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lunes, 9 de junio de 2014

"QUE ABDIQUE SU MAJESTAD OBAMA". Por Hugo J. Byrne.






QUE ABDIQUE SU MAJESTAD OBAMA

Por Hugo J. Byrne

Hace varios días el Rey de España Juan Carlos de Borbón abdicó al trono de ese país en favor de su hijo Felipe, Príncipe de Asturias. Aunque tengo buenos, muy queridos y distinguidos amigos entre los ciudadanos españoles, debo confesar sin la menor intención ofensiva que los acontecimientos oficiales de Madrid no me interesan. Quisiera el mejor de los destinos para todos los ciudadanos responsables y de buena voluntad de ese país, quienes para pena de España no son necesariamente mayoría allí o en ninguna otra parte del mundo. El resto me tiene sin cuidado.
 
Me importa primordialmente lo que está pasando aquí. No solamente porque aquí vivo y también mis descendientes. Si tuviera que describir todas mis razones aburriría al lector. Quisiera sólo que Obama siguiera el ejemplo del Rey de España y también abdicara. ¿Qué Obama no es rey? Lo sé. Nadie tiene que convencerme de lo contrario. Es Obama quien no se ha enterado.
 
No soy demócrata. “What else is new?” Desde que aprendí la cartilla en política (lo que no fue en el bachillerato ni en la universidad) me di cuenta que la voluntad popular mayoritaria tiene poco o nada que ver con la libertad individual, que sí me interesa, junto a la disminución del poder pernicioso que el estado arbitrariamente impone sobre la raza humana desde hace siglos, objetivo inalienable de toda sociedad que aspire a sobrevivir.
 
Aunque lo he afirmado antes, tampoco abogo por el anarquismo. No existe paz sin ley. La ley hace posible la vida civilizada. Se puede sobrevivir bajo una dictadura, pero en medio del caos nada es posible. En especial la vida.
 
 
Los Castro mantienen aún los símbolos de la independencia, pero ¿quién duda que los cubanos de hoy sean tan súbditos de esa familia como lo eran antaño sus bisabuelos de la Corona en Madrid? Se mantienen las apariencias, por supuesto. Eso es parte medular del plan. Estos bastardos, herederos del integrismo decimonónico, agitan banderitas cubanas pero sólo para insultarnos.
 
Tengo aún peores noticias: algo semejante se está desarrollando aquí. Washington no solo ha regresado a la “presidencia imperial” con Obama, la misma que se creía rebasada después de Nixon y Watergate. La soberbia olímpica del Ejecutivo tiene características peligrosamente similares a las del régimen de los Castro. Este presidente es capaz de decir algo hoy y exactamente lo contrario mañana, mientras exhibe la sonrisa falsa y la solemnidad hipócrita de quien intenta exponer  toda la verdad.
“Si le gusta su doctor, puede conservarlo. Si le gusta su plan de salud, puede mantenerlo. Punto”: Obama engaña con soltura deportiva. Podríamos hacer una lista de sus embustes, llenando cien cuartillas. ¿Para qué? Mentir no es remotamente lo peor de Obama. Todos los políticos dicen mentiras y ninguno cumple exactamente lo que promete. La característica más siniestra de Obama no es mentir, es burlarse a diario de la constitución y gobernar por decreto, tal como un monarca absoluto.
 
George Washington pudo haber sido rey. Pero escogió en cambio iniciar la tradición civilista que hizo de América el país más rico, libre y respetado en todo el mundo. Ahora su Majestad Obama aspira a cambiar nuestras instituciones no para garantizar la libertad de comercio que detesta, sino para establecer los mecanismos que impongan una “repartición equitativa” de la riqueza. Mucha gente quiere que sea separado de su cargo. Ese remedio puede ser peor que la enfermedad.
 
Tampoco deseo que renuncie a la Presidencia. Obama fue legalmente electo. Sólo quiero que abdique. Si renunciara nos quedaríamos con Biden de Presidente y no sabríamos exactamente qué hacer con ese tarugo, ni él con nosotros, lo que es mucho peor.
 
Quisiera que Obama abdicara su costumbre de expandir continuamente el poder del Ejecutivo. Quisiera que abdicara su manía de violar las leyes más sagradas de la república. Que abdicara su pretensión peligrosa e ingenua a negociar con terroristas musulmanes por la vía del canje de fanáticos peligrosos.
 
Preferiría que abdicara su hábito de darle atribuciones ilegales a personas o entidades que no han sido electas. Desearía que Obamaabdique su costumbre de pasear con más frecuencia que pasados presidentes en excursiones multimillonarias pagadas con los impuestos federales.
 
Que abdique a impedir que América alcance independencia energética y pueda, en consecuencia, mandar a Maduro, al Rey Saudí, a Teherán y a Putin a volar un papalote. Que abdique a todas esas cosas, pero que permanezca como Presidente hasta el fin de su período  
 
Que abdique hacer calistenia ridícula con pesitas de diez libras mientras algún chusco le hace un video con un teléfono. Que abdiquea lanzar la primera bola del primer juego de cualquier serie o campeonato de baseball. Que abdique intentar un tiro libre de baloncesto. Todo con el mejor deseo que el resto del mundo perciba al presidente de Estados Unidos como líder y no como ridículo pelagatos.
 
Recordemos que Biden es sólo Vicepresidente. Mientras “old Joe” permanezca como vice no puede crear peores problemas que los de Obama. Los norteamericanos pueden mantener la esperanza de que lo envíen con frecuencia a representarlos en los funerales de jefes de estado. En esas ocasiones solemnes hay pocas oportunidades de hablar y su enorme capacidad para la idiotez estaría consecuentemente limitada.
 
"QUE ABDIQUE SU MAJESTAD OBAMA". Por Hugo J. Byrne. web/folder.asp?folderID=136
               hugojbyrne@aol.com

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