras enterarse de que había tenido un niño con otra mujer. Cuando él se resistió a acabar con el matrimonio, le convenció revólver en mano: «Fírmame el divorcio… ¡O me matas o te mato yo!», le advirtió.
Leonor Ferreira se graduó en Medicina en 1946 y realizó numerosos viajes para la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como experta en la puesta en marcha de guarderías infantiles, además de en desarrollar programas sobre prostitución, delincuencia femenina y educación.
Habla con la mayor familiaridad de personajes que la mayoría de la gente solo conoce por libros de Historia. Anastasio Somoza le encargó formar a su hijo Luis para que fuera presidente y, a la muerte de este, su hermano «Tachito» le pidió que se quedara en Nicaragua para atajar la insurgencia comunista en ciernes. Pero le respondió: «Vine con don Luis y con don Luis me voy».
Solo hay dos cosas en su vida de las que Leonor Ferreira, con la perspectiva del tiempo, dice arrepentirse: haberse enfrentado a Batista, al que tenía un gran aprecio, y haberse marchado de Nicaragua cuando se le pidió que se quedara, ya que cree que podría haber evitado los problemas que sucedieron luego.
Por lo demás, se muestra satisfecha. «Hice todo lo que había que hacer, menos matar y poner bombas, que me lo prohibió mi madre», asegura. Pero, sobre todo, concluye: «Siempre he hecho lo que he querido».


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