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lunes, 9 de mayo de 2011

La dictadura castrista asesina y la disidencia no cambia los métodos.por Zoé Valdés




No me importa ni me importará que digan que no es el momento de criticar porque ha habido una muerte por el medio. Muertes han habido muchas y seguirán habiendo mientras el castrismo esté en el poder. A quince meses del crimen de Orlando Zapata Tamayo ocurre ahora el de Juan Wilfredo Soto García, un hombre enfermo, de 46 años. La muerte fue provocada después de una paliza que le dio la policía, según informa la disidencia hacia el exterior.

Yo recibí la información de primera mano, a través de Martha Beatriz Roque, y la di a conocer lo más pronto que pude porque siempre supongo que Martha Beatriz Roque, que lleva años en la disidencia, experta como es en enviar información de este tipo, comprueba las noticias antes de echarlas a rodar. Y así fue, todo estaba comprobado, con los familiares inclusive.

Bien, al parecer, la noticia salió también de parte de blogueros que aseguraron que Juan Wilfredo Soto García había sido apaleado por la DSE. Hay una diferencia entre la DSE y la policía. Para el interior de Cuba no la hay. Pero para los que vivimos fuera y para el resto del mundo sí. En Francia la policía ha matado a individuos durante altercados y se ha quedado en juicios sin connotaciones políticas, lo que se considera accidentes dentro de la labor de la policía en contra de delincuentes. Otra cosa es cuando los CRS reprimen en las calles, durante las manifestaciones de la población que se tornan violentas. Ya sabemos que no es el caso aquí, pero siempre es bueno aclarar que, en Cuba, la DSE es lo mismo que cualquier aparato represor perteneciente al régimen. Y, desde luego, por favor, las noticias siempre hay que verificarlas con la oposición. Un buen periodista debe verificar la información, lo mismo deberían hacer los blogueros, siempre con la oposición.

Ahora,dicho esto, creo que la mayor equivocación proviene de la disidencia. Los Castro se han acostumbrado a que, cada vez que ellos mandan a matar y matan a alguien, la oposición envía el mensaje hacia el exterior, se publica en la prensa del mundo entero, nosotros nos encargamos de difundirla en el exilio, lo que es un trabajo arduo, por el que nadie nos paga, ni recibimos dinero de nadie, porque a mí misma ningún periódico me ha pagado nunca ni creo que lo hagan por la cantidad de información sobre Cuba que proveo a diario a muchos de sus periodistas. Una vez que la noticia es publicada, leída y demás, en pocas horas pasa a un segundo plano, y desaparece muy rápido. Está hecho lo que queríamos: Todos nos hemos enterado, todos. Aunque, no todos, rectifico: todos menos el pueblo cubano de a pie.

Propongo, que -como se está haciendo con algunos proyectos educativos que se llevan a cabo en la isla en la actualidad, de manera clandestina-, la disidencia consiga armar redes de información interna que desparramen y extiendan la información por todo el país, en una especie de Radiobemba clandestina, o como se llama en Francia: “teléfono árabe”, que ponga al corriente a la población de los crímenes del castrismo. Porque al día de hoy, algunas personas en Cuba todavía no se han enterado de la muerte de Orlando Zapata Tamayo, y dudo que muchos sepan del reciente asesinato de Juan Wilfredo Soto García.

La oposición necesita reorganizarse, unirse, para crear estas redes. La oposición necesitaría salir y contactar todavía más a la gente que está en la calle, más que comunicarse con periodistas en el exterior, lo que también es necesario, no digo que no lo sea. Pero para que la oposición vuelva a recuperar su prestigio, que debe saber que bastante desprestigiada está, puesta en evidencia justamente debido a la existencia de los blogueros (sin intención en la mayoría de los casos), y por los videos que les ha tomado la DSE, debe retomar el contacto con el pueblo, más que con la prensa extranjera. Será la única forma de que el pueblo decida salir a las calles y acompañarlos en una manifestación en contra del régimen, portando retratos de Orlando Zapata Tamayo y de Juan Wilfredo Soto García, de Pedro Luis Boitel, y de tantos otros. Es lo que ha sucedido en los países árabes; por supuesto, para ellos ha sido más fácil ya que ellos poseen el acceso a la telefonía móvil y a las redes sociales a través de internet. Pues los cubanos tendrían entonces que reorganizarse en redes reales, lo que ya se está haciendo para llevar otro tipo de educación a los niños y a sus padres.

Cuando yo trabajaba en el ICAIC, siempre que se producía una injusticia con algún cineasta, lo primero que hacíamos, de manera clandestina, un grupito pequeño de personas, era informar a la prensa extranjera y al mismo tiempo regar la bola por La Habana. En menos de 24 horas, mucha gente se preguntaba cuál era o qué tendría la película que la dictadura quería prohibir, y la bola crecía, hasta que se convertía en un ruido ensordecedor para el régimen. De este modo se salvaron las obras de unos cuantos cineastas cubanos y extranjeros. La idea no fue mía, pero yo puedo confirmar que los que la llevamos a cabo observamos y constatamos la rapidez de su eficacia.

Espero que la disidencia, o la oposición, como quieran llamarse, entienda que la prensa no resuelve más que la difusión del hecho, de manera internacional, y eso es muy importante para el respaldo que los cubanos necesitan; pero que la divulgación de la información entre los cubanos, dentro del pueblo, en el interior de la isla, es lo que provocará que la verdad estalle de una vez y que el deseo de libertad y vida de muchos inunde las calles del país. Si no logramos eso, seguiremos en el mismo cachumbambé durante cien años más.

Zoé Valdés.



La voz de Juan Wilfredo Soto García denunciando a la DSE, tiempo antes de su muerte:



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