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domingo, 14 de marzo de 2010

Paquito D'Rivera dedica premio a Zapata y al resto de los presos conciencia en Cuba





Paquito D’Rivera recibió esta noche en el campus de la Rutgers University el African American Classical Music Award otorgado por las Women of Spelman College una de las más antiguas y prestigiosas universidades afroamericanas en Estados Unidos. Paquito dedicó el premio a los prisioneros de conciencia en Cuba y en especial a Orlando Zapata, a Guillermo Fariñas y a Oscar Elías Biscet. Bajo los efectos de una fuerte tormenta que dejó sin energía a la mitad del condado de Middlesex la ceremonia planeada originalmente en el teatro de la universidad debió celebrarse en un salón adyacente con luces de emergencia. A continuación la versión en español del discurso acompañado por las imágenes (algo oscuras por las circunstancias apuntadas).



Distinguidas damas y caballeros:

No estoy seguro de que cuando las Women of Spelman College decidieron otorgarme este premio tuvieran una idea exacta de lo especial que es para mí este African American Classical Music Award, un honor que -en mi caso- algunas personas pueden encontrar difícil de justificar. Mi acento de inmigrante ilegal, por ejemplo, puede hacer cuestionable mi condición de norteamericano ¿no es así? Por otra parte para aquellos que no saben que llamamos al jazz “la música clásica afroamericana” y con mi notorio currículum como jazzista no todos tomarían en serio mis logros como músico clásico tampoco. Si me atrevo a aceptar este premio es por las características de esta maravillosa institución: una escuela de personas libres.
La libertad siempre encuentra formas de reunir a sus hijos. Y en mi caso el jazz, es una suerte de lingua franca de la libertad entre músicos. Spelman College desde su fundación se dedicó a abrir caminos a la libertad, a reparar o corregir las terribles carencias en materia de derechos humanos y civiles que sufría la comunidad afroamericana en este país. Esa ausencia de derechos que tuvo que enfrentar esta valiente institución desde su nacimiento lamentablemente me recuerdan la situación actual de la tierra donde nací. Porque Cuba, damas y caballeros, –pese a los mitos que muchos, todavía demasiados, prefieren creer- es un lugar donde a los jóvenes se les niega la entrada a las universidades si no cumplen los requisitos de la ideología imperante. Cuba es un país donde lo primero que aprenden los estudiantes es a callar si sus ideas contradicen los dogmas oficiales.

Ahora, luego de más de cinco largas décadas, tenemos alrededor de dos millones de exiliados dispersos por el mundo. Entre ellos, yo mismo, a quien, mientras ustedes deciden destacar mi modesta obra, las instituciones oficiales han borrado el nombre junto con los de docenas de valiosos artistas, escritores y científicos exilados, de los libros de historia de nuestro país natal.

Pero al igual que los que fundaron e hicieron crecer esta institución muchos cubanos no se resignan a aceptar circunstancias que parecerían inmutables y eternas y luchan por cambiarlas. Algunos de estos hombres y mujeres han escogido morir en el mar, declararse en huelga de hambre o ser golpeados hasta morir antes que vivir como esclavos. Ese el caso reciente y triste de Orlando Zapata, un plomero negro que mientras cumplía una condena de 36 años desde 2003 finalmente murió durante una huelga que duró 84 días y después que sus carceleros le negaron agua durante 18. Y ahora, mientras hablamos, otro disidente, el periodista independiente Guillermo Fariñas en su décimo quinto día de huelga de hambre y de sed está exigiendo la liberación de 26 presos de conciencia gravemente enfermos. No se trata de una coincidencia de que ambos sean negros, damas y caballeros. También pienso en Oscar Elías Biscet, un médico afrocubano que ha pasado una década en prisión y todavía debe cumplir 18 años más. ¿Su crimen? Sólo defender su derecho a expresarse públicamente con libertad y sin miedo. Para aquellos que no conozcan su historia el Dr. Biscet es un luchador pacífico inspirado en las ideas del Dr. Martin Luther King cuya madre estudió en Spelman College. Como dije antes: la libertad siempre encuentra formas de reunir a sus hijos.

No obstante, hoy es para mí un día de celebración y por eso acepto humildemente este premio no como compositor clásico afroamericano sino como eterno aprendiz de la libertad y la justicia. Quiero dedicar este honor a la memoria de Orlando Zapata, al Dr. Oscar Elía Biscet, a Guillermo Fariñas y al resto de sus compañeros que luchan día a día para que el país donde nací sea, como diría el Dr. King, libre al fin.

(Blog Orlando Zapata Tamayo)

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