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domingo, 27 de septiembre de 2009

"Y Juanes cantó en La Habana".


Y Juanes cantó en La Habana.
Por Ricardo Carreras.
www.lavozlibre.com

Y Juanes cantó en La Habana, junto a Victor Manuel, Miguel Bosé y otros grandes de la canción hispánica. Cantaron por la paz bajo un sol de justicia. Y eso fue sólo el principio. Estuvieron a punto de cancelar el concierto ante las maniobras del Gobierno cubano que quería prohibirles cantar -según se deduce de las palabras de Bosé- y reservarse las primeras filas para las juventudes del partido comunista. Se mantuvieron firmes los cantantes en una actitud meritoria.

En efecto, ya se han percatado de que pedirle al Gobierno cubano que cumpla su palabra de no llevarse el agua de un megaconcierto a su molino político es como pedirle a un tahúr que juegue limpio. Si quedaran dudas, lo ha demostrado el 'Convaleciente en Jefe' en su última reflexión -o quien la haya escrito-.

A Juanes, la Seguridad del Estado, tan hospitalaria, le puso agentes que le seguían a todos lados. Así estaba más protegido. Bueno... y espiado. El caso es que al colombiano no le hizo gracia tanta hospitalidad y hasta se molestó, como reflejan las grabaciones.

Victor Manuel se paseó de incógnito horas antes del concierto y le pararon para decirle que no podía pasar. Debía ponerse una camisa blanca. Cuando le dijo al policía que él era Victor Manuel, parece que el oficial de las fuerzas del orden le respondió: “Sí claro y yo Napoleón”.

La dictadura, acostumbrada al control, estuvo a punto de meter en una jaula a la paloma de la paz, pero al final no pudo con ella.

Lamentablemente, a esa fiesta de paz y amor no pudieron llegar numerosos opositores, a pesar de ser pacíficos, ya que la Seguridad del Estado se lo prohibió. Tampoco pudieron ir los presos de conciencia injustamente encarcelados en las mazmorras castristas.

El que sí estuvo en el concierto fue el periodista argentino Javier Ceriani. Estuvo hasta que fue golpeado y detenido por el horrendo crimen de sacar una pancarta que decía 'libertad'. Parece que pronto volverá a Miami. Y es que se le olvidó que el concierto era por la paz.

Durante el concierto se dijeron cosas que los cubanos no están acostumbrados a escuchar. Por ejemplo, se mandaron saludos del 'exilio cubano', se cantaron algunas canciones que pueden interpretarse de forma positiva. Juanes gritó “una familia cubana”, “cuba libre, cuba libre” y tuvo otros gestos que podrían considerarse positivos.

Tras el concierto, Cuba sigue más o menos igual, sin libertades, ni derechos ni progreso. Con dictadura, represión y menguantes cartillas de racionamiento. O pensándolo bien, quizás un poco mejor, porque esa plaza dejó de ser el monopolio de Fidel Castro.

Los artistas, la paz y la reconciliación sustituyeron ese día al régimen y su obsoleta retórica de combate -la dictadura es guerrerista y habla de épica.

Un millón de jóvenes cubanos fueron allí, no a escuchar a Fidel Castro, sino a disfrutar de artistas de calidad. Y eso les gustó mucho más que los interminables y soporíficos discursos del ahora enfermo dictador, ahora todavía más alejado de las mentes y los corazones de la juventud cubana.

Los asistentes escucharon que hay otra Cuba al otro lado del mar y que no se llama 'mafia anticubana', sino que es parte de la familia cubana, que un día se unirá en un abrazo fraterno.

Tuvieron momentos de felicidad y diversión. Diversión en el sentido más estricto de la palabra -dejar de pensar en todo lo que les frustra y fastidia, que es mucho.

Oyeron a alguien decir en esa plaza que es tiempo de cambiar. Por unas horas, algunos quizás soñaron con el día en que Cuba recuperará el futuro, ahora secuestrado. Para ellos se hizo el concierto. Por ellos mereció la pena.

Ricardo Carreras

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