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domingo, 11 de octubre de 2009

"¿Por qué no se debe levantar el embargo?". Por Huber Matos Araluce.

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¿Por qué no se debe levantar el embargo?
Por Huber Matos Araluce.




Izquierda: Jose A. Font, derecha congresistas Ileana Ros-Lehtinen y Lincoln Diaz Balart, Washington 1993

En junio de 1995, el dirigente exilado José A. Font presentó un preclaro análisis en la “Primera reunión para promover una transición democrática en Cuba” donde planteó: “El embargo estadounidense no puede considerarse una estrategia que por sí misma pueda traer una transición democrática en Cuba… Sostener la discusión del asunto cubano al nivel del embargo no responde a cómo mejor desarrollar la democracia en Cuba.”

En su exposición, Font planteó la importancia de apoyar el desarrollo de la oposición democrática en Cuba por un periodo de cinco a quince años, tiempo en que él estimaba se darían las condiciones propicias para una transición democrática en la isla. En esas circunstancias futuras la oposición, ya organizada y madura, sería el factor determinante en el cambio. Para Font, el embargo era simplemente un instrumento para evitar que la dictadura, que ya había perdido el subsidio soviético, pudiera fortalecerse con ingresos, entre otros, del turismo estadounidense.

Font señalaba que el régimen continuaría debilitándose gradualmente. Además indicaba que Fidel Castro, en ese momento con casi 69 años, estaría para entonces muy cerca de su ocaso. Al depender el sistema de su muy personal y absoluto control, la suma de crisis económica y de liderazgo harían un cambio viable.

Font hizo dos críticas de importancia. 1) Quienes se oponen al embargo - y citaba a una serie de personalidades de la intelectualidad estadounidense - no mencionan en ninguna instancia la necesidad de un plan para fortalecer a las fuerzas democráticas en Cuba; presumen que el levantamiento del embargo por sí solo conduciría a la democracia. 2) Que el otorgamiento de 20,000 visas anuales por parte de los Estados Unidos debilitaba a la oposición interna y favorecía a la dictadura.

José Antonino Font no podía haber sido más certero. Como él lo predijo, y a pesar de que Hugo Chávez sustituyó a la URSS con un subsidio anual, la economía cubana continúo su declive por las razones que ya señalamos y por otras que oportunamente comentaremos. También la salud de Castro se fue deteriorando con el paso del tiempo; algunos rasgos de senilidad empezaron a aparecer mucho antes que su gravedad a mediado de 2006.

Las recomendaciones de Font no se llevaron a la práctica. Las fuerzas democráticas dentro de Cuba han recibido un débil respaldo por parte del gobierno norteamericano. Podría considerarse el proyecto de Radio Martí como parte de ese apoyo, que ha sobrevivido con limitaciones por las cuales no pudo ser el factor catalizador de la oposición en Cuba. Una discutible decisión del gobierno en Washington.

La única organización exilada con credibilidad dentro de la isla, cuyo enfoque iba en la misma dirección que lo planteado por Font, “Cuba Independiente y Democrática” (CID), fue golpeada y marginada por el gobierno norteamericano.

Si la falta de apoyo al desarrollo de la oposición interna fue el resultado de un acuerdo entre Washington y Castro, o falta de voluntad o visión, es material de debate para otra ocasión. El hecho es que, por disposiciones legales, la mayor parte de los recursos del gobierno estadounidense destinados a “democratizar” a Cuba no pueden ser enviados a la oposición en la Isla.

La fuerzas democrática han tenido que enfrentar la represión permanente del régimen, la relación amistosa de las democracias occidentales con la dictadura y una ayuda exterior muy limitada. Además la oposición en Cuba ha tenido la gran limitación de no contar con un medio de comunicación independiente– radio, periódico o televisión.

Como señaló Font, la posición anti-embargo han insistido en centrar el tema del desarrollo de la democracia en Cuba en torno al levantamiento unilateral del embargo, desconociendo la importancia del apoyo a la oposición democrática. Un levantamiento del embargo sin condiciones que induzcan una transición hacia la democracia, habría alimentado la dictadura en lugar de facilitar el cambio… ¿Por qué?

Continuará…



Por qué no se debe levantar el embargo (II).
Por Huber Matos Araluce.

Quienes afirmaron que el embargo era un fracaso porque no había logrado el colapso del castrismo inventaron una falacia, porque nadie nunca creyó que el embargo sería la vía para acabar con la dictadura castrista. Algunos países obtuvieron buenas ganancias pretendiendo que iban a mejorar la situación de las libertades en la isla con amistad y comercio, pero se quedaron en cero en el campo de los derechos humanos en Cuba.

