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domingo, 16 de enero de 2011

A un año del terror




Por Pablo Méndez

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) – Me arriesgo a asegurar que si en un hospital psiquiátrico de alguna gélida región de Estados Unidos decenas de pacientes hubieran muerto de hambre y frío a causa de la indolencia, la prensa cubana le dedicaría un extenso espacio.

De igual forma, sospecho que si el señor Michael Moore irrumpiera en el hipotético hospital con sus cámaras, para documentar el hecho, el documental pronto se exhibiría en nuestra televisión y se debatiría ampliamente en el programa Mesa Redonda.

Sin embargo, semejante hecho ocurrió en Cuba, donde predomina la calidez, brilla el sol durante la mayor parte del año, y la temperatura promedio en invierno es de 20 grados Celsius.

El manicomio Mazorra se encuentra a sólo 15 Kilómetros al sur de La Habana, y tras la oleada invernal de enero de 2010, los vecinos de la conurbación del aeropuerto internacional José Martí, y el residencial Altahabana, vieron cómo bajaba la temperatura a 3 grados centígrados.

Las personas que se abrigaron con colchas, pernotaron en una edificación con mínimas condiciones de protección y se alimentaron adecuadamente, con seguridad salieron ilesas de las bajas temperaturas. No es normal que alguien, que se encuentre dentro de un edificio, muera porque la temperatura exterior baje a 3 grados centígrados. Pero, desgraciadamente esa fue la suerte corrida por las víctimas mortales del hospital psiquiátrico.

Según informaciones de un funcionario del Ministerio de Salud Pública, que por razones de seguridad no puede revelar su nombre, la cifra real de muertes rebasó las cuarenta personas, muy por encima de las 26 que el gobierno admitió. Además, se confirmó que la mayoría murió no sólo por hipotermia, sino también por inanición.

Las pesquisas arrojaron varias causas para la tragedia, entre ellas el deterioro de las ventanas del hospital, que no habían sido reparadas “por falta de recursos”, la falta de ropa de cama y de ropa adecuada para los enfermos, la alimentación desastrosa, la barbaridad de que los pacientes de conducta agresiva eran bañados con chorros de agua a temperatura ambiente y, además, los expedientes clínicos evidenciaron que las victimas no habían sido examinadas por los médicos desde hacía más de 6 meses.

También se destapó la corrupción imperante en el hospital, principalmente la sustracción de medios por parte de algunos empleados para su beneficio personal: alimentos, vestuario, ropa de cama, donaciones de organizaciones caritativas, etc. Por último saltó de las gavetas una circular emitida por el Primer Vicepresidente del Consejo de Estado, José Ramón Machado, ordenando “reajustes alimentarios” en las instituciones del sistema nacional de salud.

Además de los resultados de la investigación, el testimonio gráfico del hecho es espeluznante; las fotos tomadas en la morgue mostraron el deplorable estado de los occisos, sus osamentas sobresalían como si fueran víctimas del holocausto, y se hicieron evidentes las golpeaduras, lesiones, escaras, heridas sangrantes. En sus rostros quedó plasmada la angustia de los últimos instantes de sus vidas.

Ha transcurrido un año y “aquí no ha pasado nada”. Ni responsables, ni acusados, ni juicios. Las autoridades no han vuelto a hablar del hecho.

Según fuentes fidedignas, aunque la prensa oficial cubana no lo ha anunciado, el próximo lunes 17, se iniciará el juicio a los presuntos responsables de la muerte, debido a malos tratos, de veintiséis pacientes del hospital psiquiátrico capitalino, conocido como Mazorra. Los encartados, entre los que se encuentran varios médicos de la institución y personal paramédico, enfrentan la posibilidad de recibir severas condenas.

Las víctimas, ancianos en su mayoría, fallecieron a consecuencia del frio, la desnutrición y las enfermedades respiratorias agudas, provocadas por la falta de atención y los malos tratos a que les sometían los médicos, enfermeros y otros empleados del hospital.

La dantesca situación en Mazorra era peor de lo que reconocieron públicamente las autoridades. Durante las noches algunos facultativos encerraban a pacientes inquietos en patios amurallados a cielo abierto; sin que importaran las inclementes condiciones climáticas de la zona; y hasta los sometían a duchas frías en pleno invierno. En la mañana les abrían las verjas para que los pacientes cayeran rendidos en las camas. Algunos empleados se rifaban la posibilidad de sostener relaciones sexuales con pacientes medicados. Y la participación en las rifas, al igual que en las prisiones, se pagaba en medicamentos o cigarrillos; para algunos maltratar a los enfermos era un entretenimiento.

No pocos trabajadores de la salud han denunciado, al llegar al exilio, los malos diagnósticos y el indiscriminado uso del electrochoque que, a manera de terapia, emplean algunos médicos en la Isla. No es de extrañar que algunas fuentes hagan referencia a más de un centenar de presuntos homicidios de enfermos por esas causas.

En enero del pasado año, tras filtrarse en la prensa independiente y extranjera la noticia de las morgues abarrotadas de cadáveres de enfermos de Mazorra, el gobierno cubano se vio obligado a admitir el lamentable suceso. Este horrible hecho, por sí solo, echa por tierra el cacareado logro de la revolución en el campo de la salud; aunque una rápida visita a cualquier hospital cubano (no uno de los destinados a extranjeros y funcionarios de alto nivel, como el visitado por Michael Moore para filmar su documental Sicko) bastaría para levantar grandes dudas sobre el mito de la salud en Cuba.

El nuevo director de Mazorra, debido al precedente, mantiene un bajísimo perfil y evita toda atención mediática, hasta sobre las jornadas científicas que acontecen en el hospital, famoso por contar con pabellones de rehabilitación para pacientes adictos a diversas drogas.

Las autoridades cubanas, capaces de enviar al paredón a tres jóvenes en 72 horas, como castigo ejemplarizante por el incruento intento de secuestro de una lancha de pasajeros, han necesitado todo un año para iniciar el juicio (si es que realmente se inicia la próxima semana). Finalmente parece que habrá un proceso legal, aunque, como siempre ocurre por acá, las responsabilidades nunca llegarán a la cima.

De cualquier modo, es ya demasiado tarde para las víctimas de este horrendo crimen que supera cualquier película de horror y que, por una vez, no puedo ser ocultado.


http://www.cubanet.org

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