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domingo, 19 de junio de 2011

EL DESPRECIABLE JOHN KERRY.Por Alfredo M. Cepero



EL DESPRECIABLE JOHN KERRY

Por Alfredo M. Cepero

Director de
www.lanuevanacion.com




Los enemigos del pueblo norteamericano tienen en este sujeto a su mejor aliado dentro del Senado de los Estados Unidos. Este farsante que hoy se presenta como vocero de la moderación, el pragmatismo y la tolerancia ante los gobiernos más corruptos y opresores del mundo tiene una larga historia de agitación política y de servicios a los enemigos de este país, matizada de un enfermizo protagonismo. Cualquier barbaridad con tal de logar un titular de la prensa amarilla que practican muchos de los principales medios de comunicación de los Estados Unidos. Una conducta en total concordancia con la de su vieja aliada en las violentas protestas contra la guerra de Vietnam, Jane Fonda, quién se ganó el merecido epíteto de “Hanoi Jane”.



Su más reciente campaña de apaciguador consumado de tiranos la está librando con su intransigente oposición a los 20 millones de dólares destinados en el último presupuesto federal de los Estados Unidos para apoyar esfuerzos encaminados a la libertad de Cuba. Ya en 1985, mi amigo Charles Krauthammer dijo que lo único que le faltaba a Kerry para ser la versión moderna del apaciguador de Hitler, Neville Chamberlain, era el paraguas. Ahora, por su condición de Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Kerry tiene grandes probabilidades de obstaculizar o por lo menos de reducir el monto de esa noble y necesaria ayuda. Este senador camaleónico justifica su oposición afirmando que “los fondos han sido utilizados para movilizar protestas en Cuba”.



El protestante que en el curso de las protestas contra la Guerra de Vietnam ganó notoriedad ejerciendo ese derecho sagrado de la democracia les niega a los cubanos el derecho de protestar contra la opresión y de exigir la libertad de nuestro pueblo. El antiguo aliado de Ho Chi Minh se ha convertido en aliado de Raúl Castro y de su decrépito hermano. Por otra parte, cabe formularle al señor Kerry la pregunta que le hiciera Mark Lopes, Jefe de la sección de América Latina y del Caribe de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional. El funcionario le preguntó a través de la prensa: “¿Dónde está lo polémico de este programa? Estos programas son comparables con los que nosotros y otros donantes hacemos para apoyar la democracia y los derechos humanos en sociedades represivas de todo el mundo”. Sería interesante ver la reacción del senador ante esta pregunta que sospechamos quedará sin respuesta.



Ahora bien, para lograr alguna explicación a esta conducta a todas luces incomprensible nos parece oportuno abrir una ventana que nos permita mirar dentro de la mente torcida y el espíritu mezquino de este personaje. Un breve recorrido por su historia personal llena de contradicciones nos será sin dudas de una gran ayuda. El joven Kerry se alistó en la Reserva Naval en 1966, dos años más tarde fue enviado a Vietnam y, en 1969, pasó cuatro meses como jefe de una de las lanchas artilladas que combatían al Vietcong en el delta del Río Mekong.



Por su servicio militar durante en este período fue condecorado con una estrella de bronce, una estrella de plata y tres corazones púrpuras. Méritos alcanzados por pocos militares norteamericanos en el curso de las numerosas guerras en que ha participado este país. Sin embargo, aunque las acusaciones no han sido probadas en forma fehaciente, muchos de sus compañeros en el campo de batalla lo acusaron más tarde de haberlas logrado tergiversando hechos, falsificando documentos y apelando a influencias.



Pero fueron sus declaraciones y sus acciones después de su regreso a los Estados Unidos las que proporcionaron una visión clara sobre la perturbada personalidad de este personaje. El 22 de abril de 1971, Kerry se convirtió en el primer veterano de la Guerra de Vietnam en prestar declaraciones ante el Senado Norteamericano. En el curso de las mismas acusó a sus antiguos compañeros de armas de ser criminales de guerra.



Al día siguiente, participó en una manifestación frente al Capitolio Nacional donde, junto a millares de veteranos que protestaban contra la guerra, lanzó sus medallas sobre una cerca que había sido erigida para mantener alejados a los manifestantes. Hasta ahí, si excluimos el calificativo de criminales de guerra dado a sus compañeros, sus actos podrían haber sido catalogados como excesos de un joven idealista y desorientado.



