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domingo, 3 de junio de 2012

RAÚL, EL COMANDANTE BUENO.Por Esteban Fernández, Jr.




RAÚL, EL COMANDANTE BUENO.

Por Esteban Fernández, Jr.

Raúl Díaz Torres desembarca en Cuba en el Granma, se dispara la campaña completa en La Plata junto a Fidel Castro. Durante los primeros días de 1959 llega a Güines, su pueblo natal. Las masas lo reciben como si fuera un gladiador romano. La barba le llegaba a la cintura, su uniforme verde olivo era casi un harapo. Si usted lee mis ensayos con la suficiente atención, ya debe saber bien que yo era alérgico a los “cantos de sirena” del Ejército Rebelde. Sin embargo, ya para junio del año 59 este comandante me agradaba sobre manera. Ya estaba a un tilín de convertirse en mi solitario héroe dentro de los barbudos. Amigos comunes iban a abrazarlo, a saludarlo, y él los recibía con muestras de afecto y humildad, pero cuando alguien lo visitaba dando señales de admiración, lo paraba en seco. Y si lo felicitaban, recibían una descarga de su parte. La gente se quedaba fría cuando él contestaba sorpresivamente a los halagos diciendo: “¿Por qué me felicitan? Yo solamente hice lo mismo que Fidel, NADA”. Era inaudito que en aquel momento “un aguerrido combatiente”, un expedicionario del Yate Granma, dijera públicamente que “Yo hice muy poco desde que me di cuenta que Fidel Castro se pasó la mayoría del tiempo acostado en una hamaca, fumando tabacos H. Upmann y leyendo libros”... Y aquí utilizo palabras textuales del Comandante Raúl Díaz Torres cuando se le acercaban sus simpatizantes y los de la revolución: “¡Ahora si que nos cayó carcoma, esto es una basura, Fidel no es solamente comunista, sino que es tremendo hijo de perra!”... Mis coterráneos llegaban al parque después de haberse entrevistado con Raúl y venían azorados, pálidos, y "con el rabo entre las piernas". Un amigo me dijo: “Tienes que conversar con este hombre, si fueras a la cárcel a hablar con el General Eulogio Cantillo, estoy seguro que hubieras recibido una opinión más favorable de Fidel Castro que la que tiene Raúl Díaz”... En Güines, todos los Viernes Santos se hacía públicamente la "Escenificación de la Vida y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo". Era algo bello y apoteósico. Media Cuba desfilaba por nuestro pueblo. De La Habana venía personal de la CMQ a maquillarnos y a cooperar para hacer nuestra obra más real (y me incluyo, porque yo actuaba como un miembro del “Tribunal de Caifás”). He aquí un hecho histórico, desconocido por la mayoría de los cubanos, que tuvo lugar el Viernes Santo de 1961: De pronto los fidelistas comenzaron a tirotear al pueblo presente en la Escenificación, todo el mundo corría despavoridamente, y en ese instante surge la figura erguida del Comandante Raúl Díaz Torres, y delante de todos los presentes, se arrancó de sus hombros las estrellas de comandante y las tiró al piso, mientras gritaba: “¡Yo no desembarqué en el Granma, ni estuve en la Sierra para esta mierda!” Y ese preciso día el Comandante Díaz se consagró ante mi vista. Acto seguido, mediante el patriota güinero Renán Llanes Ravelo, se ocupó de hacerle llegar armas y pertrechos de guerra a los alzados en El Escambray bajo las órdenes de Tomasito San Gil. Creo innecesario decir que Raúl terminó siendo un exiliado político más y murió siendo un activo anticastrista. Es una verdadera lástima que todo el que fue adoctrinado, creyendo en "la epopeya gloriosa del Comandante en Jefe en lo más alto del Pico Turquino", no pudo hablar con Raúl Díaz Torres y enterarse que todo no fue mas que la creación de un mito, una pantomima, y que el tirano en ciernes vivió en la loma “mejor que Carmelina”...

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