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viernes, 6 de enero de 2012

¿Quién matará al comendador?.Por Luis Felipe Rojas




Son tantos los entuertos del laberinto socialista que los funcionarios hacen cabriolas que terminan por atraparlos a ellos mismos. Las madejas burocráticas del engendro tropical cubano son diseñadas para entorpecer al ciudadano, para hacerle el diario más difícil, pero no siempre es posible demarcar la frontera entre el más común de los transeúntes y los burócratas de turno, infalibles como se creen. Un grupo de trabajadores de la base TransNet dedicada al tiro de caña de azúcar, lleva meses penando porque les paguen la estimulación salarial en divisas que les deben desde la zafra azucarera 2010-2011 y hoy, a punto de comenzar la otra, los organismos correspondientes no atinan a saldar la deuda. En la fábrica de azúcar del municipio de San Germán, provincia Holguín, los citados trabajadores (tan indignados como los que protestan en las calles de ciudades norteamericanas) pusieron “todos a una”, como la vieja fábula y depositaron su confianza en una válvula social: escribir a los periódicos nacionales, sólo uno de ellos respondió públicamente, el periódico Juventud Rebelde.
De un tiempo acá, los cubanos (que son muertos sin dolientes) vacían sus penas escribiendo a la sección Abrecartas del mencionado diario pues allí el colega José Alejandro Rodríguez, a quien se le notan unas ganas inmensas de hacer un periodismo libre y sin ataduras, se dedica a diseccionar la anatomía de la burocracia criolla.
El día 18 de diciembre apareció en Abrecartas el relato de la indignación de estos trabajadores, donde el periodista reseña la carta enviada por Eliécer Palma Pupo, a quien pelotearon como les dijo la gana desde la dirección de la base de transporte, el sindicato municipal, el Órgano de Trabajo y Seguridad Social hasta la Dirección provincial de la Empresa Azucarera. De inmediato los trabajadores fueron llamados a contar -que quien había escrito? -que eso se resolvería, caramba, no faltaba más…
Lo que no sabía Juventud Rebelde es que Palma Pupo es un trabajador, con 27 años de labor como chofer, tildado de contrarrevolucionario por decir cuatro verdades y encerrado en los calabozos de seguridad del estado el 22 de octubre pasado para que no entorpeciera la visita de José Ramón Machado Ventura a la citada fábrica.
Estuvo tres días fatigado por el hambre y la sed en una celda, pero cuando salió fue directamente a su puesto laboral a preparar su camión para la zafra y sus compañeros de labor le encargaron hacer la denuncia del impago de los 20 CUC que deben a cada uno.
Antes de exponer el caso a la prensa independiente y extranjera apelaron a la argucia de volver el cable a su propio agresor. La carta ha sido leída por miles de cubanos, entre ellos cientos de funcionarios, que aunque no han respondido fueron impugnados por la propia maquinaria de propaganda que sostienen a base de gritos, engaños y actos de repudio. He hablado con algunos de ellos, con el propio Palma Pupo, aunque no les han pagado aún sienten, eso si el dulce sabor de la venganza.
Palma me dijo que han vuelto a la dirección sindical en contra suya e incluso a algunos trabajadores, que alarmados por su condición contestataria temen perder algo más que el timón de sus viejos camiones para amontonar caña.
De lejos y de fuera uno corre el riesgo de verlo como un sinsentido, pero estos hombres me lo contaron como si hubieran obtenido una victoria, como si hubieran descubierto que “todos a una” pueden rasgar las vestiduras del viejo comendador de Fuenteovejuna.

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