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lunes, 8 de agosto de 2011
A Reynaldo XXX, camagüeyanoenmiami
De José Alberto Álvarez Bravo, cubanoenlahabana
Joel Lázaro Carbonell me trae una carta mal impresa, escrita por uno de esos compatriotas residentes en el exilio, y que viven alertas para no dejar pasar la mas mínima oportunidad de salirle al paso, con la crítica mordaz en ristre, a quienes decidimos quedarnos para hacer desde adentro lo que podamos por la causa de la libertad de Cuba.
No me causa ninguna satisfacción tener que redactar estas amargas líneas, pero la mala leche de Reynaldo me obliga, y no voy a escurrir el bulto.
Una de las primeras cosas que parecen quedar claras al leer la breve nota de Reynaldo, quien un día –no se cómo lo logró- hizo uso de su derecho a ponerse a prudente distancia de las garras de la policía política castrista, es que él no conoce nada sobre las Veladas Ciudadanas, ignorancia que no le impide juzgar y criticar. Es posible que camagüeyanoenmiami haya sido un león tusao frente al aparato represivo de la mafia castrista, y que con mucha suerte lograra escapar al paredón de fusilamiento, pero como no sé nada de su vida, ni es mi norma dedicarme a esos menesteres, no voy a juzgar ni evaluar sus acciones ni omisiones.
Quizás lo primero que debieran hacer algunos cubanosenmiami sería conocer lo mejor posible lo que sucede en las entrañas del monstruo castrofascista, y cuando quede probado que alguien ha incurrido en corrupción, oportunismo, traición o mala fe, entonces desenmascararlo para que no siga dañando la santa causa de la libertad de nuestra patria. Mientras tanto, adelantar un juicio acusatorio puede granjearle el aplauso del enemigo. Por consiguiente, quienes aprontan su veneno contra lo que no conocen, son los que realmente “dicen viva Fidel pero luego agachan el cuello por detrás”. Con esta manera de actuar, -vamos a no creer que con mala fe- estos “patriotas” a larga distancia hacen causa común con los asesinos Castro Ruz. Tengamos presente que el régimen ha infiltrado muchos de sus incondicionales en el exilio, como también es cierto que lo ha hecho dentro de nuestro pobre país.
Agradezco el consejo de que lea la página de Nuevo Acción, algo que hago cada vez que puedo –tenga presente que solo dispongo de hora y media semanal de acceso a internet- pues entre otras razones siento por su director un especial cariño y admiración, pero le advierto que no me preocupa en lo mas mínimo “lo que piensa el exilio”, pues al exilio ni a nadie pedimos un centavo y no estamos dispuestos a cumplir órdenes de nadie. Me interesa sobre todo lo que piensan quienes comparten conmigo el asedio, las detenciones, los maltratos y las humillaciones por ejercer nuestro derecho a los espacios públicos, causa a la que Juan Wilfredo Soto entregó su vida. También nos consta que en el exilio hay hermanos que sienten mucho respeto por lo que hacemos por acá.
Lo que a este señor le suena a personalismo es quizás una de las iniciativas menos personalistas que se haya acometido en Cuba, pues durante su concepción se tuvo en cuenta la opinión de muchas personas, entre las que se cuentan Manuel Cuesta Morua, Reynaldo Escobar, Sara Marta Fonseca y Oscar Elías Biscet. No se hizo bajo el criterio de una sola persona. ¿Dónde está el personalismo, cuando nadie se ha erigido en Presidente u otro cargo rimbombante?
Hay un párrafo que a este buen señor le da risa. No veo cómo un cubano digno pueda tener la risa a flor de labios, mientras todavía impera en la patria un regimen que ha fusilado a miles de compatriotas, que ha mantenido en prisiones inmundas, sometidos a condiciones horrendas, a cientos de miles por el único crimen de no querer ser esclavos de las hienas de Birán, que asesinó a los niños del remolcador 13 de Marzo y a los bravos pilotos de Hermanos al Rescate, que azuza a las turbas de sus incondicionales a golpear a quienes nos oponemos sin esperar órdenes ni aplausos del exilio ni de nadie.
Reynaldo debiera explicarme por qué le debo explicaciones a él o a alguien, pues no soy subordinado de nadie, llámese Castro o llámese camagueyanoenmiami. Uno de los principios básicos que promovemos en las Veladas Ciudadanas es precisamente el respeto absoluto a la libertad individual, única base verdadera de la libertad colectiva, según nuestro humilde criterio.
