Buscar este blog

viernes, 27 de agosto de 2010

Las carencias de un símbolo




Los restos del tren con logística de refuerzo enviado a Santa Clara para detener la ofensiva del Che Guevara, permanecen donde la gente del guerrillero lo descarriló. Sucesivas capas de pintura mantienen los vagones que debieron transportar armas y municiones de manera idéntica al día del asalto rebelde, en 1958.

Ahora no, porque es verano. Pero cualquier día de finales de diciembre no habría que realizar un gran esfuerzo, y con sólo un poco de imaginación, cualquiera se retrotraería a aquel ambiente de lucha y, entre la neblina de la madrugada o el frío del atardecer, quizá pudiera percibir el estruendo de la fusilería y el olor de la pólvora.

Para imprimir mayor realismo, pintado de amarillo, todavía está el viejo tractor dotado con cuchilla, del que se valieron los rebeldes para inutilizar la vía férrea.

Si usted se detiene junto al tractor y mira hacia los vagones del tren descarrilado puede imaginar, parado entre los rieles, al mismísimo Che Guevara, con boina y tabaco, inspeccionando el botín.

Pero el hechizo de la batalla se deshace cuando usted se vuelve. Un tenderete de buhonero, con toda suerte de fruslerías, se levanta donde tal vez sangró un tirador de ametralladora o bebió de su sudor un prisionero. La lucha fraticida y el mito del guerrillero han sido reducidos a simples baratijas. Por cierto, a precio de oro a la tasa de cambio del peso convertible (CUC) contra el devaluado peso cubano.

En dependencia de la calidad, una camiseta con la imagen del Che cuesta más de 10 CUC, casi el salario mensual de un obrero; por su parte, el precio de una boina verde olivo con el guerrillero estampado es de 2.60 CUC o, lo que es lo mismo, 62.40 pesos cubanos, cantidad que no gana un campesino chapeando marabú durante todo el día. Y si un lechero quisiera adquirir un simple separador de página con la fotografía del Che para no peder la lectura de su diario, debería pagar 20 centavos de CUC, es decir, el valor de lo que el Estado le paga por casi dos litros de leche.

"Esa bisutería no es para nosotros, los cubanos. Pienso que el Che se sentiría muy molesto al ver como lo han cogido para ese trajín", dijo a DIARIO DE CUBA un ex oficial del Ejército Rebelde mientras abrillantaba sus condecoraciones para asistir al acto central del pasado 26 de julio.

No lejos del conjunto escultórico de la Plaza Che Guevara, en prolongación de la calle Marta Abreu, hay otro tenderete similar al del tren descarrilado. "Sí, cuando llegan los turistas venden bastante aquí", dijo un vecino cuando la tendera rehusó revelar el monto de las ventas del guerrillero transformado en souvenir.

Tres sonrientes jóvenes españoles se habían hecho de camisetas, boinas y llaveros. Cuando les preguntamos si sabían quién es el barbado de las imágenes, respondieron a coro: "Hombre…".

Dos no habían leído nada del Che, pero el tercero, por toda respuesta y con un guiño, sacó de su macuto una vieja edición de Pasajes de la guerra revolucionaria.

Un cubanoamericano llegó y cargó con un buen lote de mercadería guevariana. Le preguntamos si era admirador del Che y, molesto, respondió que le importaba un pito.

"Es para regalárselo a unos amigos americanos en la universidad", dijo.

Lejos de la algarabía de la plaza por el acto del 26 de julio, en la calle Serafín Sánchez oeste, donde ya se preparaban los quioscos para el carnaval, un joven llevaba un pullover con una gran efigie del Che Guevara. Le preguntamos si era comunista y, sorprendido, preguntó por qué. Percatándose al tiempo de la situación, dijo tocando la imagen en su pecho: "Ah, ¿por esto?. No, yo no gasto dinero en esto, me lo regaló una novia boliviana que tuve hace tiempo".

En Cuba se ha repetido tanto la imagen del Che Guevara, que ha terminado gastándose. El lema "Pioneros por el comunismo, seremos como el Che" se ha convertido en una letanía y, salvo los viejos comunistas o jóvenes oportunistas de reciente hornada, ya las nuevas generaciones no creen ni les importa la prédica del guerrillero argentino que, llegado a la Isla para ayudar a derrocar una dictadura, terminó por apuntalar otra, a la larga mucho más prolongada y con niveles de corrupción tan generalizados que la palabra robar ha perdido su significado.

Ideologías aparte, la discriminación del discurso guevariano no puede achacarse a la comercialización de su imagen, a lo insostenible de sus conceptos, tangibles para las nuevas generaciones no en la multiplicación del icono, sino en las carencias que representa. Muy en particular para la juventud cubana, las carencias de ese símbolo duelen tanto al sentarse a la mesa como frente al televisor.
(Diario de Cuba)

Nota mia muy particular:




Hasta despues de muerto, sigue siendo una plaga este maldito bastardo hijo de perra argentino.
Jorge Luis Llanes Naranjo

No hay comentarios:

Entrada destacada

EL MUSEO DEL HORROR EN LA HABANA

  POR LA REVOLUCION DEMOCRATICA EN CUBA EL MUSEO DEL HORROR EN LA HABANA  Empotradas sus cenizas dentro de una gris piedra con forma de boni...