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domingo, 10 de octubre de 2010

Fidel Castro y sus Prisioneros




Tres Apariciones Públicas en una Semana

Después de casi cuatro años fuera de la actividad pública, Fidel Castro ha aparecido tres veces, físicamente, delante de la gente, en menos de una semana. El 13 de julio, un mes antes de su cumpleaños número 84, se reunió con profesionales del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM); el día antes estuvo en el programa Mesa Redonda de la televisión oficialista cubana; y el fin de semana anterior visitó un centro de investigaciones biomédicas. ¿Por qué reapareció Castro en este momento?

En el CIEM asustó a los investigadores al pedirles que hicieran un trabajo de "ciencia-ficción" imaginando los peligros de una nueva guerra en el Medio Oriente y la "terrible amenaza para nuestra especie que significa la destrucción del ambiente ante nuestro propios ojos". Durante la Mesa Redonda, con rezagos de su antediluviano estilo apocalíptico, volvió a la carga con cifras de ojivas nucleares en poder de Estados Unidos e Israel, naciones que, vaticinó, estarían preparando un ataque contra Irán.

Después de la grave crisis intestinal que sufrió en 2006, el anciano dictador apenas se había tomado algunas fotos y video con visitantes extranjeros, pero nunca había salido fuera de los predios de su propia casa o del hospital en el que lo atendieron al principio de su enfermedad. Ahora se ha desplazado.

Se han escuchado por lo menos dos respuestas a la pregunta de por qué reapareció Castro en este momento. Una de ellas, para distraer la atención de la llegada a España de un primer grupo de ex prisioneros políticos cubanos, liberados en medio de presiones internacionales por la huelga de hambre del disidente Guillermo Fariñas, por la muerte en ayuno de otro opositor, Orlando Zapata Tamayo, y las manifestaciones de apoyo a éstos y a las Damas de Blanco, madres y esposas de prisioneros políticos. La liberación de este grupo de presos de conciencia fue una maniobra, en la que, según conocedores de la realidad cubana, el régimen involucró a la Iglesia Católica cubana y al gobierno de España como mediadores, para no admitir que cedía ante las presiones internas y externas. El objetivo de la liberación de los prisioneros: conseguir que se modifique la posición común europea respecto a Cuba, que es muy crítica de las continuas violaciones de derechos humanos que ocurren en la isla. La otra respuesta, que el mayor de los Castro quiso dejar claramente sentado ante la opinión pública, con su presencia, que la jerarquía histórica de la dictadura está firme y en control del país, a pesar de la liberación de prisioneros políticos. Que tal liberación no es un síntoma de debilidad. Y que él, Fidel Castro, todavía está al frente del régimen.

En realidad, no podría interpretarse su reaparición de otra manera. Fidel Castro ha tenido cuatro años para desplazarse hacia las esferas públicas. No lo hizo antes, lo hizo ahora.

¿Qué está en juego? Otra vez, la supervivencia de esa jerarquía histórica cuya edad promedio supera los 81 años. Hugo Chávez, el controversial caudillo venezolano, no puede suministrar toda la ayuda que Cuba, como estado fallido, necesita. Venezuela no es la extinta Unión Soviética. Es también un país subdesarrollado, con petróleo mal administrado. Por otra parte, no se sabe qué va a pasar durante las próximas elecciones que se realizarán en el país suramericano. Por lo tanto, para esa jerarquía histórica es importante que se produzca una modificación de la posición común de la Unión Europea, porque ello permitiría a Cuba, es decir, al régimen, recibir ayuda destinada a los países en desarrollo. Ayuda, ayuda y ayuda, nada de planes realistas de crecimiento que ofrezcan a la nación un nivel de autosuficiencia económica.

Por razones nada misteriosas, Fidel Castro odia las reformas chinas de control político comunista y economía capitalista, que han permitido al gigante asiático eliminar enormes bloques de pobreza. ¿Por qué? Porque desde siempre temió a la independencia de los ciudadanos. Como líder revolucionario, durante la guerra de guerrillas contra el régimen de Fulgencio Batista, Castro se benefició de la ayuda económica de la clase pudiente, a la que él también pertenecía, y con ese apoyo sobornó a no pocos funcionarios y militares de Batista, para obtener ventajas militares con sus tres a cuatro mil guerrilleros, frente a un ejército regular de 40 mil hombres. Podría decirse que esa lucha por impedir la independencia económica de los cubanos, es un auténtico trauma del viejo líder comunista. O tal vez sea una lección bien aprendida. No quiere correr la misma suerte de Batista, mucho menos ahora que la corrupción dentro de las esferas oficiales cubanas es verdaderamente abrumadora y galopante.

Mientras tanto, los cubanos continuarán viviendo con menos de un dólar al día y con un silencio atroz en materia de decir lo que piensan, por miedo a ir a la cárcel. La buena noticia es que cada vez más cubanos están perdiendo ese miedo. Los dos, Fidel y Raúl Castro, lo saben.


(Hernández Cuéllar es director y editor de Contacto Magazine, revista que fundó en julio de 1994 en Los Angeles, California. Ha sido además redactor de la agencia EFE en La Habana, Cuba, San José, Costa Rica, y Los Angeles, California, así como editor metropolitano del diario La Opinión de Los Angeles e instructor de periodismo de la Universidad de California en Los Angeles, UCLA)

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