No me sobra el tiempo ni el interés en responder a estas distantes sandeces, pero para reducir en lo posible su ignorancia, le diré algunas cosas para que las tenga en cuenta cuando vaya a hacerle un nuevo favor al castrismo; sobre todo cuando redacta su venenosa frase “no me extraña que los dejaran hacer”.
El 2 de mayo de 2011, tres días antes de que golpearan a Juan Wilfredo Soto por no querer abandonar el parque Leoncio Vidal, en Santa Clara, cinco cubanos nos sentamos en G y Calzada, en lo que sería un primer intento de iniciar las Veladas Ciudadanas. El día 9, fecha en que fue enterrado el mártir, nos reunimos 11 personas en G y 9, siendo filmados por los represores de la dictadura; el día 10, después de terminar nuestra reunión, fui secuestrado y conducido a un apartado rincón de Miramar, donde fui objeto de injurias y amenazas hasta de muerte, ocasión en que el Teniente Coronel Fernando Tamayo Gómez, del tenebroso Departamento 21, me robó mi cámara y mi celular. El 11 de mayo, a pesar de que según Reynaldo “nos dejan hacer”, nueve personas fuimos arrestadas, mujeres incluidas, y hasta golpes hubo. Del 12 al 18 la casa de mi mujer estuvo asediada por la policía política, y eso lo saben muchas personas dentro y fuera de Cuba, y no precisamente porque yo lo haya informado; el 19 fui arrestado desde las 8 de la mañana, y frente a mi domicilio hubo mas de una decena de arrestos, otra curiosa manera de “dejarnos hacer”. El 22 de mayo mi mujer y yo fuimos arrestados al salir a la calle, para impedirnos asistir a Santa Rita, donde ella cumple su deber junto a las Damas de Blanco. El 14 de junio nos reunimos frente a la Liga Contra la Ceguera, bajo la observación de un nutrido dispositivo de la policía política, pero no hubo ningún incidente. En cambio, el martes 21 fui arrestado al bajar de mi domicilio, y frente a la Liga hubo arrestos y violencia contra los reunidos, en otra rara demostración de permisividad con nosotros; permanecí hasta el día siguiente en un calabozo, mientras Reynaldo dormía plácidamente en su cama miamense. El 5 de julio me arrestaron al salir de la SINA, y volví a pasar 24 horas en un calabozo, sin comer ni tomar agua, mientras Reynaldo devoraba un buen bistec y tomaba cerveza, o al menos podía hacerlo. El 12 de julio los esbirros allanaron nuestro domicilio, mi mujer resultó arrestada y golpeada, mientras Reynaldo estaba muy tranquilo en Miami; nos robaron todos nuestros medios de trabajo, libros, papeles de todo tipo, con el deliberado propósito de hacernos el mayor daño posible; permanecí tres días en una celda, mientras Reynaldo no paraba de mover la mandíbula. El día 14 mis hermanos de lucha protestaron frente a la unidad de Acosta por mi encierro; hombres y mujeres fueron arrestados y golpeados, mientras muchos reynaldosdemiami se abstenían de levantar el más mínimo rumor de protesta por el atropello.
Mi mujer está muy disgustada con Reynaldo, pues recibió un piñazo en un ojo que le provocó una lesión en la cornea, mientras este señor, propenso a hablar de lo que no sabe, dice que a nosotros “nos dejan hacer”. Si se para delante de Leydi Coca quizás le costaría un pescozón, pues su niña de nueve años también fue golpeada por estas fieras con forma humana.
Como todo termina, no gastaré más tiempo respondiendo a las insidiosas palabras de este camagüeyano ausente, negación del espíritu irreductible del Mayor.
Solo una cosa más: admito que quizás una de las principales carencias de las Veladas Ciudadanas sea la presencia de hombres con la probada valentía y patriotismo de estos Reynaldos, a quienes exhortamos a venir a ponerse al frente de la lucha por la libertad de nuestro pueblo. Y un pequeño consejo: antes de disparar sus dardos contra nosotros, háganlo contra los Castro, aunque se que esto es bastante mas peligroso.
Razón tenía el seguroso que usa el nombre de Octavio, cuando me dijo que nuestros peores enemigos no serían ellos, sino gente de nuestro mismo bando. Pobre Cuba.
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