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domingo, 29 de noviembre de 2009

El rito como vestuario del Emperador






Los ritos son una parte fundamental y funcional del poder.
El ritual nos impide ver que el Emperador se pasea desnudo, que es solo un ser humano como cualquier otro, y que su poder es una ilusión frágil.
Imaginemos, digamos el Papa, despojado de sus lujosas y tradicionales vestiduras; que salga a celebrar misa en botas rusas y calzoncillos "mata-pasiones"... Ya no sería "Su Santidad", si no un payaso ridículo.
Así de importante son los símbolos.
El no se sustenta en la pretendida fuerza de un grupo élite, si no en el convencimiento de sus súbditos en que "los de arriba" tienen la fuerza y/o el derecho a gobernar.
En sociedades bajo gobiernos tiránicos, el rito es para el mundo exterior una validación del horror, y dentro de las fronteras, un aquelarre que convierte a las víctimas en cómplices de sus victimarios.
Así se explica cómo en Cuba, tan pobre, el gobierno sigue gastando millones de dólares en marchas "populares" y maniobras militares contra un supuesto enemigo que no piensa en atacar, y si lo hiciera no habría manera de resistirlo.
Un ejemplo es el de ese vejete enfundado en su mono Adidas y chocheando reflexiones... ¡Cuán diferente al tronante Zeus barbudo de otros tiempos! Fidel Castro terminó siendo una caricatura babosa y senil de sí mismo; y su hermano y sustituto es un mediocre que en estos días lanza un juego de guerra: Bastión 2009, para demostrarle al mundo y al rebaño de intramuros que él es un general "de verdad", no un apéndice del Hermano Supremo y Desvencijado, que al timón de Cuba hay un hombre fuerte.
Reportan que 900 000 personas están participando en el ejercicio bélico. ¿Y de dónde sacaron tanta gente "dispuesta a defender la Revolución con sus vidas"? No del planeta Marte, que sepamos.
Somos nosotros mismos, demostrando que estamos dispuestos a morir defendiendo el horror de una tiranía de medio siglo. Mostrando al resto de los cubanos y el mundo que la tiranía no es tal, que es un gobierno popular y amado. Mientras, el resto del país le sigue el juego y "se prepara para la invasión Yankee".
Y desde la altura del poder, los hermanos Castro y su pandilla, observan al obediente rebaño de carneros miserables.
Esto es posible gracias al poder del ritual, al hechizo que nos impide ver que el Emperador es un farsante, y es uno débil; que todos esos soldados, esbirros, chivatos y carneros que constituyen la base del poder y la continuación del desastre, somos nosotros: el pueblo cubano. Aceitando las cadenas que nos atan y el cuchillo que con que nos degüellan.
¿Solución? No sé si habrá alguna para ese pueblo tan enfermo de resignación y cobardía.
Mientras, la puesta en escena sigue, los ritos continúan a ritmo de congas, consignas y palizas; en cada ciudad, barrio y cuadra de La Isla del Espanto.
El general se pavonea, los soldados se preparan, y los corderos callan y aceptan.


Publicado por Polo
http://chivatientes.blogspot.com

1 comentario:

@hernandoeconomista dijo...

El baboso eres tú que ni a los talones le llegs a Fidel, así este viejito, me imagino Ud, con esa edad, si en tu primera vejez eres tan decrepito.

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