Otro argumento es que sin el embargo estadounidense ya se habrían logrado cambios importantes en Cuba. Es decir que si los Estados Unidos hubieran practicado similar política de amistad y negocios con el castrismo, este se habría transformado en una democracia. Otra falacia.

Esta afirmación pasa por alto "la naturaleza de las dictaduras totalitarias y los dictadores." Recordemos la respuesta de Fidel, dos meses después del triunfo de la revolución, cuando mi padre le recordó su promesa pública de repartir las ganancias de las empresas entre los trabajadores:

“No se puede, Huber. Si posibilitamos que los trabajadores tengan independencia económica, eso conducirá en los hechos a la independencia política.”

Así que desde el principio, mucho antes de haberse declarado marxista leninista, Castro le confesaba en privado a uno de sus comandantes que estaba decidido a que los trabajadores cubanos no tuvieran independencia política. Ningún dinero, ninguna independencia; algún dinero, alguna independencia. Mucho dinero, un peligro grave para El Comandante en Jefe.

Quienes conocen a Castro saben de su obsesión contra cualquiera que pueda acumular dinero. Siempre que el régimen ha dado libertad a los campesinos para producir y vender, en las próximas cosechas aparece la comida. Los agricultores ganan más, aparecen los intermediarios y hasta “pequeños burgueses”. Entonces, en un ataque de rabia o de miedo, el dictador los condena públicamente, ordena persecución, arrestos y confiscaciones, y de regreso el pueblo a pasar hambre y necesidades.

En su defensa, algunos apologistas del castrismo han señalado la lealtad de Fidel al “voluntarismo”, del que El Che Guevara quiso ser el ideólogo. El hombre nuevo de la revolución debía motivarse por altruismo, no por egoísmo, es decir por dinero.

El concepto del hombre nuevo asume que las personas son capaces de superar el egoísmo y tener como meta principal el bien de los demás. En el extremo opuesto están aquellos que creen que el hombre es espiritualmente incapaz de superar sus peores cualidades. ¿Dónde está Castro?

Si Fidel creía a los obreros cubanos incapaces de manejar su independencia política, es decir su libertad para elegir el tipo de sociedad en que querían vivir, no tenía entonces fe en que los trabajadores pudieran razonar y decidir aquello que era bueno para el individuo y lo es también para la comunidad.

Castro, por lo tanto, no compartía la concepción marxista de la naturaleza humana. No podía creer en el ideal marxista-leninista de alcanzar el comunismo, etapa final del socialismo, en el que el hombre habría podido construir una relación social de tal bondad que hacia innecesario el estado.

Castro está más cerca de Maquiavelo en cuanto a la supremacía de las bajas pasiones en los individuos. Pero aun Maquiavelo es más optimista que Fidel respecto a las personas. Castro realmente se ubica en la corriente filosófica que considera que la humanidad es naturalmente egoísta y perversa, por lo que es necesario que el estado tenga a la gente bajo control para protegerlos de ellos mismos.

¿Pero qué tiene que ver esa filosofía con el embargo?

Mucho.

Es absurdo pensar que un individuo con tanto poder, y tan convencido de la maldad humana como Castro, hubiera estado dispuesto a permitir que los cubanos siquiera se acercaran a un mínimo de democracia. Por el contrario durante medio siglo ha hecho todo lo posible por asegurarse lo contrario. Por esta razón, cuando ha tenido que abrirse al capitalismo para sobrevivir, se ha cuidado de dejar por fuera a los cubanos, convirtiendo al estado castrista en socio de la inversión extranjera. Hasta el punto de que los empleados cubanos de esas empresas reciben una fracción de los sueldos, pasando la mayor parte a manos del gobierno.

El estado (que era y sería siempre Fidel) controlaría en Cuba toda la actividad política, económica, cultural y social. En teoría, los obreros recibirían casa, comida, ropa, educación, transporte y salud a cambio de su obediencia. De la cuna a la tumba, obediencia exclusiva a Fidel. ¿Por qué alarmarse entonces si ganan $17 dólares al mes? Por esta razón – filosófico-política - fracasaron quienes han sido sus aliados comerciales en lograr flexibilizar un régimen donde manda quien se cree un “superhombre” sobre todos los demás débiles pecadores. Él ha salvado a los cubanos del error de la independencia política.


Publicado por Huber Matos Araluce

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