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sábado, 17 de octubre de 2009

Señales

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Los hombres no saben interpretar las señales corporales femeninas. Así reza un consabido cliché. Y es cierto. Para la mayoría de los caballeros, en todo caso.

Se trata de una deficiencia que conduce a continuos malentendidos, que a su vez pueden desembocar en una bofetada o en un tribunal. No pretendo reparar ese defecto de mis congéneres, pero tal vez pueda ilustrar un poco la situación, y contribuir así a una mayor prudencia en el prójimo. Aclaro que no soy un profesional de los signos, pero más de tres décadas de atenta observación de las féminas me aportaron cierta pericia, que me ha permitido evitar muchas equivocaciones. Sobre todo últimamente.

La principal regla que el gentil varón debe seguir ante una aparición femenina es muy simple: La primera impresión es falsa. Sea cual sea. A menos que el sujeto sepa descifrar las señas. Veámoslo mejor con un ejemplo. Si en una playa Ud. se encuentra con esas dos lindas muchachas de la imagen superior, seguramente dirigirá su atención, sus pasos y sus palabras hacia aquella de la izquierda. Probablemente, de 10 individuos 11 se comportarían así. Pero en ese caso, amigo mío, Ud. está cometiendo un craso error: No ha reconocido las señales.

¿Cuáles? Se las mostraré.

Comencemos por la bella beduina del burkini azul.




¿Acaso ve mejor ahora? Su sonrisa es súmamente acogedora. Y su mirada causaría la envidia de las seductoras huríes del profeta. El alma se le endurece a cualquiera que se zambulla en esos ojos. O sea, el arma. Luego, la posición de su cabecita, esa leve rotación e inclinación, es un convite atrevido que parece decir: “¡Mójame, Mohamed!” (“Salpícame” –para quienes vieron una redundancia.) Sin embargo, las manos en la cintura exceden nuestras mayores expectativas. Esos dedos abiertos y arqueados nos indican que la camellita lo mismo quiere dar que agarrar. El que no lo vea, sencillamente no se la merece. Y por último, ahí tenemos el pie zalameramente levantado y con los dedos contraídos, la predisposición total para la algazara prenupcial

Por el otro lado tenemos a la joven nórdica en su bikini negro. (Marca WickedWeasel –los recomiendo.)





¿Puede ver las señales? El rictus de su boca amaga un inicio de sonrisa, pero no logra ocultar la dureza de su carácter. La mirada fija es francamente hostil, casi amenazadora. Sus brazos cruzados indican que no tiene la menor voluntad de contacto. Y los puños cerrados dicen claramente que aproximarse a ella es peligroso. Encima, la postura adelantada y abierta de su pierna derecha nos reta directamente. Esos signos nos espetan: “¡Tú, atrévete a venir, y te humillaré!”

Entonces, amigo lector, ha comprendido su error de selección. Nunca ignore las señales. Así que, volviendo a la situación inicial, vaya Ud. por la chica de azul. A la otra desdéñela. Déjela para los que tenemos experiencia y podemos lidiar con los signos.


(tomado de http://guicho-cronico.blogspot.com/)

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