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viernes, 22 de abril de 2011

CARTA DE UN PADRE, MIEMBRO DE LA BRIGADA 25O6, A SU HIJO. LAS HISTORIAS QUE NO NOS CONTARON EN CUBA.!!!!!!!!!!!!!




CARTA DE UN PADRE, MIEMBRO DE LA BRIGADA 25O6, A SU HIJO.
LAS HISTORIAS
QUE NO NOS CONTARON EN CUBA
22-04-2011.
Combatiente de la Brigada 2506

www.miscelaneasdecuba.net).- A mi hijo:

Ayer, mientras me disponía a salir de casa, transcurridos 50 años del
desembarco por Bahía de Cochinos, me preguntó mi hijo: "Viejo", qué
aprendiste de aquella experiencia.

Y confieso te respondí luego. Pero en caso de que no hayas escuchado mi
respuesta entonces, hijo, esta es mi respuesta para ti.

Aprendí que mi coraje no alcanza a ser una fracción de lo que fue el de
Sergio Miyares, un compañero de la escuela, quien sosteniendo en sus
brazos una ametralladora calibre 30 disparaba parado en medio de la
carretera, mientras cientos de milicianos avanzaban disparándole. O el
de Rolando Pérez con su bazuca gritándole a los tanques: cobardes
acérquense, mientras les estremecía con sus misiles, o el de Rigoberto
Varona, quien al darse cuenta de que se me habían acabado las municiones
y de que yo estaba atrapado, regresó para salvarme, contra todo
pronóstico, mientras las balas llovían alrededor de nosotros, o el de
cientos de ejemplos similares que podría contarte.

Aprendí que no sé si tengo la increíble integridad de Waldo Castroverde
y de otros siete miembros de la Brigada 2506, quienes luego de haber
sido temporalmente liberados de prisión para negociar en los Estados
Unidos un intercambio de prisioneros, regresaron voluntariamente a
prisión para reunirse con sus hermanos y cumplir una sentencia de 30
años en condiciones infrahumanas.

Aprendí que no tenía, ni cercanamente, la madurez de muchos de mis
contemporáneos. Carlos Onneti, o Carlos de Varona, otro compañero de
clases, que ya siendo prisioneros confrontaron cara a cara a Fidel
Castro en materia de política y moral en la televisión nacional.

Aprendí la alegría de dar cuando no tienes casi nada o nada que dar, y
por definición sin esperarte nada a cambio, y como este sentimiento
llenaba cada segundo en prisión.

Pude conocer y admirar a hombres inmensamente sabios y honorables, de
razas, economías y de ascendencias sociales y creencias religiosas
disímiles.

Yo aprendí, con grandes dificultades en un inicio, a respetar el
sacrificio de aquellos que en el bando opuesto creyeron que ellos
también ofrendaban sus vidas en defensa de su patria. Pero sobre todas
las cosas, he pasado toda mi vida lamentando que nuestra patria no haya
tenido la oportunidad de ser guiada por esos increíbles hombres que
todavía hoy, después de medio siglo, lo cual me honra y me hace sentir
dichoso, me llaman hermano.

Te amo hijo mío.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=32033


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