Pero muchas de sus acciones posteriores nos muestran a un oportunista que no tuvo escrúpulos en andar del brazo de la traición para obtener notoriedad y ventajas políticas dentro del clima cargado de pasiones que predominaba por esos años en el debate sobre la Guerra de Vietnam. Según informes del FBI, a principios de agosto de 1971, Kerry viajó a Francia donde se reunió con la delegación de Vietnam del Norte en las conversaciones de paz de Paris. Según el New York Times, dos semanas después se reunió en East Hampton, New York, con un grupo de millonarios de izquierda donde recaudó cuantiosos fondos para financiar el movimiento contra la guerra. Y, de nuevo según el FBI, en noviembre de 1971 su socio en la lucha contra la guerra, Al Hubbard, se reunió en Paris con los representantes del Vietcong y de Vietnam del Norte por intercesión del Partido Comunista de los Estados Unidos.



Su salto a la vida pública lo dio en 1983 cabalgando el potro de la izquierda virulenta, como Teniente Gobernador del Estado de Massachusetts en la boleta del zurdo gobernador Michael Dukakis. En 1987 era Senador por dicho estado y alcanzó notoriedad bajo la tutela del infame héroe de Chappaquiddick Edward Kennedy. Siempre como miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores se opuso a los esfuerzos para combatir a los sandinistas, lideró los procedimientos contra Oliver North, acusó a la “contra” nicaragüense de contrabando de drogas, se abrazó con Daniel Ortega en Nicaragua y le dirigió cartas donde lo llamó “querido comandante” y bloqueó en el Senado un proyecto de ley de 14 millones de dólares para ayudar a los combatientes por la democracia. Y, para mantener su reputación como amigo de tiranos, en el 2003 se opuso con vehemencia a la invasión de Irak. Esta posición descarrilaría en el 2004 su aspiración a la presidencia de los Estados Unidos.



Pero este hipócrita que acusó a sus compañeros de criminales de guerra se ha ganado el calificativo de genocida por la forma indecente en que saboteó en el Senado el Proyecto de Ley de Derechos Humanos en Vietnam. Dicho proyecto estaba encaminado a proteger a los vietnamitas cristianos que poblaban las montañas de Vietnam del Sur ante el genocidio desatado contra ellos por los comunistas del norte. De los 3 millones de cristianos que vivían en esas zonas montañosas en 1970 solo quedaron 650,000 con vida 34 años después de terminado el conflicto. Estas muertes pesan sobre la conciencia de este miserable.



En lo personal, tampoco cuenta este sujeto con muchos atributos dignos de admirar. Sus contribuciones a obras de caridad son mínimas mientras vive en la opulencia que alcanzó a través del matrimonio con una viuda multimillonaria. En otra de sus contradicciones, patrocina y apoya cuanto proyecto de ley aumente impuestos sobre sus conciudadanos mientras priva al fisco de su estado de Massachusetts de los 437,000 que debió haber pagado por el impuesto en la compra de un yate de 7 millones de dólares. Por encima de todo esto se ha revelado como un tipo vengativo y sarcástico. Esto quedó demostrado por un chiste de mal gusto que hizo en 1988 sobre el entonces Presidente Bush padre donde afirmó: “Si a Bush le dan un balazo el Servicio Secreto tiene órdenes de matar a Dan Quayle”. Muy pronto tuvo que pedir disculpas por su estupidez.



Para cualquier observador imparcial, la trayectoria personal y política de este hombre ha estado llena de errores. Aún esos analistas que aspiran a ser vistos como objetivos, consideran que Kerry se equivocó con respecto a Vietnam, se equivocó con respecto a los sandinistas, se equivocó con respecto a los soviéticos, se equivocó con respecto a Irak y ahora se equivoca con respecto a Cuba. Muchos afirman que ha sido el hombre equivocado, con las ideas equivocadas, en el momento equivocado.



Para quienes a lo largo de medio siglo nos hemos visto obligados a confrontar a personajes de su despreciable calaña no queda duda alguna de que sus errores han estado muchas veces acompañados por la maldad. Por eso este cubano, cansado de tantas traiciones y de tantas iniquidades, no tiene la más mínima inhibición en afirmar que Kerry es un traidor a su patria, un amigo de los enemigos de su país y un enemigo jurado de la libertad de Cuba.



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